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El Senado votó condonar la deuda a Cuba como pidió el Ejecutivo, después de pasarse toda una tarde discutiendo inútilmente. Si Ockham hubiera estado en el legislativo los cosía a navajazos. Pensemos de manera económica: ¿cómo no perdonar una deuda que todos sabemos nunca será pagada? En los hechos, en la realidad que excede nuestros deseos y gustos, la definición a tomar es: a) ¿tenemos un gesto amable y nos jactamos del mismo ensalzando nuestra condición de país agradecido y de gran corazón?, o b) ¿seguimos esperando con la certeza de que no vamos a cobrar un dólar porque Cuba está fundida hace 50 años? No parece haber mucho para razonar ni discutir. Llámenme necio, pero no veo donde está la intríngulis.
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Tengo una hermana que es actriz y sé de estas cosas: no se puede esperar ninguna respuesta de alguien que en términos de solvencia económica es menos que un guardia de Prosegur o cajera de supermercado. Ni siquiera se la puedo reclamar. Yo sabía perfectamente que estaba tirando la guita al río cuando se la di. Y acá pasa exactamente lo mismo, Cuba es nuestra hermana actriz, está para todo eso de ser rico en moral, colectivismo, espiritualidad, energía emocional, y robotizar niños haciéndoles recitar los valores de la revolución, pero la guita no nos la va a devolver jamás ¡porque no producen nada! Y les digo más: hay más chances de que mi hermana actriz me devuelva la guita a que lo haga Cuba con Uruguay, mi hermana actriz si hace el lobby correspondiente y alcahuetea a quienes tiene que alcahuetear y se mueren al mismo tiempo dos o tres de las actrices que están afincadas en la Comedia Nacional, capaz que un día se transforma en empleada del municipio, quién les dice, pero Cuba no se puede transformar en municipal.
Cuba además, tal cual dice el Ejecutivo en su pedido enviado al Parlamento, tuvo ese hermoso gesto de mandar algunos de sus mejores esclavos de la salud para hacer operaciones de ojos acá, como forma de solidaridad desinteresada. ¿No les vamos a reconocer eso tampoco? Una actitud de caballeros se responde con otra semejante. Hay que ser muy solidario para prestar esclavos. La verdad es que haber mandado un container de estos médicos que arreglan las vistas, que son propiedad de su régimen, pertenecientes a su Estado Socialista, y los envían a trabajar para nosotros sin pedir nada a cambio más que el porcentaje del sueldo que les corresponde como dueños, y dejando que nosotros les paguemos a nuestro gusto y parecer (debe haber sido una suma pequeña, ellos allá creo que cobran una bolsa de porotos negros cada 100 operaciones, así que nos habrá salido en cuenta), es algo que habla de la dignidad latinoamericana y esa hermandad conmovedora que nos une y debemos honrar cada vez que se pueda.
En cuanto a la discusión sobre el régimen comunista en sí mismo, tampoco le veo razón de ser. Para mí la polémica acerca del comunismo se terminó cuando dejé de usar papel higiénico Sin-Fin, creo que el uso indiscriminado de aquel desolador Sin-Fin verde, un papel higiénico de origen rumano-comunista, con aquella estética entristecedora inolvidable del comunismo rumano y su condición cuasi monopólica (tiempos duros en los que no se podía elegir el papel higiénico en este país), nos hacía mucho más propensos a admitir la posibilidad de la existencia y viabilidad del comunismo; nos metían el comunismo por el culo, digamos, la única manera de que te entre el comunismo, por otra parte. Y así como pasamos a otro papel higiénico, es hora de pasar a otra discusión, señor presidente.