Gracias EAL

REDACCIÓN  
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Sr. Director:

Eduardo Alvariza Luisi. Para escribir esta carta, él —EAL, como solía firmar sus columnas y comentarios— hubiera investigado horas, días. Yo la escribo solo por no dejar pasar el hecho de que este personaje de pensamientos lúcidos y originales en similares proporciones se ha jubilado después de muchos años desparramando su talento en la sección de Cultura de Búsqueda. Lo escribo sin nostalgia, pues dicen que por suerte seguirá mandándonos esos golpes que nos sopapeen del letargo cultural uruguayo.

Los análisis cinéfilos de Alvariza nos recuerdan a cuando teníamos exámenes en los que no sabíamos demasiado y siempre queríamos fisgonear qué iba escribiendo el que sabía, para sacarnos de la duda si sería por ahí que iba el asunto. Sí, ya sé: el arte es subjetivo y personalísimo. No es que haya que estar de acuerdo con sus análisis, como tampoco hay que estar de acuerdo con ningún juicio artístico más que con el propio. Pero cuánto mejor resulta si existe un fundamento en la valoración del cine con la contundencia de Alvariza. Importa mucho más el valor que nos otorga su opinión que el acuerdo o desacuerdo con ella. Funcionan como dos hechos complementarios: el ver la película y leer el análisis de un grosso como él. Cuando se juntan la primera y la segunda la experiencia maravillosa que es el cine se completa.

Si uno veía una película antes de que apareciera su columna en Búsqueda, entonces uno se quedaba en el mazo, agazapado, esperando a ver con qué se iba a encontrar, expectante. Y siempre encontraba un dato adicional, un detalle que dejaba entender mejor la totalidad de la obra.

Si su columna aparecía antes de que uno mirara la película, uno devoraba el comentario para ir con un pre-texto que luego perfeccionaba la experiencia, porque Alvariza se las arregla para darnos toda la data previa exacta sin espoliar y dejarnos vivir la película en la medida propia.

Eso precisamente es lo hace un gran crítico de cine: despertarnos curiosidad por la obra y hacer que la comprensión de ella sea más completa para el lector.

No es relevante acordar o disentir con la opinión. En cualquiera de los escenarios uno siempre contrasta la experiencia propia con la de Alvariza. Muchas columnas me indignaron. Fue capaz de cuestionar a David Lynch por su Inland Empire, se la agarró con furia con The english patient, de Minghella (lo enfureció que, encima, arrasara con los premios Oscar de 1996). Algunos bodrios le encantaban. Pero el tipo siempre tuvo la capacidad de explicarnos por qué no le gustaba algo o por qué sí le gustaba. Eso es difícil. Porque además nos arrollaba con argumentos, plagios posibles, influencias que detectaba y comparaciones que solo caben en una cabeza de cinéfilo obsesivo.

Nada le importa si atrás de la película estuvo Mike Leigh, Scorsese, P.T. Anderson, Ridley Scott o el más reconocido. Nunca le importó. Si le parece una mala película, lo expresa sin la menor duda, y suele ser cruel, vehemente, cuando algo lo decepciona. Pero siempre explicándonos por qué la película le pareció un bagarto, y con tal contundencia que hasta podría hacernos revisar lo que creíamos con firmeza.

Las columnas de Alvariza además contienen un criterio y un lenguaje únicos, uno no va a encontrar nada parecido, pues ha logrado algo muy difícil: un corrimiento en el horizonte del lenguaje del crítico de cine. Estiró las posibilidades narrativas con esa forma que inventó.

Periodistas como este son los que Wes Anderson homenajea en su soberbia última obra (The French dispatch) dejando la alerta de que hay un estilo de periodismo que corre peligro de extinción. No está mal: Búsqueda podría ser The Newyorker y Alvariza podría ser Bill Murray.

A los que nos apasionan el cine y el fútbol sabemos que en cada uno de nosotros vive un director de cine y un director técnico. Tanto uno hubiera preferido que Fulano hubiera interpretado al malvado como uno hubiera preferido, a Mengano jugando “de 9, viniendo de atrás”. Alvariza es al cine lo que Macaya Márquez era al fútbol, uno puede estar de acuerdo o no, pero todos nos damos cuenta de que ahí, atrás de cada comentario, hay un conocimiento profundo, un gran oficio periodístico y mucho mucho talento.

Alvariza, haga el favor, no deje de mandarnos esos latigazos que nos recuerden todo lo que le debemos al cine, y cuánto dependemos de él para vivir.

Erico Buela

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2022-01-19T20:01:38