El relevo generacional es, por un lado, el traspaso de las costumbres, los valores y las experiencias de un padre a un hijo. Por otro, la sucesión de la herencia relacionado da con el capital y, en tercer lugar, el traslado del poder de una generación a otra, según se ha definido desde el Plan Agropecuario.
El foco de la discusión ha estado en los productores familiares. Sin embargo, es un asunto relevante para todo tipo de empresario rural, sin importar su tamaño, enfatizó en diálogo con Campo el técnico del organismo, Julio Perrachón.
“Tal vez es un tema que debía haber sido advertido, analizado y diagnosticado con la misma preocupación y compromiso que otros factores inherentes a los procesos productivos”, evaluó en julio el ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca, Tabaré Aguerre, en un jornada organizada por el Plan Agropecuario. “Sabemos mucho de pasturas, sabemos mucho de suelo, creemos saber algo de agua, tenemos muy claro los diagnósticos de qué ha pasado en distintas etapas de las historia de la ganadería, cuáles son los desafíos de la lechería, tenemos una cantidad de elementos para interpretar lo que ha pasado a lo largo de los censos de los últimos cincuenta años en este país, y poco se ha escrito y estudiado de esto”, reconoció el jerarca.
El traspaso de la experiencia y actitudes de los padres a los hijos se aplica, entre otros, a aquellas personas que no tienen predio, pero cuya actividad laboral está vinculada al campo. En este sentido, la falta de relevamiento generacional se traduce en una pérdida de mano de obra, de personas dispuestas a trabajar en el medio rural, explicó Perrachón, y destacó que esta es tan “solo” una de sus tantas derivaciones.
En este sentido, señaló que en los últimos 25 años se perdieron más del 50% de los remitentes lecheros. Eso tiene una explicación multifactorial, pero la ausencia del relevo generacional fue uno de los motivos, aseguró. Y agregó que las dificultades para concretar este traspaso de padres a hijos también están presentes en los rubros frutícola, agrícola y ganadero. En esta última actividad, por ejemplo; la población está algo envejecida, la mitad de los titulares son mayores de 65 años, resaltó.
En lo agropecuario, la situación deriva en que haya pocos jóvenes que administren los predios. Este caso surge de las dificultades en la relación que existe entre los padres y los hijos, dijo Perrachón.
Esto se “arregla” entendiendo que es un tema de “toda la familia”, buscando una “mejor comunicación” y “brindándoles a los jóvenes más posibilidades para capacitarse”, indicó. A su vez, es necesario que los jóvenes “demuestren compromiso” y adquieran “experiencia fuera de la empresa familiar”, siempre pensando que en un futuro no trabajarán dentro del establecimiento de su familia, dijo.
Concretar este proceso solo es posible si existe una intención de los padres de “delegar”. Esos son “temas internos de cada familia”, acotó, aunque apuntó que “algunas políticas públicas podrían colaborar”.
El director de Desarrollo Rural del Ministerio de Ganadería, José Olascuaga, sostuvo que “la necesidad de tener políticas activas en este sentido requiere una participación articulada y complementaria entre muchos actores, tanto del sector público como del privado”. A la vez, es fundamental “un trabajo interinstitucional que es bastante laborioso de lograr”, reconoció el jerarca en una jornada sobre el tema.
Las medidas que se tomen deben de incluir desde lo “productivo” y el “acceso” a la tierra” hasta “la seguridad social”, la “calidad de vida” y la “vivienda”, apuntó.
La disminución de las personas que quieren trabajar en el campo, no obstante, es un problema mundial. En países desarrollados, incluso, este escenario es más grave, aseguró a Campo un especialista en el tema. Y sostuvo que el relevo generacional en ocasiones es un “tema tabú”, porque implica hablar de individuos particulares e involucra el dinero.
Un tema “eterno”
En algunas familias existe la voluntad del hijo de seguir con la actividad y la vida en el campo, pero los padres no quieren ceder su lugar. Esta situación se da sobre todo cuando quien quiere continuar al frente del predio es una mujer, precisó. Los padres prefieren que estudie y en ese plano, la sociedad sigue siendo “bastante machista”, evaluó. Y agregó: “Sigue predominando un proceso ancestral donde en muchas familias el que continúa los pasos del padre es el hijo varón mayor”.
Otros jóvenes, en tanto, desean no seguir la tradición de sus padres, prefieren desarrollar otras actividades o continuar estudiando, pero por “compromiso” con su familia siguen en la empresa, describió.
Este tema es “eterno”, ha sucedido “toda la vida”, pero recién comenzó a ser estudiado con profundidad a partir del Programa Integrando Conocimiento del Plan Agropecuario, en el año 2005, dijo.
Este proyecto busca, entre otras cosas, “contribuir a la mejora del funcionamiento de empresas del sector ganadero, a partir del apoyo de la gestión predial”, según establece su página web.
Otro programa impulsado desde el organismo que busca instalar el tema del relevo generacional es el Seminario-taller hacia una política de apoyo al Relevo Generacional, que fue presentado a mediados de este año.
“Disfrutar del laburo”
En épocas de crisis económica, como la que atravesó Uruguay en 2002, en general, se incentivaba a los jóvenes directa o indirectamente a realizar una actividad que no estuviera relacionada con el campo. En cambio, en la última década, cuando la actividad agropecuaria experimentó un desarrolló importante, la tendencia se revirtió, comentó Perrachón.
Una muestra de ello está en el número de matrículas que registró la Facultad de Agronomía, en donde ingresaron más de 500 personas, mientras que en 1988 no superaban las 100 personas, ejemplificó. Pero al mismo tiempo que aumenta el interés de los jóvenes, también los padres quieren seguir trabajando. “Varios productores me lo han dicho: en estos tiempos buenos quiero disfrutar del laburo (...) de lo que me gusta e hice toda la vida”, comentó Perrachón.
La falta de garantías para quien, llegada la edad, intenta desvincularse de su campo, es otro de los elementos que frenan la transición. Sucede que esas personas “no saben qué hacer luego de retirarse”, y en el caso de los predios familiares significaría que abandonasen sus casas, lo que lo hace inviable, reconoció. El miedo a perder el capital acumulado es también un motivo que entorpece el proceso de legado, así como el simple hecho de no querer “entregar el poder”. Para Perrachón, los jóvenes sí están dispuestos a trabajar, pero en condiciones diferentes a las de sus padres y abuelos. En la actualidad hay costumbres y tecnologías diferentes, es natural que pase, razonó el especialista. Lo que sucede es que, a la vez, tienen “más alternativas “ de trabajar en otro lado, observó. “Por eso no comparto eso que se dice que los jóvenes no quieren seguir en el campo”, subrayó. Y agregó que, al igual que en la Facultad de Agronomía o Veterinaria, las escuelas agrarias “están llenas de muchachos”. “¿No será que no les estamos dando oportunidades?”, cuestionó.