A la caza del indeciso.
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáUn repaso rápido, fugaz, a los pedos —al indeciso no le gusta leer, eso lo sabe cualquiera— de los discursos que las tres principales fuerzas políticas (no me entró Mieres, va en la que viene con los partidos denominados “Otros” en las encuestas) utiliza para persuadir al votante indeciso sobre la hora.
Partido Nacional:
Lacalle Pou dijo en un acto: “Hay gente aquí que estoy seguro que no sabe a quién va a votar”. ¡Error!¿Cómo se le ocurre que pueda haber gente que todavía no decidió lo que va a votar, metida en el medio de un acto con las banderas y escuchando el jingle a todo volumen unas 50 o 60 veces por hora? ¿Usted piensa que van hasta ahí a ver si los convencen con el merchandaisin y los pelotudos que reparten listas a todo lo que se mueva, incluyendo menores de edad y perros? Tal es el desconocimiento de Lacallepompito sobre el indeciso. Por otra parte, la vida en el mundo de frutillitas por la positiva que predica a diario y ese reclamo ansioso del voto para ser hoy y ser ahora (típico de joven acelerado), no parece haber convencido a indeciso alguno.
Frente Amplio:
Vázquez también equivocó caminos. Hace poco les pidió a los indecisos “un voto de confianza”. Si pudieran dar un voto de confianza no serían indecisos, Tabaré, vamos, en todo caso debería pedir que le den un voto de menos desconfianza que a los otros candidatos. Al final eso es la democracia: elegir al que menos desconfianza le produce.
En otra aproximación discursiva al mundo del indeciso, el Frente Amplio anuncia que si votan a Lacallepompito y cambia el gobierno se destruye este país hermoso y formidable que se supone estamos disfrutando, toda esta refundación de país próspero y progresista —que están autoconvencidos que hicieron— se iría por el váter con marihuana, gays, presos de Guantánamo y consejos de salarios incluidos, para volver directamente a la crisis del 2002 con niños comiendo pasto (y ya no de los contenedores como ahora, que es mucho más progre), y después ingresar en un régimen feudal en el que todos los ciudadanos seremos esclavos de la familia Lacalle Pou. Eso es apelar al miedo, ¡y está bien! El miedo siempre funcionó como agente persuasivo, lo sabe la humanidad desde hace miles de años y lo ha demostrado en religiones, crianza infantil, medicina, y controles estatales.
Partido Colorado:
Pedro Bordaberry les pide el voto para vivir en paz. Invierte la carga del miedo: toma el miedo actual ciudadano y lo transforma en una utopía acaramelada imposible pero linda de imaginar para el indeciso soñador. ¿Qué quiere decir vivir en paz? Me pregunto si va a venir él mismo a encargarse de la cena del 24 de diciembre en mi familia, donde se respira esa tensión espantosa y las balas atraviesan el comedor a la misma velocidad que los sánguches. Bordaberry intenta ganar el corazón de los indecisos mostrándose como el político nuevo pero no tanto, y el experimentado pero no tan viejo. Quedó en el camino del medio, que para persuadir a las masas no sirve, eso ya lo sabemos, pero a lo mejor con los indecisos funciona y los convence, andan medio de a uno y son gente que se las da de especial, quién le dice que no sea su público. Mal o bien, Pedro quedó en el medio de la nada misma al igual que los indecisos que deambulan sin alma electoral. Son casi un roto para un descosido, Pedro Páramo y el Indeciso en llamas. Sus once meses en el Ministerio de Industria (disciplina que no se practica en este país, y menos durante la crisis del 2002), más tres añitos en el Ministerio de Turismo y Deporte (el ministerio más fácil de todos, Deporte no hay y Turismo viene solo o no viene, es binario), no se pueden mostrar seriamente como “experiencia de gestión pública”, pero —según su autopercepción— al lado de Lacallepompito es Mitterrand.