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Era setiembre del 2018 y las negociaciones entre la Unión Europea y el Mercosur para alcanzar un acuerdo estaban en una etapa clave. Su final era todavía incierto. La ronda de discusiones era en Montevideo y los diplomáticos uruguayos encargados del tema no podían dedicarle toda la atención a una negociación prioritaria para el gobierno. Es que esa misma semana estaba en la capital una delegación de Corea para llevar adelante la primera ronda de negociaciones y los diplomáticos uruguayos debían hacer malabares para que no se superpusieran las agendas.
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El nuevo canciller, Ernesto Talvi, considera que con la situación actual del Mercosur, cuya agenda exterior está más activa que nunca, los negociadores uruguayos “no dan abasto”. Por eso propondrá cambios en la carrera para dar más peso a la “diplomacia económico-comercial”, aunque eso pueda acotar las posibilidades de los diplomáticos a la hora de diversificar su carrera.
La intención del ministro de Relaciones Exteriores reabrirá una discusión en la interna de la secretaría de Estado sobre la pertinencia de otorgar una formación “generalista” o “especializada” a sus embajadores, dijeron a Búsqueda fuentes del servicio exterior.
“No da abasto”
La primera actividad de Talvi como ministro fue sobre todo un gesto. Acompañado de la subsecretaria, Carolina Ache, y el director general de Secretaría, Diego Escuder, recorrió las instalaciones del Instituto Artigas del Servicio Exterior (IASE), el centro de capacitación de los diplomáticos, para dar una señal de la importancia que le dará a la profesionalización de la carrera. La visita, además, le dio un primer registro de lo difícil que le será llevar adelante su objetivo de priorizar la “diplomacia económico-comercial”.
Apenas comenzó la recorrida, Talvi le preguntó al exdirector del instituto Juan Sader, actual director de Asuntos Políticos, qué cursos tenían sobre diplomacia económico-comercial. La respuesta fue poco alentadora para el ministro: no hay ninguno que profundice sobre ese aspecto. “Tenemos muy pocos especialistas en el tema”, justificó Sader.
El nuevo canciller dijo que eso tiene que cambiar. Para Talvi la carrera debería dividirse “en dos ramas”, una de “diplomacia tradicional” y otra “económico-comercial”.
Sader le retrucó en seguida que eso era complicado porque una especialización económica podía limitarles a los diplomáticos sus opciones a la hora de elegir cómo continuar su carrera.
El artículo 40 de la Ley Orgánica del Servicio Exterior establece que todos los funcionarios “deberán obligatoriamente rotar en el desempeño de funciones, alternando períodos máximos de cinco años en el exterior y mínimos de dos años en la Cancillería”. La norma no especifica que deba ser en un área en particular, aunque sí dice que los destinos a los que son enviados los diplomáticos tendrán en cuenta, entre otras cosas, “su preparación funcional”.
Talvi le dijo al director del instituto que estaba al tanto del tema de la rotación, pero que consideraba que eso tenía que cambiar, aun cuando limitara las posibilidades de elección. La aspiración del canciller es que en algún momento el funcionario del Servicio Exterior tenga que elegir entre una especialización en la “diplomacia tradicional” y otra “económico-comercial”.
El ministro explicó a los funcionarios del IASE que su objetivo era profesionalizar al máximo el Servicio Exterior y que el área económica era clave.
Con las negociaciones comerciales que tiene actualmente la Cancillería “no da abasto”, dijo Talvi, y aseguró que en el futuro la situación va a ser peor porque Brasil “pisó el acelerador” en ese tema y no “va a esperar” al socio del Mercosur que “vaya más lento”.
Al día siguiente, el ministro se reunió con el presidente Luis Lacalle Pou para hablar de la estrategia que desarrollará al frente de la Cancillería y, entre otros temas, habló de su propuesta de cambios.
“Necesitamos repensar la forma en que vamos a organizar nuestra diplomacia económica y comercial para que tengamos los recursos humanos con la estabilidad necesaria para no solo negociar” tratados, sino también implementarlos, dijo Talvi en una conferencia de prensa posterior.
“Es un desafío para Uruguay. Estamos viendo ejemplos de países de vanguardia y pretendemos, al final del período, tener una diplomacia económica y comercial 5.0”, aseguró el canciller.
Debate
La propuesta de Talvi reabre una discusión que tuvo mucha fuerza en varios países en la década de 1990, cuando hubo una discusión masiva de tratados de libre comercio. En la Cancillería uruguaya esa discusión también se dio, aunque de manera menos intensa, porque el Mercosur fue “un corset” que impidió las negociaciones comerciales.
Algunos diplomáticos ven dificultades en la posibilidad de fomentar la especialización en temas económico-comerciales. En el Servicio Exterior hay menos de 400 personas, dos terceras partes de los cuales están en alguna de las más de 50 representaciones de Uruguay en el mundo.
En muchos casos, los embajadores deben dedicarse a fomentar el comercio bilateral, pero también a desarrollar tareas de inteligencia política y hasta organizar eventos culturales, todo lo cual requiere de una formación “generalista”, dijo uno de los consultados. “Además, la agenda internacional se diversifica cada vez más y para un servicio exterior pequeño como el de Uruguay es difícil contar con recursos humanos calificados para cada tema”.