• Cotizaciones
    viernes 17 de enero de 2025

    ¡Hola !

    En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, tu plan tendrá un precio promocional:
    $ Al año*
    En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá
    * Podés cancelar el plan en el momento que lo desees

    ¡Hola !

    En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, por los próximos tres meses tu plan tendrá un precio promocional:
    $ por 3 meses*
    En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá
    * A partir del cuarto mes por al mes. Podés cancelar el plan en el momento que lo desees
    stopper description + stopper description

    Tu aporte contribuye a la Búsqueda de la verdad

    Suscribite ahora y obtené acceso ilimitado a los contenidos de Búsqueda y Galería.

    Suscribite a Búsqueda
    DESDE

    UYU

    299

    /mes*

    * Podés cancelar el plan en el momento que lo desees

    ¡Hola !

    El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
    En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá

    Los estudiantes y el cadáver

    Sr. Director:

    ¡Qué sensación tan repulsiva y extraña, tan vergonzante, tan espiritualmente aniquilante! Esta es la serie de pensamientos que me invadió cuando escuché en la radio que los estudiantes de Medicina habían trasladado un cadáver, a sentarlo a la mesa de su fiesta, no sé si de graduación de alguno, o de algunos, o de lo que fuera.

    Los estudiantes de medicina, o practicantes, siempre han sido la columna en la primera fila de fuego que se encontraban los pacientes en busca de alivio a su dolor o a su angustia, en la puerta de los hospitales de guardia.

    Ellos han sido siempre, y lo seguirán siendo, los guardianes de la vida, los mensajeros del alivio, agentes lenitivos ante la angustia o el dolor físico. Ellos acompañan nuestras inesperadas dolencias, nuestras interrogantes más inquietantes, las sorpresas más dolorosas que surgen bajo forma de “ataques” de nuestros cuerpos. Tanto en forma de efusiones de sangre o de trastornos digestivos, dolores insoportables de cabeza o desfallecimientos angustiantes, si sufrimos, desde un accidente doméstico o en las rutas, o experimentamos una caída que ni sospechábamos. O caemos presa de bajones anímicos en que no sentimos que podamos contar con nosotros mismos.

    Después se nos unen otras cuentas para agregar a este collar. (Y para intentar comprender algo de lo ocurrido).

    Uno de nuestros médicos, merecedor de tal nombre, y de tal estima, ha llamado la atención de cómo flaquea nuestra asistencia, y sobre todo nuestra educación médica. Uno de sus libros se llama “La medicina desalmada”, su autor es el Dr. Álvaro Díaz Berenguer y encarece en él que el médico pueda acercarse a su paciente bien o mejor aún, con respeto, con calidez, con espíritu elevado. Que sepa hablar, que sepa escribir, que sepa disponer de tiempo, que no sea burlón, que no sea “sobrador”, que sea inteligible verbalmente en la trasmisión que tenga que hacer a su interlocutor, paciente o familiar de éste. Que se haga comprender por ambos en un lenguaje llano. Pero no hay caso. Los bienes culturales con que los estudiantes de medicina ingresan a la facultad parecen escasear en esas mochilas de muy poco peso, y que lejos están de hallarse colmadas con esperables y suficientes bienes culturales, que se esperan y no llegan, que se pudieran aprovechar y cosechar en esa profesión. Empero, por ahora, detentar esa esperanza es una quimera, es una expectativa vana.

    Esa profesión contó en nuestro medio con la humanidad de un cirujano vanguardista como lo fue Raúl Praderi, de un neurólogo humilde y sabio como Constancio Castells, de un malogrado investigador como Raúl Piaggio Blanco, fallecido en accidente de aviación, en 1952. Sus presencias fueron señeras y hubo muchas otras que el espacio no alcanza para debidamente recordar: el pediatra Julio R. Marcos, fundador de la Clínica Psicológica del Hospital Pedro Visca, el profesor Dr. Fernando Herrera Ramos, un vanguardista de sagacidad clínica relevante y admirable práctico en el uso de la farmacología, los profesores Luis y Atilio Morquio, aquél pediatra, éste internista, ambos figuras renombradas en sendas disciplinas como la Pediatría y la Medicina General.

    ¡Qué difícil aunar estas imagenes de auxilio, de apoyo, de orden en el caos repentino y transitorio que invade nuestro cuerpo y alma, con esta imagen del disparate goyesco, del esperpento, de la imagen mitológica más tenebrosa, de un aquelarre obsceno, ya mediatizado, en que se procedió a infamar tanto la vida como la muerte, tanto en lo que se debe de respeto al semejante, como a una túnica que se lleva y que es emblema simbólico de juramento que obliga. Porque no se respeta al muerto, también se comprende que no se respete al vivo.

    Y esto me duele más aún, porque los festejantes demostraban que no midieron el alcance de lo que hacían, demostraban triste, menesterosamente, que por el padecimiento de ignorancia mostrado, no medían cuánto se faltaban el respeto a ellos mismos.

    Juan Carlos Capo