Uruguay sobresale en la región y en el mundo por la baja representación de las mujeres en la política. El país nunca tuvo una presidenta mujer —ni siquiera una candidata que compita por la presidencia—, en los gabinetes de gobierno siempre son minoría y en el Parlamento no han logrado ocupar más de un cuarto de las bancas.
La elección del domingo 27, que definió la integración del futuro Poder Legislativo, mostró algunos avances, aunque tímidos: las mujeres representarán en la próxima legislatura un poco menos de la tercera parte de los escaños. Todavía no logran llegar al tercio de las bancas, que es el mínimo que intenta asegurar la llamada “ley de cuotas” (N° 18.476) aprobada en 2009, que exige que al menos un tercio de las listas a cargos electivos estén integradas por mujeres.
“En el Senado lo que tenemos es estabilidad”, dijo la doctora en Ciencia Política Niki Johnson, que se ha especializado en estudiar la representación de género en la política uruguaya. “Ya es la tercera elección en que se llega a la misma cantidad de mujeres electas, por lo que parecería que hay un techo en el Senado”, observó.
La doctora en Ciencia Política Verónica Pérez señaló, en la misma línea, que el Senado se ha mantenido con la misma conformación desde que se implementó la ley de cuotas. En la Cámara de Diputados, destacó, sí habrá una mayor presencia de mujeres en comparación con la legislatura anterior, aunque indicó que todavía no es posible saber con precisión cuál será ese incremento. “En un escenario optimista, el Parlamento llegaría a casi un tercio” de representación femenina, dijo.
Pero aún en este escenario, añadió, Uruguay sigue lejos de la paridad en el Parlamento y apenas está “arañando el tercio”. Y si bien destacó que elección tras elección “hay un aumento sistemático de la cantidad de mujeres en el Parlamento, no es a la misma velocidad que ocurre en otros países”.
Para la politóloga Victoria Gadea, es claro que el incremento de mujeres en Diputados es “un avance”, aunque “no se ajusta a las expectativas que se pueden tener y, más importante, no se ajusta al objetivo, que es la paridad”. Una representación igualitaria, sostuvo, “no es un antojo”, sino una cuestión de “justicia” y de avance democrático, como “fue el sufragio universal en su momento”.
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Blanca Rodríguez y Cristina Lustemberg durante la campaña electoral.
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Senadoras y diputadas
En el Senado fueron electas nueve legisladoras. Siete de ellas por el Frente Amplio (Blanca Rodríguez, Carolina Cosse, Cristina Lustemberg, Constanza Moreira, Sandra Lazo, Cecilia Cairo y Lucía Etcheverry), que en total obtuvo 16 bancas. Otras dos senadoras fueron elegidas por el Partido Nacional (Graciela Bianchi y María Fajardo), que consiguió nueve escaños en total. El Partido Colorado obtuvo cinco bancas en el Senado y ninguna tiene a una mujer como titular.
No obstante, ingresarán a la Cámara Alta ocho senadoras, ya que Fajardo, que también obtuvo una banca en Diputados, anunció que renunciará al Senado para dejarle su lugar al actual senador Carlos Camy. A su vez, Lustemberg fue elegida por dos listas (609 y El Abrazo), por lo que ingresará también su suplente, Edgardo Ortuño.
Habrá, por otra parte, una integrante más: Valeria Ripoll (Partido Nacional) o Carolina Cosse (Frente Amplio). La que resulte electa vicepresidenta de la República ocupará la presidencia del Senado. Si el Frente gana la elección y Cosse ocupa ese rol, su banca la asumirá Silvia Nane, por lo que no habrá cambios en el número de mujeres.
En Diputados todavía puede haber modificaciones, como resultado del escrutinio departamental. Sin embargo, según un listado primario que publicó la diaria, ingresarían 18 diputadas por el Frente Amplio (que obtuvo 48 bancas), cinco por el Partido Nacional ( 29 bancas), tres por el Partido Colorado (17 bancas), una por Identidad Soberana (que obtuvo dos) y una por Cabildo Abierto (dos bancas). El Partido Independiente solo tendrá un diputado.
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Graciela Bianchi durante la votación del proyecto de ley de primera infancia, setiembre 2024.
Mauricio Zina / adhocFOTOS
Reglas de juego
Aunque en el Senado no hubo cambios en cuanto al porcentaje de representación, “sí hay cambios en la distribución de bancas entre el actual oficialismo (los partidos de la coalición) y la actual oposición”, señaló Johnson, docente e investigadora del Instituto de Ciencia Política de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República.
“El panorama ahora es bien diferente” porque la bancada de senadoras del próximo período es “una bancada altamente frenteamplista, hay una sola mujer que no es del Frente”, observó. Con la posibilidad de que se incorpore Ripoll si el Partido Nacional gana la elección.
Pérez, también docente e investigadora del Instituto de Ciencia Política, subrayó que la representación de género está “traccionada” por la aplicación de la paridad en las listas del Frente Amplio (partido que adoptó la definición interna de que todas las listas deben estar integradas de forma paritaria).
En ese mismo sentido, Gadea señaló que el caso del Frente Amplio prueba que “la discriminación positiva tiene efectos”. “Lo interesante a considerar es que vemos cómo una regla estricta de paridad genera resultados diferentes y obliga a que el partido —y sus sectores— a la interna discutan sobre el rol de las mujeres, las incluyan más”.
Por otra parte, observó que la alta votación del sector Movimiento de Participación Popular (que obtuvo nueve bancas en el Senado) también explica el alto número de mujeres. “Si el voto se hubiese dispersado entre más sectores, era altamente probable que el senado del FA fuese menos paritario porque la mayoría de las listas estaban encabezadas por hombres”, señaló.
Por otra parte, Pérez hizo referencia a una práctica que “nuevamente se repite” en esta elección y que usa sobre todo el Partido Nacional: repetir las mismas mujeres en listas a Diputados y al Senado. “La ley de cuotas no busca que haya más mujeres en las listas, sino más mujeres electas. Si las fracciones arman las listas de este modo, repitiendo a mujeres en lugares salibles y poniendo a suplentes varones, es una estrategia deliberada para no aplicar la ley de cuotas”, señaló Pérez. Se cumple “solo en el aspecto formal pero no de forma sustantiva”, cuestionó.
Así ocurre ahora con Fajardo y con Bianchi, que también fue electa por ambas cámaras y dejaría su lugar en Diputados a Juan José Olaizola. En 2014, Bianchi también ocupó listas al Senado y a Diputados y renunció a la Cámara Alta para dejarle el lugar a Álvaro Delgado.
“No hay forma de incrementar sustantivamente la cantidad de mujeres si no cambian las reglas”, opinó Pérez. A su juicio, sería necesario regular las suplencias, para evitar las “trampas” a la ley: que los suplentes de mujeres sean mujeres. Otro mecanismo para que haya “un salto” en la representación sería que haya paridad en las listas de los partidos, consideró.
En la misma línea, Gadea señaló que “todos los organismos que se dedican a estos temas ponen énfasis en que las principales barreras están en los partidos políticos”.
“En la militancia la paridad no se discute, es un problema cuando se avanza en la pirámide de poder. Por eso, la discriminación positiva juega un rol clave”.