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    Un día que empezó con recuerdos piojosos y terminó con mucho futuro

    Mujica finalizó el domingo cantando “chau, Pedro, chau” y aliviado de no tener que postularse a intendente??

    La jornada había sido larga y el nerviosismo una incómoda compañía desde que se levantó, apenas asomaba el sol en el horizonte. Por eso, cerca de las diez de la noche se alejó de la mesa en la que había esperado los resultados electorales y dijo: “Ya está, me voy a dormir antes de que lleguemos al 48%”.

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    Minutos antes había arribado su esposa, la senadora Lucía Topolansky, al Quincho de Sergio el “Gordo” Varela, donde el presidente José Mujica permaneció gran parte de la tarde y la noche del domingo 26 a la espera de lo que develaran las urnas. Esa fue su última parada de un día muy activo, en el que pasó de la preocupación a la algarabía y de la mirada seria y pensativa a las sonrisas y bromas.

    Se fueron los dos exultantes del quincho de regreso a su casa, a una cuadra de distancia. “¡Ni siquiera había mamado!”, exclamaba Topolansky en recuerdo a su frase de que el “susto” del resultado de las encuestas “despertó al mamado”. Mujica sonreía y proyectaba las reacciones que podía generar la alta votación del Movimiento de Participación Popular (MPP). “Nos van a tener que bancar mucho rato. Con todos estos votos, cada vez nos van a querer más”, bromeaba.

    Antes, había celebrado las proyecciones de los resultados electorales que realizó Eduardo Botinelli en Canal 4 bajo el canto de “Chau, Pedro, chau” y había dicho “mentime que me gusta” cada vez que aparecía un dirigente político hablando de la necesidad del diálogo y la negociación. “Eso no les dura ni tres días después de instalado el gobierno”, sentenció.

    Campaña y piojos.

    ??Pero el día de Mujica, uno de los grandes ganadores del domingo, comenzó con otro ánimo. Fue uno de los primeros en votar, cerca de las ocho de la mañana, en el circuito 2089, ubicado en el Centro de Jóvenes del Cerro. Se trasladó hasta ese lugar en su Volkswagen Fusca celeste, junto a su chofer Daniel Carabajal, su esposa y su perra, Manuela, la “custodia más fiel”, según el presidente. Desde allí recorrió un par de kilómetros por los accesos a Montevideo para llevar a votar a Topolansky en una escuela de Rincón del Cerro.

    Todos los comentarios que realizó públicamente esa mañana fueron cautelosos. “Esto no es una guerra”, “cada uno debe votar con la conciencia” y “no me voy a meter en los festejos ni en las tristezas” fueron algunos de ellos.

    Alrededor de Mujica, un equipo de filmación del documental que realiza el cineasta serbio Emir Kusturica se sumaba a periodistas y curiosos. Pesadas cámaras al hombro, gigantescos micrófonos de ambiente, camionetas equipadas con Wi Fi y otras comodidades tecnológicas llamaban la atención entre los equipos más artesanales de los representantes de los medios locales.

    Al retornar a su casa esa mañana, Mujica y Topolansky se mostraron optimistas pero cautos. Evaluaron que el triunfo en noviembre era probable pero que podía llegar a ser por escaso margen. Se distanciaron de algunos giros adoptados durante la campaña de la fórmula presidencial oficialista, integrada por Tabaré Vázquez y Raúl Sendic.

    “Para hacer una buena campaña hay que agarrarse piojos”, evaluó Mujica y recordó que cuando él fue el postulante a la Presidencia por el Frente Amplio fueron varias las veces que regresó a Montevideo de giras por el interior del país con una picazón insoportable en su cabeza.

    Mujica también destacó la importancia de recorrer todos los pueblos del interior del país y no solo las capitales, mezclarse con los lugareños y tratar de no pernoctar en los hoteles. “Eso faltó un poco”, evaluaron ambos.

    Antes de almorzar, se trasladaron hasta San José de Carrasco, a un residencial para la tercera edad, para saludar a Susana Sienra, viuda del histórico caudillo blanco Wilson Ferreira Aldunate. Otra vez llegaron las fotos, los recuerdos del pasado y algún mensaje político.

    “Me dijo cosas muy lindas”, dijo Mujica al referirse a la conversación con esa mujer de 94 años. “En las civilizaciones modernas, hay que aprender a reflotar a los ancianos”, opinó el presidente, que terminará su mandato con 79 años.

    También aprovechó para defender la forma en la que ejerce su cargo, algo que fue una constante a lo largo de toda la jornada. “Nadie es más que nadie y mucho más en una república. El presidente es apenas un administrador coyuntural que elegimos pero no es un monarca ni Dios”, dijo.

    “¡No queremos más!”.

    ??Al caer la tarde, Mujica recibió en el Quincho de Varela al gobernador de la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli, y otra vez hizo ostentación de su estilo irreverente. Las imágenes de la reunión se sucedían como escenas de la futura película de Kusturica: Scioli sentado en una silla de plástico al lado de Mujica con un pantalón deportivo y del prosecretario de la Presidencia, Diego Cánepa, mientras el dueño del quincho se paseaba en short de baño y descalzo y los niños se zambullían y gritaban en la piscina al fondo.

    “Linda Cancillería armamos acá”, ironizó Mujica luego de que Scioli se sacara varias fotos con él y se fuera con el embajador uruguayo en Argentina, Guillermo Pomi.

    Terminada la reunión bilateral, se dispuso a esperar los resultados. Primero los de Brasil, que ya le generaron alivio. Apenas se enteró del triunfo de Dilma Rousseff, empezó a preparar un viaje para los próximos días a Brasilia.

    Después llegó el turno de los de Uruguay. Para amenizar la espera le trajeron un plato con trozos de lechón asado, que comió con las manos y del que convidó a su perra Manuela. Tanto, que la perra vomitó justo adelante de las cámaras que había instalado la producción de Kusturica. “¡Comiste demasiado, Manuela!”, la increpó y se levantó a buscar una escoba y una pala para limpiar el vómito.

    “¡Nosotros dos no queremos más!”, le gritó al encargado de la parrilla antes de que Botinelli anunciara en Canal 4 su proyección de 46% de votos para el Frente Amplio. Desde ese momento, todo lo que recibió Mujica fueron buenas noticias. El partido de gobierno crecía hora tras hora y se acercaba a la mayoría parlamentaria.

    Los colorados registraban una caída de lo que habían pronosticado las encuestas y también los blancos. “Chau, Pedro, chau”, entonaba en respuesta Mujica y aseguraba que a Bordaberry le había llegado el momento de dedicarse a los “Hereford y la abogacía”.

    Luego otorgó dos entrevistas telefónicas: una a una radio venezolana y otra a la cadena de noticias inglesa BBC. “Los gobiernos son únicos”, respondió en la segunda cuando le preguntaron sobre si Vázquez representa su “estilo”.

    “Voy a seguir desde el Senado y dando alguna vuelta por esta América tan injusta y tan rica”, adelantó a la BBC al referirse a su futuro.

    Topolansky confirmó que la realidad había superado las expectativas cuando llegó al Quincho de Varela desde la sede del Frente Amplio, cerca de las 22.00 horas. Las dos principales figuras del MPP se fueron entonces a dormir con la certeza de que amanecerían como triunfadores.

    Mujica se sacó además un peso de encima. Ya había resuelto que si el Frente Amplio perdía las elecciones nacionales, se postularía a la Intendencia de Montevideo. “De la que me salvé”, suspiró antes de irse.