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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáEn declaraciones publicadas en “El Observador” del día 6 de junio, Héctor Amodio Pérez (en adelante, HAP), en medio de una polémica con sus ex compañeros, intenta insultar en varias ocasiones la memoria de Wilson Ferreira Aldunate, el último gran caudillo político uruguayo del siglo XX, hoy reconocido por encima de divisas; como el líder que luchó por las libertades y la independencia nacional y concibió un proyecto nacional de desarrollo económico y social integral; y el hombre que consumió —como todos saben— su fortuna, su felicidad y su vida por la “comunidad espiritual” que siempre identificó con nuestro país.
El intento de ofender a Wilson o falsear lo que realmente representó —que se ha reiterado sospechosamente en los últimos tiempos— nunca ha sido más vano que en este caso, por motivos obvios.
Pero no debe quedar impune, porque atenta, en la figura de un gran protagonista político, contra la actividad política misma, que HAP enfrentó primero con las armas desde la guerrilla, y luego, desde el bando contrario, impulsando el golpe de Estado cívico-militar de junio de 1973.
Sería muy interesante que HAP volviera al Uruguay, donde cuenta con todas las garantías de la Constitución a la que combatió, a hacerse cargo de los dichos que lanza desde la impunidad que le otorga la lejanía.
Dado el elocuente silencio de gente que lo nombra mucho en ocasiones específicas; que no se han realizado, como en otras ocasiones, los desagravios correspondientes; y dado que HAP, en demostración de su valía personal, trata de insultar a quien no puede responderle, los abajo firmantes (que compartieron a lo largo de décadas, innumerables episodios junto a su líder, compañero y amigo), se ven en la necesidad de formular las precisiones que siguen.
En primer lugar huelga señalar que pocas cosas son más ciertas que “ofende quien puede y no quien quiere”, y HAP no tiene, reconocidamente, estatura moral para ofender a nadie. Sin entrar en otras discusiones, es indiscutible es que fue un traidor a todos los uruguayos, ya que redactó un libro (al que en seguida nos referiremos) que intentaba ser el pretexto de la cúpula militar del año 1972 para justificar el golpe de Estado cívico militar que finalmente se produjo el 27 de junio de 1973.
Con relación a lo que nos incumbe, dice en la referida nota HAP: “(…) Esa vigilancia (al cuartel Florida, N. de R.) tuvo como consecuencia que Trabal supiera de las reuniones en la calle Sevilla y en la casa de Elsa Dubra, a las que acudía Ferreira Aldunate, y otras en la casa de Domingo Carlevaro (…) Trabal y Fernández Huidobro le susurraron al oído a Ferreira Aldunate que él sería la cabeza civil del golpe bueno. ‘El País’ puede seguir insistiendo acerca de Wilson, pero se ha negado a publicar lo que yo le he enviado acerca de este tema. Como bien ha dicho (Adolfo) Garcé, de Wilson ha trascendido una imagen bonachona, casi angelical, y se ha ocultado la otra cara, la de un oportunista contumaz, agrego por mi parte. (…) En 1984, un año antes de la amnistía, Ernest Siracusa, embajador de EEUU en Uruguay cuando el golpe de 1973, se encargó (…) de ir preparando el fin de la dictadura, que culminaría con el pacto del Club Naval. En dichas reuniones se acordó la prisión de Wilson Ferreira —aceptada por él e impuesta por los militares— y dar paso a Julio María Sanguinetti (…)”.
Todo lo que afirma o sugiere HAP es falso.
1.- Wilson Ferreira Aldunate (que era el indiscutido jefe del Partido Nacional en ese momento, no realizó reuniones con miembros de la guerrilla, salvo la que relata Alvaro Alfonso en su libro “Jugando a las escondidas/Conversaciones entre tupamaros y militares”. Dice Alfonso: “En enero de 1972 (en plena discusión del resultado de las elecciones de noviembre de 1971, N. de R), en un apartamento de Pocitos (...) Wilson dialogó con Mauricio Rosencof y Julio Marenales. En aquel momento era el hombre más votado en la historia del país, tenía siete senadores, veintidós diputados y controlaba doce intendencias. En el encuentro arriesgó su vida y su prestigio político entero. (...). Marenales advirtió que si estaba dispuesto a llevar adelante el programa (“Nuestro Compromiso con Usted”), “encontrará en nosotros una buena disposición”. Marenales sostuvo que “estamos en lucha por un programa, y mientras no esté en marcha nos tendrá en una actitud vigilante y beligerante”. (...) Wilson destacó que “su preocupación estaría en el desarrollo agropecuario”, y en ese momento mencionó algo que nunca concretó: la posibilidad de un acuerdo político con (el entonces candidato a presidente Juan María) Bordaberry”. Lo que quería Wilson era que si llegaba al poder estuvieran echadas las bases de un acuerdo de paz; y que si no era consagrado presidente, pudiera llevarle a (Juan María) Bordaberry esa misma idea, que rebotó de plano en la primera entrevista. Ferreira relató posteriormente muchas veces que “había desesperadamente que parar la sangre” y que “la tozudez de Bordaberry no quiso saber nada de reformas estructurales, ni de la pacificación del país, planteó todo acuerdo como un reparto de cargos”. El intento de buscar la paz se frustró. La escalada continuó y nos llevó a la dictadura, de la que salimos mal todos, civiles y militares, menos el puñado de ciudadanos que lucró con la tragedia.
Por su parte, el ex presidente y actual senador José Mujica declaró a Búsqueda el 24 de julio de 2003: “El único que negoció fue Wilson Ferreira y se jugó la ropa en eso. Por eso yo siempre he considerado la brutal estatura política de Wilson, que fue el único que habló en el sentido de si había un ambiente para encontrar una paz negociada”. Agregó: “Wilson hizo eso porque veía la posibilidad de llegar al gobierno con el problema sin resolver y tuvo el coraje de acercarse”.
2.- A Wilson le fueron a “sugerir” ser la cabeza civil de un “golpe bueno” a su casa unos 40 oficiales en actividad el día de su cumpleaños, 28 de enero de 1972, y lo rechazó de plano. También impidió que un grupo de militantes blancos encabezados por un ex militar volaran el Cilindro Municipal donde se estaban procesando malamente los votos de las elecciones de 1971. Como había luchado junto al Dr. Carlos Quijano contra el golpe de Terra, sabía bien el valor sagrado del comportamiento democrático.
Ese mismo día relató el episodio a un grupo de jóvenes entre los que estaban los firmantes de esta nota, y posteriormente lo refirió en la Asamblea General. El 13 de febrero de 1973 dijo por radio que “cualquier intento de violar la Constitución lo encontraría siempre enfrente”. Los golpistas fueron otros y todos sabemos quiénes ya que lo dieron efectivamente el 27 de junio de 1973. Alcanza con leer los diarios de la época.
3.- En la Asamblea General del 29/31 de marzo, con relación al Comunicado Nº 775 de la Junta de Comandantes del 23 de marzo de 1973, que afirmaba que “cuando la sedición alcanzó su máxima expresión (…) muchos representantes de dichos sectores políticos partidarios, salvo honrosas excepciones, iniciaron negociaciones secretas con cabecillas del movimiento clandestino…”, Wilson Ferreira Aldunate respondió: “Creo que viene al caso (…) simplemente citar que en su oportunidad denuncié al señor Comandante del Ejército, Gral. César Martínez (...) la realización de negociaciones entre los dirigentes del movimiento tupamaro que estaban detenidos y de aquellos que aún gozaban de libertad con oficiales de las FFAA, en una unidad del Ejército Nacional, para concertar una campaña dirigida al desprestigio de las fuerzas políticas del país y a la instalación de un gobierno militar. El señor Comandante en Jefe recibió la documentación. Como la reunión que yo le denunciaba se estaba realizando en los mismos momentos, le solicité tomar injerencia directa e inmediatamente en los hechos, indicándoles quiénes eran los que se encontraban reunidos y dónde se celebraban las reuniones. Sé por actuaciones posteriores que el Comando del Ejército tomó medidas; recibió información, pero extraoficial, casi a título de rumor, de que se habían aplicado algunas sanciones, pero de eso no tengo confirmación. Cito el episodio en este momento. Está vinculado, además, al célebre intento de publicación de un libro del tupamaro o ex tupamaro Héctor Amodio Pérez, redactado junto con algunos oficiales del ejército (...) cuya copia fotográfica aporté al Sr. Comandante. El Gral. César Martínez adoptó medidas. Sé que luego intervinieron otros servicios del Ejército (…) la operación concreta que entonces se preveía como primera etapa (era) consistente en la aparición simultánea en varios países de este best seller. (…) Repito que creo que logró frustrarse esa maniobra burda. No sé si tendremos la misma suerte con algunos de sus desarrollos posteriores, ahora, cuando en reciente intento de carta, el mal ciudadano que por desdicha inviste la primera magistratura de la nación, repite algunas de estas calumnias repugnantes, en documento que ha hecho público”.
Las versiones luego confirmadas señalaban que Amodio y otros dirigentes tupamaros se habían complotado con malos militares para dar un golpe de estado. El detonante sería un libro donde Amodio relataría los contactos de políticos de todos los sectores —incluidos Pacheco y Aguerrondo— con guerrilleros. Se ofreció editar el libro a Federico Fasano, director de “El Eco” y otros diarios de izquierda. Fasano, al serle entregado el original lo comunicó a Wilson —con quien estaba enemistado desde las elecciones de 1971— y Zelmar Michelini.
4.- El 4 de mayo de 1973, WFA informa al Parlamento la existencia de un libro del “detenido” Héctor Amodio Pérez, cuya publicación (frustrada por denuncia de Federico Fasano) forma parte de “un complot para desprestigiar las instituciones”. El 8 de mayo, para desmentir a Wilson, el entonces presidente Juan María Bordaberry anunció que los militares autorizaban a que la Comisión de Constitución y Legislación del Senado de la República interrogase a Amodio Pérez en una Unidad Militar. Con excepción de Martín Etchegoyen, los integrantes aceptaron y concurrieron al Instituto Militar de Estudios Superiores. El senador Michelini se retiró por discrepar con la no autorización de taquígrafos y la presencia de militares en el interrogatorio.
La idea del Poder Ejecutivo era desmentir la versión de que Amodio había sido enviado al exterior.
El ex tupamaro dijo: “Soy Amodio Pérez y creo que está todo dicho”. Con eso iba a terminar la función prevista por los militares y el Poder Ejecutivo.
Horas después, el senador escribano Dardo Ortiz convocó a la prensa. Explicó que la entrevista fue en condiciones insatisfactorias y denunció que pidió a Amodio que escribiera algunas palabras en un papel (“Mi interés era conocer su caligrafía para compararla con un manuscrito que se le atribuye”). Amodio escribió una frase (“Estamos en una unidad militar”) que entregó al senador. Pero el Cnel. Ramón Trabal, Jefe de Inteligencia Militar, exigió que el escrito no fuera retirado del cuartel. Ante la negativa de Ortiz, Trabal declaró que tenía plena conciencia de que violaba “la Constitución y los fueros del senador”, pero que “obedecía órdenes superiores” y si el papel no era devuelto, Ortiz no podría abandonar la unidad militar. Ortiz, con gran sangre fría, se dirigió al entonces ministro de Defensa, Walter Ravenna, y le dijo que siendo el superior, diera la orden de dejarlo salir. Pero Ravenna vaciló y entonces Ortiz pidió hablar telefónicamente con el presidente de la República. Cuando iba a hacerlo, Trabal fue llamado por otros militares que estaban en el edificio y al volver le dijo a Ortiz que “por orden del Comandante, puede mantener el documento y retirarse con él del local”.
La acusación de Amodio contra Erro —afirmó Ortiz ante la prensa— queda desmentida. Un documento anterior, cuyo original está en poder de senadores de Por la Patria —y que alude a contactos del MLN con distintos políticos— ha sido escrito, como lo demuestra el peritaje caligráfico, por Héctor Amodio Pérez. Si dicho documento (“parte de un complot para desprestigiar a los partidos”) contiene falsedades —afirma Ortiz— no hay motivo para atribuir veracidad al testimonio de la misma persona cuando plantea cargos similares contra el senador Enrique Erro.
A continuación, Ortiz relató los episodios en el seno del Parlamento, donde sus palabras fueron confirmadas por los otros senadores presentes: Héctor Grauert (Lista 15), Washington Beltrán (Lista 400), Eduardo Paz Aguirre (Lista 15) y Juan Adolfo Singer (Lista 15). El senador Mario Heber manifestó haber tomado conocimiento de que “el libro de Amodio” contenía acusaciones de que él mismo, el general Mario Aguerrondo, el senador Amílcar Vasconcellos, Manuel Flores Mora, Jorge Batlle, Glauco Segovia y Jorge Pacheco Areco habían tenido contacto con la subversión. Señaló que él jamás había intentado contacto alguno y que suponer que el Gral. Aguerrondo lo hubiera hecho —cuando era notorio que su gran deseo era “terminar con la sedición y todos sus integrantes”— era risible. Quedaba desvirtuada toda veracidad del texto acusador.
El debate en la Comisión, donde solamente el quincismo y el reeleccionismo apoyaban el desafuero, se transformó en un proceso al proceso.
5.- Sobre HAP también habló el ex presidente de la República Dr. Jorge Batlle. En un discurso emitido por cadena de radio y televisión el día 25 de octubre de 1972, denunció una conspiración de “malos militares” que se dejaban aconsejar por “tupamaros del tipo Amodio Pérez” para derrocar las instituciones democráticas. Al día siguiente, Jorge Batlle fue encarcelado por las Fuerzas Conjuntas, acusado de “vilipendio al honor de las FFAA”.
6.- Wilson no se quedó en meras declaraciones en su lucha contra la conspiración de “malos militares” y “tupamaros del tipo Amodio Pérez”. Después de denunciarla en el Parlamento el 22 de agosto de 1972, y de muchísimas actuaciones, convocó con un mes de anticipación a una “Marcha por Patria, Honradez y Ley”, sin símbolos partidarios ni oradores, solo con banderas nacionales, en defensa de la Democracia. Dicha Marcha, única manifestación civilista que se realizó antes del golpe de Estado de Juan María Bordaberry del 27 de junio de 1973, se realizó bajo lluvia, recorriendo 18 de Julio desde la Universidad hasta la Plaza Libertad, donde se entonó el Himno Patrio. Fue saludada —cosa que Wilson recordaba siempre con emoción— por la histórica sirena del diario “El Día”, fundado por José Batlle y Ordóñez, que hasta entonces solo había conmemorado fastos del Partido Colorado.
Las instituciones democráticas, en particular el Parlamento, no cayeron sin luchar, cayeron ante la aplastante presencia militar encabezada por un puñado de civiles que todos conocemos. Y desde el golpe de Estado mismo recomenzó la lucha, llevada adelante por los partidos políticos (no todos) y el PIT-CNT.
Los hechos consignados han sido tomados de las siguientes fuentes bibliográficas: los cuatro tomos del Cr. León J. Morelli (“En alta y clara voz”; “Con las banderas desplegadas”; “Desafío al régimen” y “El Azul vuelve” publicados en 2004 y 2005; el libro “Se llamaba Wilson” (Aguilar, 2008, 541 páginas), de Diego Achard, y el libro “Biografía de Wilson - Una Comunidad Espiritual” (Sudamericana, 2008, 526 páginas), de Carlos Luppi, así como los “Cuadernos de Marcha” titulados “7 días que conmovieron a Uruguay”, “La era militar” y “El fin del principio (27 de junio de 1973)”, compilados por el Dr. Carlos Quijano entre marzo y agosto de 1973.
Es muy claro por qué HAP intenta insultar con falsedades a Wilson: él y su gente demostraron la conspiración que se estaba llevando a cabo contra las instituciones democráticas y en las que HAP jugó un rol fundamental. Acaso también haga mandados para los interesados en que la verdadera historia de las luchas de Wilson Ferreira Aldunate se tergiversen.
Pero la verdad es indiscutible: Wilson es una de las grandes figuras históricas de la Historia del Uruguay, luchador incansable por la libertad, la independencia nacional, el desarrollo económico integral y la justicia social; y dio su felicidad, su fortuna y su vida por estos valores.
HAP es lo que es.
Varias conclusiones preliminares.
Llama la atención que la figura de Wilson sea atacada en soledad desde diversos frentes. No hay ataques a ninguna otra figura gravitante de nuestro pasado reciente. Por algo será. En política y en lo que se ha dado en llamar “la manipulación de la historia reciente” no hay casualidades.
Llama asimismo la atención que quienes a veces reivindican exclusividad en el uso de su nombre y dicen haber estado junto a él en sus luchas de aquellos años, no hayan encarado nunca su defensa.
Un aviso para navegantes. Un fenómeno político de gran relevancia desde hace algunas décadas es la “licuación” de la política, que en nuestro país, en América Latina (con casos notables como el del ahora beatificado monseñor Arnulfo Romero) y en el mundo alcanza dimensiones alarmantes. Muchos de nuestros protagonistas actuales demuestran con sus actos que, además de ignorar que Uruguay tuvo hasta 1973 una de las clases políticas más brillantes del mundo, y no honrar a sus mayores, ignoran que cuando pierden las riendas de legitimación del poder, éste va a las manos de los militares o los poderosos del dinero.
La decadencia indiscutible de algunos partidos políticos en Uruguay, justamente por no ocuparse de sus grandes referentes, como José Batlle y Ordóñez y Wilson Ferreira Aldunate, constituye una prueba irrefutable de este proceso. Podría decirse que quienes ignoran su historia están condenados a perderla y a que otras fuerzas políticas, legítimamente, hagan suyo tan precioso bagaje.
Dr. Juan Raúl Ferreira Sienra
Cr. Carlos Luppi