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    Más ciencia y menos ideología

    Sr. Director:

    “El mundo atribuye sus infortunios a las conspiraciones y maquinaciones de grandes malvados. Entiendo que se subestima la estupidez”. Adolfo Bioy Casares

    Uruguay es de las pocas regiones del planeta que cuentan con varios centímetros de tierra vegetal y un clima adecuado para la producción de alimentos. Estos escasos centrímentos de tierra vegetal se han formado en general en miles y a veces en millones de años. De esos escasos centímetros de tierra vegetal, aún depende la supervivencia de la humanidad. De ahí salen el trigo, el maíz, el arroz, la carne, la leche, etc. La humanidad no podría sobrevivir si no existieran esos escasos centímetros de tierra vegetal. Si esto se comprende, recién se podrá tener idea de la importancia del tema. Por tanto, se puede entender que la tierra no puede sacrificarse para solucionar los problemas económicos de una generación ni puede sacrificarse para solucionar los problemas sociales de una generación. Se entenderá que lo que se haga con la tierra trasciende nuestra época para incidir en las futuras generaciones, por lo menos hasta que se fabriquen alimentos en forma artificial.

    En sus postulados económicos, Adam Smith hablaba de tres pilares; naturaleza, trabajo y capital, división que luego todas las vertientes económicas (capitalismo, marxismo, etc.) abandonaron y simplificaron solamente en trabajo y capital. La tierra se considera capital y es naturaleza. Lo es, pues puede ser irreversiblemente dañada.Si se degrada “se pierde capital”, pero lo peor es que se pierde la capacidad de producir alimentos para la humanidad. Se pierde “naturaleza” de la cual el hombre forma parte y que se debe cuidar. No se puede pensar en la tierra como un simple medio de producción, como una fábrica o un molino, la tierra es el sustratum de la vida.

    El que sobrevuele el país quedará asombrado de los destrozos que el mal uso de la tierra ha causado en las zonas agrícolas y de los daños de sobrepastoreo en los ganaderos. Siglos de acumulación de suelo vegetal que se han perdido, erosiones lacerantes, pérdida de la estructura de suelos que no se regeneran con fertilizante.

    Por otro lado, “un nuevo informe alerta que nuestra civilización está abocada al colapso porque no tenemos suficientes recursos naturales para continuar con el modelo de civilización que soporta la existencia de la especie humana en la Tierra” (Referencia: Update to limits to growth: Comparing the World model with empirical data. Gaya Herrington. Yale Journal of Industrial Ecology, Volume25, Is.).

    “La humanidad no puede soportar tanta realidad”. T. S. Elliot

    De acuerdo al razonamiento precedente, el objetivo fundamental del desarrollo agrícola del Uruguay es la explotación racional de la tierra que permita producir alimentos para la mayor cantidad de gente.

    Esta definición excluye el concepto de “distribución justa de oportunidades para trabajarla”.

    ¿Qué es justa, quiénes tienen que trabajar la tierra? De acuerdo al hilo precedente, la tierra deben trabajarla los que la cuiden y sean capaces de extraer de ella el máximo producto sin que altere sus propiedades básicas. Por tanto, el hombre es funcional a la tierra y no al revés. Esto implica que para lograr mayor productividad por hectárea de campo, las superficies de las explotaciones deben ser mayores, que permitan economías de escala. Sembrar con sembradoras con gps que indiquen las necesidades de fertilizantes de cada suelo y cosechadoras que rinden en las grandes “tiradas”. Para tener tales equipos, se requiere de arreglos sociales y transacciones económicas acordes a los capitales requeridos en estos tiempos.

    Informaciones de prensa señalan que el precio por hectárea (ha) de campo hoy asciende a US$ 3.756, mientras que en los últimos 19 años, donde se vendieron 8,3 millones de hectáreas en Uruguay, el promedio fue US$ 1.623 por ha.

    Como ejercicio, se toma el precio de US$ 1.623 y se multiplica por las hectáreas que se le entrega a un colono para que viva su familia y él dignamente (500 ha). En una labor de Colonización, el Estado entrega US$ 811.5000 a una familia, que no va a tener grandes niveles de productividad y por tanto poco excedente social.

    ¿Socialmente, no es mejor que el Estado invierta ese dinero en escuelas, policlínicas, guarderías, liceos, en investigación contra virus?

    “Pobres contra pobres

    Una cosa son los compatriotas que viven en asentamientos, llaga que agrede como nación y otra cosa son los potenciales colonos. Los que se asemejan a la gente de los asentamientos, son los que viven en los llamados “rancheríos o pueblos de ratas”.

    De ellos se encarga con todo éxito Mevir, no el Instituto Nacional de Colonización. Este instituto se crea por ley el 12 de enero de 1948.

    ¿Cómo era el Uruguay en ese año, cómo era el mundo? Se acababa de salir de la Segunda Guerra Mundial, comienzos de la Guerra Fría. Era un mundo “industrial”, se fabricaban vehículos y electrodomésticos como fuente competitiva de las naciones. Se decía que Uruguay debía crear una industria que lo llevara al desarrollo, y el campo debía proveer la materia prima y los brazos excedentes de su desarrollo. En Uruguay no había televisión.

    En el mundo no había Internet ni celulares, no existían las que hoy son las empresas más valiosas del mundo: Google, Facebook, Apple, que nacieron en un garaje, lejos de la tierra.

    ¿El mundo cambió, la tierra es para quien la trabaja?

    ¿Quién la trabaja, el que recorre el campo para cerciorarse de que no faltan animales o que no estén abichados y/o el que va al banco a gestionar un crédito luego de planificar el ejercicio?

    En Uruguay hoy hay “pibes” que trabajan en “garajes” creando chips para “caravanear” el ganado con gps para saber su localización y si su conducta es “anormal” por estar enfermos.

    ¿Tendrá sentido mantener una ley creada en 1948 para un mundo que ya no existe?

    El mundo es complicado y la vida se encapricha en complicarla más. Lo que sí se sabe es lo que no es el mundo. No es dicotómico, no es blanco o negro, no hay buenos y malos, menos oligarquía o pueblo y otras zonceras que descalifican a quienes las repiten. No hay pobres contra pobres, hay muchas situaciones complicadas y recursos escasos. Son decisiones sociales complejas, en las que se debe maximizar el bien común.

    Se asume que la pobreza no es simplemente un déficit de dinero, centrarnos en eso es restar trascendencia a otras dimensiones esenciales para el desarrollo humano (Manes, Facundo y Niro, Mateo. 2018. El cerebro del futuro. Grupo Editorial Planeta S.A.I.C.). Las personas más pobres están expuestas a una falta de recursos de muchos tipos: educativos, nutricionales, de ocio... Todo ello supone un obstáculo para el desarrollo cerebral, siendo un lastre para el rendimiento cognitivo.

    Hay otros pobres que solo tienen dinero y también hay otros que tienen el cerebro lleno de ideología. Asumen posiciones morales deontológicas, las cuales se definen por su naturaleza y no por sus consecuencias.

    Todo lo que venga del gobierno es intrínsecamente malo, sin considerar qué resultados producen. Quizás lo que les interese es precisamente que no produzcan resultados.

    Rafael Rubio

    CI 1.267.677-8