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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáIsrael, ¿racista? Primero solicito públicamente disculpas al Dr. J. M. Sanguinetti por haber afirmado erróneamente que se opuso a la construcción del monumento en Tres Cruces, recordatorio de la visita del Papa San Juan Pablo II.
Contesto ahora al Sr. Fabregat: 1) afirmé, y reafirmo ahora, que en Israel solo existe el matrimonio religioso. Un judío no se puede casar con un gentil (no judío), las reglas, el divorcio incluso el registro lo lleva el rabinato. ¿Qué clase de libertad es esta? Una opinión indiscutible, el Dr. Edgar Miles Bronfman, presidente del Consejo Judío Mundial (1980-2007), dijo: “en el judaísmo es hora de abandonar ideas racistas y de alentar a los matrimonios mixtos (un judío con un gentil) a que críen a sus hijos según el judaísmo, el concepto de pureza empieza a sonar como el nazismo, o sea, racista…”.
Usted, Fabregat, reconoce que se está estudiando una ley de matrimonio civil que hoy no existe en Israel. ¿Quién miente?
2) Usted afirma que Palestina era “una tierra desierta, abandonada…”; vea: en 1948 (año de la fundación de Israel), Palestina tenía 60 habitantes por km2, y ese mismo año Uruguay 12 hab/km2 (Uruguay tenía 5 veces menos población que Palestina). Ninguno, ni Uruguay, y menos Palestina eran “tierra desierta y abandonada”. Por eso, para fundar Israel, se desapropió al pueblo palestino de poco más de la mitad de su secular territorio. Lo peor es que desde 1967 Israel sitia, ocupa y coloniza con su ejército la otra mitad, la que le quedó a los 4 millones de palestinos. Por eso Palestina, hoy, es colonia de Israel, llamada en el derecho internacional la Potencia Ocupante. Así lo dictaminó la Corte Internacional de Justicia (La Haya), en el año 2004, por 14 votos contra 1 (USA), y la Asamblea General de ONU, a través de las resoluciones 35/169 de diciembre de 1980 y la res. ES10/7 de diciembre 2000, que califican de ilegal la conducta de Israel e instan a poner fin a la ocupación de Palestina por violar el derecho internacional. Conozca la opinión indiscutible de un médico judío, condecorado por el ejército de Israel, el Dr. Daniel Filc: “ser patriota israelí, hoy, es luchar contra la ocupación de Palestina”. ¿Quién miente?
3) Afirma usted, Sr. Fabregat, textual, “la definición judía de Israel no es un acto de discriminación, muy por el contrario”. Pero si Israel es el estado del pueblo judío, y solo son judíos los hijos de madre judía (ley judía del vientre), se exige una condición genética, de linaje (RAZA: casta o calidad del origen o linaje. Dicc. Real Academia Española, Tomo II, 20ª Ed. Pág. 1.114). Se discrimina así incluso a los hijos de solo padre judío, para el matrimonio y el entierro en cementerios judíos en Israel.
En Israel solo el judío tiene acceso a la tierra del Estado (90%), permiso de construcción, subvenciones escolares y culturales, etc. Los árabes, cristianos, etc., NO. Lea los trabajos de Naum Kliksberg y Roselle Tekiner. Esto en Occidente se llama racismo y comenzando el s. XXI merece universal condena. En Uruguay: “los hombres son iguales ante la ley (…) no reconociéndose otra distinción entre ellos sino la de los talentos o las virtudes”, art. 132 Constitucion 1830, hace casi 200 años. Esto merece universal admiración.
4) Quien esto escribe, no está cegado por el odio, Sr. Fabregat. Su intolerancia a mi crítica fundada y su falta de argumentos es lo que lo induce a descalificarme. Y para corroborarlo, le transcribo parte de una carta que el reconocido periodista judío Gideon Levy publicó el 27-1-2005 en el diario Haaretz de Tel Aviv. Se la dirige a un soldado judío que atacaba a los palestinos:
“Querido Soldado: es imposible hacer lo que Ud. está haciendo en los territorios ocupados (Palestina, NdT) sin pensar de la manera en que lo hace. (…) Por eso existe un sofisticado sistema de educación, información, comunicación, lavado de cerebro, deshumanización y demonización, un sistema que está llevando a generaciones de excelentes jóvenes a cometer hechos espantosos porque están absolutamente desprevenidos de lo que están haciendo. Lo que el sistema instala es que nosotros somos los amos de la tierra y los palestinos son personas inferiores que bajo ninguna circunstancia tienen los derechos que nosotros tenemos; que la ocupación es justa. Los soldados han matado a 623 niños y jóvenes, ¿y usted quiere decirme que ni uno de esos soldados descubrió a un niño en su mira? Y el que disparó desde su tanque sobre edificios residenciales en Gaza y que no vio a ningún niño en su mira, ¿no sabía que en esos edificios vivian niños y sin embargo apretó el botón? Y el piloto que dejó caer una bomba en un barrio densamente poblado, ¿tampoco él sabia que los niños estarían entre las víctimas? Usted está luchando con una fuerza demoledora contra niños y adultos que lo enfrentan como pueden por una causa que les pertenece a todos. Ellos están enfrentando la ocupación. ¿Con qué autoridad usted decidió cómo vivirán ellos, cuándo permanecerán en sus casas y cuándo podrán salir, cuándo trabajarán y cuándo no podrán hacerlo, cuándo podrán llegar a los hospitales y cuándo sufrirán en sus casas? ¿Quiénes somos nosotros? ¿Qué nos da el derecho? ¿Simplemente porque nosotros tenemos la fuerza, mucha fuerza, podemos hacer todo? Usted y sus amigos no tienen ningún derecho moral para estar allí y hacerle a la población lo que le están haciendo. Usted no tiene ningún derecho moral para encarcelar a la población, entrar a sus casas en el medio de la noche, ir de casa en casa demoliendo sus paredes, detener a la gente indiscriminadamente, destruir, disparar, tiranizar y causar desgracias. Un día usted verá con una luz diferente lo que está haciendo allí, entre Hawara y la casbah (Palestina) y si usted es de verdad una persona de conciencia, soportará las noches sin poder dormir, muchas noches y durante muchos años. (…) ¿Qué le dirá usted a sus hijos? (…) ¿Qué clase de persona será usted cuando regrese a casa? Ni por un minuto he pensado que a los soldados de la IDF (Fuerza de defensa Israelí; por sus siglas en inglés. NdT) les gusta matar a niños. Pero están matando a niños. Muchos niños, cientos de niños. (…) La sangre de estos niños no se ha ido al cielo. Su sangre está en nuestras manos. Su sangre está en las manos de aquellos que los enviaron a la casbah y en la cabeza de los que dispararon”.
5) Conclusión: si por víctima consideramos a quien sufre sin la capacidad de modificar las causas de su sufrimiento, y por victimario al causante voluntario de ese sufrimiento, es inexplicable que un pueblo tantas veces víctima se haya transformado en victimario. La mayoría deseamos que los justos de Israel corrijan el rumbo de sus dirigentes, y con el probado poder que poseen impongan una paz justa, el respeto a un estado Palestino digno y soberano y no la muerte, el oprobio y la expulsión de los palestinos. Que Dios ilumine a Israel y no se condene con su crimen.
Dr. José Olivera