La dirigencia del Encuentro Progresista pasó de la euforia por la posibilidad del triunfo nacional a la desazón en pocas horas

REDACCIÓN  
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Guiado por luces de las linternas de sus custodias, Tabaré Vázquez caminó en silencio en la madrugada del lunes 28 por la oscura azotea de la Casa de América, ocasional sede del Encuentro Progresista (EP) el día de la elección. A su lado iba también su compañero de fórmula, Rodolfo Nin Novoa. Un rato antes, la noticia de que Julio Sanguinetti había sido electo presidente acabó con su firme certeza de que triunfaría y lo decidió a retirarse escondido, bajando por otro edificio que daba a una calle lateral. Abajo, centenares de frenteamplistas aguardaban en vano una nueva señal de victoria de su candidato presidencial.

Dentro del local, ubicado en Río Negro entre 18 de Julio y San José, nada indicaba que la izquierda acababa de recibir la mayor votación de su historia. Incluso, pocos parecían recordar que se había reconquistado la Intendencia Muncipal de Montevideo por parte de Mariano Arana. Por el contrario, la mayoría de los rostros de los dirigentes frenteamplistas mostraban seriedad y cansancio, en contraste con la euforia que se vivió al comienzo de los escrutinios.

El propio Vázquez se había encargado de alimentar desde la mañana hasta la medianoche del domingo 27 el mismo triunfalismo que exhibió a lo largo de toda la campaña electoral. En cada aparición pública, el ex intendente capitalino anticipó distintos gestos de victoria que ya sobre la noche chocaron con la cautela del presidente del Frente Amplio, Líber Seregni.

A las 9.30 horas Vázquez votó en la escuela Tomás Claramunt del barrio Belvedere. Cuando introdujo su voto en la urna posó haciendo la “V” de la victoria con su mano izquierda frente a los camarógrafos, fotógrafos y periodistas nacionales y extranjeros que le observaban.

Después, entre autógrafos y saludos, declaró su “enorme fe” en el resultado de la elección y más tarde agregó: “el interior nos ha dado un apoyo enorme y lo van a ver en el resultado de las elecciones. Vamos a tener más del 20% en el interior, tome nota de lo que digo”.

Un periodista le solicitó una respuesta para Sanguinetti por haber insistido con que es “marxista”. “El pueblo le va a responder”, dijo.

A pocos metros un hombre vendía posters de Vázquez pregonándolo como “el Gardel uruguayo”.

Después, en la puerta de su casa del Prado vaticinó a Búsqueda que él sería el próximo presidente, que el Partido Nacional obtendría el segundo puesto y que el Partido Colorado terminaría tercero.

El optimismo con que Vázquez salió de su casa a las 19.10 horas no fue menor. Comentó que tenía datos que lo señalaban adelante de blancos y colorados, con 31% de las preferencias. Veinte minutos después arribó entre aplausos a la sede del EP para seguir vía módem o fax los cómputos del escrutinio en una sala del segundo piso, alejada de la prensa. La difusión por Canal 10 de una encuesta a boca de urna del Instituto de Estadística de la Facultad de Ciencias Económicas que otorgaba el triunfo en la elección a Vázquez catapultó los ánimos de los políticos de la coalición.

Abrazos, risas, bromas, y augurios de éxito iban y venían entre muchos candidatos y políticos del EP, mezclados entre los periodistas. Algunos esfuerzos por evitar las euforias fueron infructuosos en el primer piso.

A partir de las 20 horas, centenares de personas empezaron a concentrarse en la calle con banderas del Frente Amplio y cánticos como: “Y ya lo ve, el presidente es Tabaré”, o “un minuto de silencio para el ‘cejas’ (Sanguinetti) que está muerto”. La algarabía invadió todo el centro y penetró entre las blancas paredes de estilo mediterráneo de la Casa de América.

Pero Seregni advirtió que algo andaba mal. Contrariamente a los datos difundidos por la Universidad, los muestreos de la coalición indicaban que el EP estaba tercero.

“Señores, a sentarse y a esperar”, ordenó entonces el veterano presidente frentista en el segundo piso, donde se reunían los principales políticos encuentristas, confiaron a Búsqueda algunos de ellos.

La actitud de Seregni no se limitó a reclamar calma. Decidido a establecer los hechos en la realidad, pidió a uno de sus allegados que se comunicara con todos los canales de televisión para evitar pronósticos aventurados.

No obstante, Vázquez estaba molesto con los datos que llegaban a la pantalla de su computador y no pareció coincidir con la cautela de Seregni. A las 21.15 horas salió al balcón del local y dijo por los altoparlantes: “Uruguayos, a esta hora de la noche les podemos decir con absoluta seguridad que ya es irreversible que Montevideo tiene un nuevo intendente progresista” y “estamos esperando con serena seguridad los resultados que se darán dentro de algunos momentos con respecto al gobierno nacional”.

El entusiasmo del público crecía.

Una hora después el senador Danilo Astori ingresó a la sede, donde empezaba a imperar la cautela. “Nunca he visto este nivel de paridad” y “hay que mantener expectativa, absoluta serenidad, mucha calma y mucha alegría porque pase lo que pase el Uruguay va a salir bien”, declaró.

“En cualquier caso, sea cual sea el resultado, (el Frente Amplio saldrá) fortalecido” porque “por primera vez en 23 años ha celebrado su elección interna”, agregó. En ese momento ya se conocía que su grupo Asamblea Uruguay había obtenido una amplia mayoría en esos comicios internos, superando por más del doble de votos al Partido Socialista, la segunda fuerza.

“Gane quien gane el Uruguay reclama acuerdos sobre las grandes cuestiones nacionales y por lo tanto va a haber que estar muy predispuesto espiritualmente a buscarlo, desde el gobierno y desde la oposición”, sostuvo Astori.

Seguidores de Tabaré Vázquez frente a la Casa de América. Foto: Archivo Búsqueda

La llegada del lunes 28 trajo por primera vez silencio y serenidad al local. A las 00.20 horas la multitud comenzó a pedir en coro desde la calle “que salga Tabaré”. Pero el que salió al balcón fue Arana. Pocos minutos después la televisión comenzó a mostrar los festejos en la Casa del Partido Colorado. Sin embargo, a las 12.50 horas Vázquez volvió al balcón junto a su esposa, su hijo y Nin, sonrió e hizo la “V” al público. Detrás suyo salieron Arana y Seregni, en calma. Vázquez reiteró la señal de victoria y las masas respondieron con otro cántico: “el pueblo, unido, jamás será vencido”.

La siguiente salida pública de Vázquez no tardó mucho. A la 1:00 apuntó cuatro mensajes desde el mismo balcón: 1) “se ha ganado Montevideo por casi un 10% más que las elecciones de 1989”; 2) “en lo nacional estamos a un punto y medio por debajo todavía”; 3) “la fórmula presidencial del EP ya es la más votada en toda la historia del Uruguay”; 4) “hemos aumentado el número de legisladores, tanto diputados como senadores como ediles. Queda esperar la evolución del escrutinio y saber el número de votos observados. Por lo tanto pedimos (...) esperar con serena calma los resultados finales”.

En tanto, Nin dijo que el EP había “duplicado y en algunos casos triplicado la votación del ’89”, y añadió: “es probable que algún lema pudiera tener algunos pocos votos más que nosotros, pero lo que digo es que nosotros no perdemos”.

La conferencia de prensa posterior fue la última aparición pública de Vázquez antes de tomarse unos días de descanso en el campo. “La diferencia que tenemos contabilizada por nuestra fuerza política cae dentro del margen, para nosotros, de la posibilidad que el resto del escrutinio más los votos observados pueda tener alguna variación”, dijo el candidato del EP.

Una periodista le interrumpió y preguntó si no reconocía el triunfo del Partido Colorado: “nosotros vamos a esperar los resultados finales” y si ellos “marcan el triunfo de Sanguinetti con mucho gusto lo vamos a reconocer (...) pero creemos que todavía quedan instancias por cubrir”, respondió. “Cuando esté definido quién ha ganado saludaremos a quien sea...si no somos nosotros”, explicó a la 1.30 horas, con las huellas de un notorio agotamiento en su rostro.

En la calle algunos militantes comenzaban a retirarse y otros, previendo la derrota, coreaban: “ganamos, perdimos, el susto se lo dimos”.

Entonces, Vázquez subió al segundo piso junto a Nin y allí algunos miembros de seguridad le advirtieron que a su esposa se le haría difícil salir por la azotea. Bajó unos escalones y la despidió. Después llegó hasta el altillo, subió una escalerilla de metal que al pie tenía recostado un cartón con la leyenda “fuerza Taba-Nin” y finalmente pisó el techo, por donde se alejaría. En la planta baja, su esposa lloraba.

Información Nacional
2022-11-06T13:39:00