El gobierno y la sociedad perdieron la “oportunidad” de blindar abril y sin más medidas, “nos puede ir mucho peor todavía”

entrevista de Federico Castillo 
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Es una luminosa y tranquila tarde de sol otoñal en el barrio del Prado. Al menos eso es lo que se puede adivinar a través de la pixelada pantalla de la computadora. Son tiempos de virtualidad. Y Rafael Radi, científico, profesor catedrático de la Facultad de Medicina, presidente de la Academia de Ciencias y coordinador del Grupo Asesor Científico Honorario (GACH) de Presidencia, recibe a Búsqueda desde el patio de su casa a través de una plataforma digital. Distancia social en un momento complejo. Radi es cauto pero firme. Elige cada una de sus palabras. Piensa las respuestas, hace las pausas necesarias en procura de que su mensaje no tenga interferencias. La última vez que habló públicamente fue para pedir algo que el gobierno y buena parte de la opinión pública adoptaron de inmediato como consigna de guerra contra el coronavirus: blindemos abril. Pero abril no se blindó. Y tampoco se blindó mayo. Radi lamenta que no se haya “llenado de contenido” a esa consigna, dice que ese era el momento para bajar la llave general, cerrar shoppings, suspender espectáculos deportivos: volver a marzo de 2020 por unas “tres o cuatro semanas” para acoplar el proceso de vacunación con una baja de la movilidad. El científico reivindica el papel del GACH en ese momento, sostiene que pusieron arriba de la mesa de Presidencia el paquete de medidas a tomar y apela a una de sus ya clásicas metáforas futboleras por si el concepto no quedó claro. “Nosotros dejamos la pelota picando en el área chica. Lo que pasa es que, bueno, después hay que hacer el gol”. Ahora advierte un escenario complejo, no confía en llegar a mediano plazo a una inmunidad de rebaño con las vacunas Sinovac, asegura que “algo de la estrategia de control no está funcionando” y vuelve a pedir medidas restrictivas para no llegar a un escenario “más duro del que tenemos hoy”.

Lo que sigue es un resumen de su entrevista con Búsqueda.

—A fines de marzo, en una de sus últimas apariciones públicas, dijo que Uruguay estaba en un momento que requería una máxima calma y pidió “blindar abril”, un mes “absolutamente decisivo” para la marcha de la epidemia por Covid en Uruguay. Abril estuvo lejos de blindarse. ¿Qué pasó? ¿Faltaron medidas? ¿Falló la libertad responsable?

—Creo que lo de blindar abril fue una consigna que daba una posibilidad a transcurrir un mes con una combinación del reforzamiento del comportamiento individual y un reforzamiento de las medidas desde el gobierno que, en conjunto, yo diría en partes iguales, lograra reducir los casos con un objetivo fundamental que era tener un plan de vacunación que ejerciera efectos más intensos sobre el control de los casos en un lapso bastante más corto. Obviamente que como toda consigna luego hay que llenarla de contenido. Y hay que tener una praxis de acuerdo a la consigna. Creo que ahí nos quedamos cortos tanto a nivel individual como a nivel de las políticas públicas. Esto con una mirada exclusivamente covidcéntrica. No estoy considerando otros asuntos, que entran en el terreno de la política. Pero mirado exclusivamente desde la epidemia, nos quedamos cortos. Tanto a nivel de comportamiento ciudadano e individual como el nivel de restricción que hubiese sido adecuado para lograr el blindaje.

—¿Y qué medidas faltaron ahí?

—Cuando nosotros planteamos el documento del 7 de febrero se abrió un abanico de medidas posibles y había algunas que todavía no se habían instrumentado. Obviamente todas las medidas son disruptivas: tienen impactos laborales, económicos, sociales, mentales. Siempre nosotros desde el GACH nos manejamos con que las medidas restrictivas eran la última herramienta. Porque la disrupción es grande y porque los sectores vulnerables son los que lo pasan peor, la gente más pobre, la gente que no tiene trabajo con seguridad social, la gente que vive en lugares más chicos y peores ventilados. Pero quizás hubiese sido el momento de hacer un parate general de la actividad socioeconómica del país por tres semanas. Tengo el convencimiento de que era el momento adecuado para hacerlo. Y, de hecho, en el documento que le entregué al presidente de la República el 8 de abril de 2020 se manejaba que podía haber un momento de la evolución de la epidemia donde hubiera que activar una especie de off en la llave, apagar la general.

—¿Un lockdown?

—Bueno, el lockdown puede tener significados variables de acuerdo a la intensidad y al nivel de control que vos le podés hacer. Pero yo creo que tendría que haberse dado una situación restrictiva similar a la que habíamos tenido en marzo de 2020. Pero eso sin llegar a una militarización de la epidemia como ha ocurrido en otros países cercanos. El otro día me estaban hablando de la acción de los carabineros en Chile, ¿verdad? Ahora este asunto tiene que comprometer a la sociedad toda. No hay sociedad donde las medidas restrictivas funcionen —excepto que lo hagas con la fuerza militar— si la sociedad no las acompaña. Y ahí tiene que haber un discurso y un acuerdo social-político que lo transforme en una causa nacional durante un tiempo, que nosotros planteamos que fuera en el entorno de tres a cuatro semanas. Eso está en nuestros documentos. Y de alguna forma acompaña a la evidencia internacional. A ver, hay lugares que han ido a medidas restrictivas en el papel y que no funcionaron porque la gente no las acompañó. La movilidad es un reportero grueso del grado de interacciones sociales. O sea, moverse de por sí no infecta. Si vos te vas en un auto de acá hasta Punta del Este y te volvés, no infectaste a nadie. Lo que está detrás de la movilidad es que nosotros la usamos como un proxy de interacciones humanas. Generalmente se ve que cuando aumenta la movilidad, aumentan las interacciones humanas porque la gente va a lugares de ocio, al trabajo, al supermercado, a tiendas. Pero lo que importa en definitiva es la cantidad y calidad de las interacciones humanas. El virus se contagia a través de las interacciones humanas. Nosotros habíamos visto al comienzo de abril que la disminución de la movilidad que se había observado en Semana de Turismo y el aumento que se insinuaba ya pos-Turismo nos estaba indicando que las medidas no iban a ser suficientes para bajar el número de casos. Nosotros teníamos toda la experiencia acumulada de la correlación entre movilidad con el factor de reproducción R. La movilidad trabajada con determinadas ecuaciones matemáticas es un predictor muy, muy bueno, del R (tasa de reproducción). Como nosotros sabíamos que a comienzo de abril las vacunas no iban a dar efecto, lógicamente si la movilidad aumentaba era esperable que el número de contagios aumentara. Y en definitiva fue lo que pasó. Es decir, se instaló una suerte de carrera entre el aumento de las interacciones humanas y la inmunización. Donde por ahora siguen ganando las interacciones humanas. Nosotros planteamos que se podría dar un desajuste entre esos dos tiempos, porque estábamos partiendo de valores muy altos de infectados por día y que eso iba a comprometer la eficacia de la vacunación en el corto plazo.

—Usted había advertido que la vacunación no tendría que estar desacoplada de otras medidas, por ejemplo, las restrictivas.

—Totalmente. Lo que te indica la experiencia en salud pública de esta y otras epidemias es que la vacunación tiene que formar parte de una estrategia integral. Cuando vos vacunás en un momento donde no hay epidemia y no hay casi endemia, bueno, la vacunación tiene mucho efecto. Pero en el medio de un brote, de una ola, la vacunación sola es una fuerza a la que le cuesta mucho predominar si vos no la ayudás con otra fuerza. Entonces acá hay lo que nosotros llamamos determinantes de la transmisión viral, como las interacciones humanas, nuevas variantes más contagiosas, que empujan hacia arriba. Y después tenés la inmunización, que empuja hacia abajo. En Chile, que es el país que más estamos mirando junto con el estado de San Pablo (porque empezaron antes que nosotros y usan la CoronaVac), hay un número de personas con doble dosis e inclusive ellos, que aplicaron medidas restrictivas duras, están teniendo enormes dificultades para bajar el número de casos con la vacuna de virus inactivado. Más allá de que está disminuyendo el número de personas vacunas que llega al CTI y se muere, está muy enlentecida la bajada de casos porque partieron de un nivel muy alto de circulación viral. En el caso de Israel y del Reino Unido, cuando arrancó fuerte la campaña de vacunación hicieron medidas restrictivas bastante intensas para bajar los casos. Creo que los datos que nos muestra la realidad de aquellos países que están vacunando sobre todo con vacunas con virus inactivado es que la reducción de casos en escenarios de alta circulación viral lleva mucho tiempo y, por lo tanto, se posterga el control de la epidemia partiendo de valores muy altos. Por eso nosotros visualizamos que abril era el momento de enfriar.

—Y conforme pasaban los días de abril y veía que se confirmaban las advertencias que había dado el GACH, ¿no hubo una llamada de atención al gobierno, un nuevo aviso sobre el aviso anterior, un reclamo de nuevas medidas?

—Sí, sí. Nosotros hemos tenido contactos permanentes con el gobierno: los formales y los que son más coloquiales. Le indicamos la inestabilidad de la situación y la dificultad de obtener resultados rápidos de la vacunación en un escenario como el que se estaba viviendo. O sea, esa parte del trabajo nosotros la hicimos. Obviamente que el gobierno pesó otros elementos. Que no son elementos que se discuten con nosotros, que forman parte de la acción política. Pero a tu pregunta, nosotros hemos trabajado con absoluta responsabilidad y todas las advertencias, desde el lado de lo que es esta epidemia, no considerando otros factores, las damos en forma frecuente y de distintas formas. No hay un escenario posible en el que pueda plantearse que el GACH dejó de informar. Los intercambios fueron y son permanentes. A nivel grupal, individual. Pero nuestro grupo llega hasta donde llega. A veces hay una confusión, donde se pretende que el GACH vaya más allá de donde puede ir. Somos un grupo asesor científico. La gente prácticamente quiere que seamos un actor político. Si nosotros le avisamos al gobierno, dos o tres veces, ya está.

—El año pasado, cuando la situación estaba más controlada, el GACH tenía otro nivel de exposición. Aparecían en conferencias de prensa junto al gobierno, se le hacían homenajes. Llama la atención que cuando el escenario es otro, el peor de la pandemia, la voz científica se dejó de escuchar. ¿Cree que primó lo político sobre lo científico?

—A ver, la voz nuestra se siguió escuchando….

—Me refería a su voz en los medios, en eventos oficiales, que antes tenían más exposición. Se los veía más a menudo cerca del presidente. Y justo en este momento tienen un perfil más bajo.

—Sí, sí, sí. Eso se debe entre otras cosas a un elemento humano, de cansancio, de extenuación. Hay que pensar que todos nosotros seguimos haciendo todas nuestras actividades. Y además hace 14 meses que hacemos otra cosa que además de lo técnico tiene mucho de emocional y de responsabilidad. Nosotros seguimos produciendo informes. Es verdad que hemos moderado mucho nuestras salidas públicas. En un escenario además donde hemos tratado de evitar al máximo que nuestra presencia o nuestras palabras sean utilizadas partidariamente. Me parece que hay un tema que es lógico —o no sé si tan lógico—, que es el paso del tiempo. Creo que inicialmente la ciencia, la salud, la política y la sociedad estábamos muy acoplados. Y el paso del tiempo y los requerimientos de la sociedad y de la política van generando necesariamente un cierto nivel de desacople entre la ciencia y la toma de decisiones. Nosotros planteamos la evidencia, las decisiones las toman ellos. Obviamente que, al comienzo, y yo diría durante los seis, siete primeros meses el acoplamiento fue muy alto. Luego —no es hoy el momento de hacer esa evaluación, la haré en su momento— se hizo más difícil sostener en el tiempo ese acoplamiento, que también era muy covidcéntrico, digamos la verdad. Por eso hay que ser muy respetuoso con otras dimensiones, con la gente que se manifiesta en la plaza Independencia pidiendo que se abran los espectáculos públicos. Es totalmente entendible. Ahí hay tensiones que son casi insalvables y las está sufriendo el planeta. Por eso cuando yo planteé blindar abril, planteé un objetivo para tener un mayo mejor. Porque también a la sociedad hay que transmitirle cosas que sean tangibles. Yo antes de ir a la entrevista de Canal 12 pensé mucho. No había pensado en la expresión blindar abril, eso me salió en forma espontánea, pero sí había pensado en usar abril, un mes donde la temperatura es benévola, para encarar el invierno mucho mejor. Y plantearlo en una escala de tiempo que la sociedad pudiera asumirla. Porque vos podés poner mil medidas restrictivas y si la gente no acompaña, se te perfora. Como se perforó en pila de países. Nosotros tenemos eso muy medido. Vos mirás Noruega y cada vez que apretó, la movilidad bajó y los casos bajaron. Hay otros países que en los papeles apretaron y la movilidad bajó, pero empezó a subir porque la gente, por distintos temas culturales o laborales, no puede acompañar las medidas restrictivas. Nosotros no somos enamorados del confinamiento. Por el contrario. Es más, fuimos los primeros defensores del uso responsable de los espacios públicos en una época en donde se quería cerrar las playas. Ahora, lo que digo es que tampoco uno tiene que ser dogmático. Tiene que haber un momento —un momento— en la marcha de esta epidemia en el que hay que decir “ahora bajo la térmica”. Para mí, para nosotros, fue cuando lo planteamos. Nosotros dejamos la pelota picando en el área chica. Lo que pasa es que, bueno, después hay que hacer el gol.

Se perdió la oportunidad de hacer el gol, entonces. Lo perdió el gobierno.

—Lo perdió el gobierno en la parte que le corresponde al gobierno. Y lo perdió la sociedad en la parte que le corresponde a la sociedad. Si yo hago un asado con 10 amigos, no puedo hacer que el gobierno se meta en mi casa. Yo tuve muchas invitaciones, de muchos grupos, para hacer muchas cosas. Cada uno toma decisiones. Creo que la oportunidad, esa pelota picando en el área chica, hubo un sector que la cumplió y otro que no. Y creo que faltó una capa adicional de medidas por unas tres semanas. Vos me decís: ¿eso era seguro que iba a funcionar? No, totalmente seguro no. Porque hay un 60% de los contagios que se dan puertas hacia adentro. Vos me decís: ¿tenías buenas chances de bajar los casos? Y la respuesta es sí. Y era un esfuerzo limitado en el tiempo. Ahora es mucho más difícil, por distintas razones, lograr un control con la velocidad que se podía haber logrado. Hoy tenemos la posibilidad de seguir aumentando mucho el número de casos porque hay una población muy grande susceptible todavía y con efecto de la vacunación que está siendo lento, muy inercial. Hoy no solamente tenemos que pensar si nos podría haber ido mejor, sino no cometer errores para que nos vaya peor todavía. Algo que puede pasar. Es un escenario posible: que nos vaya peor por un tiempo. Ya tenemos experiencia internacional con vacunados a virus inactivados que han tenido crecimientos de infectados muy grandes. Inclusive podría superar este crecimiento que tenemos ahora nosotros. Cualquier perturbación adicional, ya sea por aumento de interacciones o por el ingreso de variantes más contagiosas, puede llevar a escenarios más complejos y más duros que los que tenemos hoy.

—¿Y qué medidas sugiere el GACH hoy?

—Nosotros mantenemos las recomendaciones del 7 de febrero. Son recomendaciones que apuntan a disminuir el nivel de circulación, generan una disrupción importante, son disruptivas. En lo personal considero que la disminución de movilidad nocturna no es un factor muy importante. Pero en definitiva no es tocando una cosita u otra cosita u otra cosita. Si se quiere hacer esto hay que apagar. Chau. Porque hoy es tan grande la circulación que si cerrás una cosa y no la otra, lo que bloqueás por acá se te traslada por allá. Si bien nosotros en un momento planteamos que las medidas podían ser escalonadas, hoy lo que hay no es suficiente. No fue suficiente.

—¿Cree que hubo muertes evitables, como ha sostenido la oposición?

(Piensa durante varios segundos) No sé si es una forma de plantearlo… hay múltiples factores. A ver, obviamente que si vos lográs bajar el número de casos, bajás el número de enfermos y bajás el número de muertos. Eso es así, es muy lineal. ¿Cómo hubiese sido el comportamiento con las medidas y cuánto impactan en otros ámbitos y cuánto impactan en el mediano y largo plazo? Es difícil de medir todo eso. Yo no me voy a expresar en esos términos… Lo que digo es que hoy tenemos un número excesivamente alto de casos, excesivamente alto de personas en CTI y de muertes. Y que algo de la estrategia de control no está funcionando.

—¿Cuándo cree que se puede alcanzar la inmunidad de rebaño? El ministro de Salud, Daniel Salinas, ha dicho que en la primavera.

—No lo sabemos, no sabemos si se va a lograr la inmunidad de rebaño. Hay muchas dudas inclusive a nivel internacional si con este escenario de circulación mundial, con cambios de cepas que puedan escapar parcialmente a la respuesta inmune, esto se va a lograr. También hay que pensar que estamos vacunando a una buena parte de la población, incluyéndome a mí mismo, con una vacuna con una efectividad en el entorno de un 55% y 60%. Si vos vacunás al 70% de la gente con una vacuna que tiene el 60% de efectividad, estás logrando inmunidad en el orden del 42%, porque hacés 6x7 igual a 42. O sea que va a ser difícil conseguir inmunidad de rebaño con la plataforma de vacunas que tenemos nosotros y pensando en escenarios de posibles nuevas variantes. No me resulta obvio que Uruguay pueda conseguir la inmunidad de rebaño en un mediano de meses. Creo sí que se logra controlar bastante la circulación viral, que van a disminuir mucho los casos graves y los fallecidos y que va a quedar remanente de epidemia, brotes cada tanto, recurrente. Y que con un sistema de rastreo y testeo se va a poder controlar. Es decir, estaríamos volviendo a la etapa de setiembre, octubre del año pasado. Con mucha más gente inmunizada y con un impacto mucho menor en el sistema de salud. Pero para salir de la situación de transmisión comunitaria (TC) en la que estamos ahora, tenemos que pasar de la franja TC4 a la TC1 y recién pasar de ahí a brote, que era lo que teníamos en octubre. Y de brotes pasar a casos aislados y después a casos. O sea que tenemos todavía un montón de escalones para bajar. La inmunidad de rebaño va a ir a una situación más parecida a la que teníamos en setiembre del año pasado, pero no va a haber inmunidad en el sentido de que no va a haber infecciones. Seguramente persistan las infecciones.

—No sería esa inmunidad que, por ejemplo, hoy tiene Israel, que se acerca mucho a la vieja normalidad.

—Claro, claro. Excepto que Uruguay se acerque a una tercera dosis, que se está discutiendo, que provea de una eficacia que esté en la zona del 95% y no en la zona del 55%, que es la que tenemos ahora. Las vacunas a virus inactivados que se están usando hoy cumplen con lo que la Organización Mundial de la Salud (OMS) había planteado: más del 50% de eficacia. Lo que pasa es que una de ARN mensajero ha demostrado en la práctica ser una revolución. Con un nivel de eficiencia, de éxito, casi sorprendente. Y ahora que tenemos cientos y cientos de millones de personas vacunadas, demuestran que realmente cortan la transmisión comunitaria de forma muy fuerte. Lo cual no logran con una velocidad importante las vacunas a virus inactivados que se están usando.

—Ustedes siempre plantearon que la educación sería lo último en cerrarse y lo primero en abrirse. Hace meses que no hay clases y no asoma en el horizonte la vuelta a la presencialidad.

—Nosotros hace algo más de un mes planteamos que en ese momento, con tan alta circulación viral, el escenario era riesgoso. Más bien el diseño que teníamos planteado es que si vas apagando cosas, la última que apagás es la educación (sobre todo primaria) y cuando empezás a prender, lo primero que prendés es la educación primaria. Ahí hay un tema de diseño. Hoy hay una alta circulación viral y es complejo el tema de la presencialidad. Pero, considerando que hay otras actividades que están abiertas, resulta contraintuitivo ver a las escuelas cerradas. Sin dudas los impactos de la no presencialidad son muy complejos. Hay impactos en el área de la salud mental, física, de la socialización, de la violencia doméstica. Hoy habría que reivindicar la escuela como un lugar seguro en términos generales y pedirle a toda la comunidad educativa los máximos cuidados. Las escuelas no son promotoras de infección, las escuelas más bien son reporteros de lo que está pasando en la comunidad. Es muy incómodo ver otros sectores de actividad abiertos y las escuelas vacías.

—Acaban de abrir los free shops y los gimnasios.

—Sí. Y por un lado priorizaste a los docentes en el plan de vacunación —y pocos países en el mundo los priorizaron como Uruguay—, pero por otro lado queda en disputa el tema de la presencialidad. Se quedó a mitad de camino. Entiendo que las autoridades de la educación están alineadas a lo que planteó el GACH. Pero las decisiones de qué se cierra y qué no pasan por otro lado. El gobierno sí nos ha escuchado y nos sigue escuchando. Lo que pasa es que la epidemia es de una virulencia y de una complejidad tan grande que pequeñas acciones que se tomen o se dejen de tomar pueden generar grandes impactos. Esto no es fácil, es muy difícil. Por eso es importante manejarse con evidencia científica, es esencial. Yo creo que el gobierno aprovechó bastante el asesoramiento científico, hemos colaborado con los test antigénicos, con las vacunas. Pero es un fenómeno tan complejo que a veces cuando del menú de la ciencia quedan cosas para atrás puede tener impacto. Uno de los grandes problemas de la pandemia es que es muy difícil de entender que el cambio de trayectoria del control al descontrol puede ser brusco y transcurrir en un plazo muy breve. Nuestra mente está acostumbrada a fenómenos un poco más lentos y previsibles y se lleva muy mal con estos fenómenos explosivos. Seguro a nosotros nos podía haber ido mejor en estas últimas etapas. Ahora, alerto: nos puede ir mucho peor todavía.

—En este último año y medio la población se acostumbró a escuchar la voz de la ciencia. ¿Cuál sería el mensaje del GACH, o de Radi, en este momento de la pandemia?

—Que estamos lejos de que la epidemia se termine, que cada uno de nosotros tiene muchas chances de infectarse y pasarla mal. Y que tendremos que seguir resignando calidad de vida en pos de, ojalá, una primavera mejor. También que el proceso de vacunación es una herramienta absolutamente fundamental, pero que es complementaria y tiene que actuar en forma sinérgica con los cuidados de cada uno. Hay que llegar a un compromiso.

  • Recuadro de la entrevista

La comunicación, las señales y las aglomeraciones oficiales

Contratapa
2021-05-27T00:52:00