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Desagravio al Dr. Fernando Cirillo. Con mucho dolor leí en el Nº 1.819 de la revista Búsqueda que un número importante de supuestos defensores de los derechos de los animales, en una manifestación organizada para mostrar su repudio al encierro de animales en el zoológico de Villa Dolores, terminó en un ataque con pintarrajeada a la clínica particular de quien fuera veterinario del zoo ya nombrado.
Culpado por este grupo de manifestantes por ser el responsable de que se le aplicara eutanasia a la moribunda elefanta Yothi en el año 2012.
Además de ser yo un firme creyente de que este tipo de ataques en una sociedad organizada no tienen lugar, justamente el Dr. Cirillo es la persona menos indicada para recibir este tipo de violencia dada su dedicación a los animales y el empeño que este profesional ha puesto sin descanso en el bienestar animal, tanto en el tratamiento de mascotas como animales exóticos, una de sus especialidades, además de insigne cirujano.
Yo conocí al Dr. Cirillo hace unos cuantos años bajo las circunstancias de un accidente que sufrió mi perro Sam. Este era un Border Collie que fue pateado por un caballo con tan mala suerte que le quebró la articulación que une el húmero con el radio y cúbito de la mano derecha. Con premura lo traje a Montevideo donde lo asistieron los profesionales de una prestigiosa clínica. Al hacer un diagnóstico y por la gravedad de la lesión y por la pericia que requería la operación a realizar, me aconsejaron: “Llévelo a lo del Dr. Cirillo; si él no puede evitar la amputación del miembro no hay otro que lo pueda ayudar”. Y así fuimos a lo de este doctor, quien con su reconocida valía como cirujano no solo salvó la mano de Sam, con una sola operación, sino que le dio una calidad de vida que le permitió tener una funcionalidad adecuada y pudo estar ocho años más junto a nosotros dando y recibiendo amor.
Es de destacar lo novedoso e ingenioso que es el Dr. Cirillo para hacer frente, en el momento de la cirugía de un animal, a los problemas que diferentes lesiones presentan. Me acuerdo de un caso que me contaron por aquellos días cuando le salvó la vida a un tucán de Villa Dolores. Resulta que alguien del público le tiró comida no apta para este animal y se partió parte del pico. El hecho es que el pobre animal no retenía la comida en su boca, se le escapaba por el agujero y se estaba muriendo de inanición. Al Dr. Cirillo se le ocurrió cubrir el agujero con acrílico, lo hizo en forma tan artística y efectiva que el tucán pudo volver a comer sin inconvenientes y continuar con su vida.
Con estas dos anécdotas, por supuesto hay muchas más, se puede ver con claridad que el Dr. Cirillo está muy lejos de ser merecedor de tal ataque. Un hombre que ha hecho muchísimo más por el bienestar animal que muchos (si no todos) de los integrantes de esa banda de supuestos defensores de animales.
No entiendo cómo quienes dicen defender derechos, lo hacen violentando los derechos de otros. Creo que no es el camino salir a defender los derechos de un grupo mediante el ataque irracional a los integrantes del grupo supuestamente contrario. En un Estado de derecho hay los caminos institucionales para hacernos oír y plantear nuestros reclamos. Además me resulta ilógico tratar de “asesino” a quien aplicó eutanasia a una elefanta moribunda por la cual ya no había más nada que hacer y solo era prolongar su sufrimiento.
Si lo pensamos bien, en su estado natural los depredadores hubieran dado cuenta de ella mucho antes y en una forma más dolorosa para la pobre elefanta en cuestión.
Por un llamado a la cordura invito a todos a la reflexión en paz y cese de este tipo de agravios por demás inmerecidos.
