Sr. Director:
, regenerado3Sr. Director:
, regenerado3Accedé a una selección de artículos gratuitos, alertas de noticias y boletines exclusivos de Búsqueda y Galería.
El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáPor la presente le solicito, si es posible, que se publique por intermedio del Semanario Búsqueda, en la sección “Cartas al Director”, la carta que le envío en adjunto. La misma fue enviada personalmente a su despacho.
Juan J. Córdoba
Presidente del Círculo Militar
Señor Presidente de la República Oriental del Uruguay
Don José Mujica Cordano
Consideré necesario enviarle nuevamente a usted otra misiva, ya que de la primera jamás tuve la cortés consideración o la simple sorpresa de recibir respuesta alguna.
Esa indiferencia de su parte hizo que ahora utilizase este medio, pues no tenía pensado volver a transmitirles mis inquietudes y reiterarles a usted y al candidato a la Presidencia de su coalición, la falta de concreción de sus propias manifestaciones expuestas en diversas ocasiones. Pero el tiempo corre, los ciclos se agotan y siguen quedando promesas sin cumplir.
Como usted bien recordará, el Dr. Vázquez ante una pregunta que le formulé respecto a la persecución contra militares, respondió que nadie iba a ser detenido. Y usted, públicamente en más de una oportunidad, con una voz entre suave y atribulada emanando pesadumbre, lanzó la esperanzadora idea que personas ya muy mayores no debían estar en la cárcel; y, como si fuese poco, expresó que se lo mandó comunicar a los detenidos. Sin embargo, esa aparente brisa alentadora no fue más que un conjunto de palabras sueltas y huecas… sin sustento, postizo, como golondrina perdida.
De análoga existencia como el pacto de silencio que surge de sus propias declaraciones y que motivan también esta nueva carta. Casualmente en estos momentos que percibimos cierta tranquilidad de los grupos desestabilizadores subvencionados desde el exterior y que otrora se abalanzaron contra las instituciones, atropellando la democracia e intentando hacer caer al gobierno de turno elegido por el soberano.
Un supuesto pacto del que jamás oí mencionar en mis 45 años de servicio activo en el Ejército Nacional, ni durante ni inmediatamente después del proceso cívico-militar. Y que ulteriormente fue inventado para ocultar la verdad histórica y justificar los continuos y terribles crímenes que cometió la organización sediciosa que usted lideró y de los que aún no tenemos reconocimiento público ni arrepentimiento. Y que seguramente no lo tendremos nunca por estar amparados por la ley de amnistía y por un auténtico convenio avieso de los asesinos y delincuentes que formaban parte de las células de su estructura clandestina. Pero de este usted no dice nada e insiste con aquél, pretendiendo reforzar el tapujo que disfraza sus orígenes.
Con fiel reflejo a su doble discurso, usted, por momentos habla de unión de la nación, de la búsqueda de los intereses nacionales, de disminuir la desigualdad y crear oportunidades a los más infelices; pero lamentablemente no deja de reavivar, también, aquellos hechos nefastos que dejaron profundas y tristes huellas divisorias en nuestra sociedad y que, en honor a la sensatez, fueron iniciados por los tupamaros, aunque la pseudo-historia reciente los pinte como defensores de la democracia. No debería ser esta la orientación de su grupo, si realmente desea una comunidad fusionada, integrada e incluida. Creo que es hora, ya hace tiempo, de procurar el fin de los enfrentamientos.
Y la mejor forma de evidenciar su sentir humanitario es con nuestros propios orientales, haciendo realidad aquellas palabras sueltas. Por eso deseo que termine su mandato… para tener la tranquilidad que esta segunda oportunidad se vea finalmente coronada con una decisión clara y contundente en cuanto a nuestros presos políticos, los de aquí y los que están más allá de la cordillera.
Tanto habla usted de paz y concordia entre los uruguayos que está dispuesto a abrirle las puertas —pese a la dudosa legitimidad jurídica— a extranjeros de reputación más incierta; pero sigue olvidándose de la paz de esos viejos compatriotas y que esta sin justicia, conlleva y enarbola la tiranía.
General Juan J. Córdoba
CI 977.041-8