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David Fincher laceró un cuento de Scott Fitzgerald (El curioso caso de Benjamin Button), fue alabado por un thriller efectista y cool (Pecados capitales) y es el responsable de uno de los títulos más sobrevalorados de la historia (El club de la pelea). En Hollywood lo llaman visionario. Y también vende-humo. Apareció una noche con Zodíaco, menos afectado, más sobrio, recurriendo a la esencia de lo tratado en Pecados capitales, y algunos de los que lo miraban con desconfianza asumieron que tal vez no era tan chanta. Retrocedió varios casilleros con Benjamin Button. Y después: la historia detrás de la creación de Facebook, que parecía la jugada más oportunista de la década, fue una de las mejores películas del año: Red social. Lo siguiente: La chica del dragón tatuado, insoportable. La lógica Fincher de los últimos tiempos indicaba que la próxima tenía que ser buena.
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Basada en el best sellerPerdida, de Gillian Flynn (también autora del libreto), comienza con la desaparición de Amy Dunne (Rosamund Pike) en el día de su quinto aniversario con Nick Dunne (Ben Affleck), treintañero de gesto abatido, barbilla villanesca y panza cervecera. Ese matrimonio no anda bien: se sabrá por las conversaciones de Nick y su melliza (Carrie Coon), y por medio de flashbacks en los que se ve a su esposa escribiendo un diario íntimo, donde también relata (flashbacks dentro de flashbacks) cómo fue que empezó su azucarada historia de amor. Amy es brillante, tiene tantos diplomas y méritos que intimida, y ha inspirado al personaje La Asombrosa Amy, con el que sus padres han hecho una considerable fortuna. El drama avanza día por día. Se suman capas y Perdida se vuelve más lóbrega y siniestra. Cada vez más pistas indican que fue asesinada por Nick, quien por la fuerza de los hechos y las evidencias se ve metido en un bucle de angustia y tensión enfermiza. Paulatinamente, los medios lo convierten en el hombre que EEUU ama odiar.
Varios méritos: la estructura del guion (un origami engañoso, un fractal endemoniado, del que no se puede salir), Affleck (Nick es ambiguo, no sabe mucho sobre su esposa, no es fácil delimitar si está cansado o triste, no es brillante, tampoco un ganso), Coon (la hermana aliada de Nick), y muy especialmente Pike (que compone un personaje adorable y muy listo, perfeccionista y detallista, que en los últimos años ha cedido mucho terreno y se siente algo insegura y paranoica), además de una columna de secundarios (que aportan volumen a cada capa), y la música de Trent Reznor y Atticus Ross, que componen como para una de terror. Y es que mucho de horror hay en este infernal relato sobre el campo de batalla de la vida adulta y la institución matrimonial. Sobre las decisiones que cocinan a fuego lento, detrás de un gesto amable, y que conducen a preguntarse qué tanto conoce uno a la persona con la que comparte las sábanas. Hay que decirlo: Perdida se traslada hacia un final tenebroso y perturbador. Un final que, definitivamente, no será del agrado de todos. Prepárense.
Perdida (Gone Girl). EEUU, 2014. Dirección: David Fincher. Guion: Gillian Flynn, sobre el libro homónimo de su autoría. Con: Ben Affleck, Rosamund Pike, Carrie Coon, Kim Dickens, Neil Patrick Harris, Tyler Perry. Duración: 160 minutos.