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    “Golpe de Estado” y “revólver en el pecho”: las diferencias de la AUF se trasladan al Parlamento

    Héctor del Campo, representante de los clubes, pidió a los diputados que apoyen la creación de una nueva liga. Días después Ignacio Alonso lideró una comitiva para responderle

    “Yo represento a los clubes de fútbol profesional. Y les pregunté: ‘¿Ustedes quieren que yo vaya a hablar de todos los temas que veo que están mal?’. Me dijeron: ‘Sí, tenés todo nuestro apoyo’”. El 12 de marzo Héctor del Campo, dirigente de la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF), concurrió a la Comisión Especial de Deporte de la Cámara de Diputados. Del Campo es un histórico directivo de Danubio: hijo de Héctor —considerado el presidente más importante del club— y hermano del actual presidente Arturo, desde julio del año pasado es uno de los siete integrantes del Comité Ejecutivo de la AUF, el órgano más relevante de la asociación.

    Alcanzó ese cargo electo por los clubes profesionales del fútbol uruguayo. Y en diciembre pidió ser recibido por Diputados para “hacer catarsis” sobre la situación de esos clubes. La solicitud la hizo por cuenta propia: al Parlamento fue solo, sin consultar ni representar oficialmente a la AUF. “¿Por qué pedí esta reunión para asistir solo y no la pido con Ignacio Alonso, que es el presidente? Porque tenemos opiniones diferentes”, argumentó.

    El Comité Ejecutivo de la AUF está compuesto por siete integrantes. Además de Alonso y Del Campo están Matías Pérez (seleccionado por los futbolistas, entrenadores y árbitros) y Eduardo Mosegui (representante del fútbol amateur). Alonso, como presidente, eligió a los otros tres: Andrea Lanfranco (por cuota de género), Carlos Manta (con la aprobación de las sociedades anónimas deportivas) y Aldo Gioia (avalado por Nacional). Peñarol se abstuvo de proponer un representante por discrepancias con la administración de Alonso.

    Algunas de esas discrepancias, justamente, fueron las que remarcó Del Campo en su comparecencia en la Cámara de Diputados. Parte de su asistencia fue para pedir una mayor exoneración de impuestos al deporte, en concreto que se logren certificados de créditos sobre el IVA de las instituciones para que vayan a cuenta del Banco de Previsión Social (BPS) o del impuesto a la renta de las personas físicas (IRPF). Pero, sobre todo, explicó el contexto actual de los clubes profesionales del fútbol uruguayo y reflejó las diferencias existentes entre los propios clubes y dentro de la AUF.

    Del Campo se refirió a la comisión regularizadora encabezada por Pedro Bordaberry, que en 2018 tomó la gestión de la AUF por orden de la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol) y de la FIFA. En aquel momento las elecciones a presidente de la AUF quedaron suspendidas por diversas irregularidades y la FIFA intervino para acelerar la aprobación en Uruguay de un estatuto exigido a todas sus asociaciones, que sin embargo en la AUF había quedado encajonado.

    “Lo que pasó en la Asociación Uruguaya de Fútbol fue muy duro, casi lo que sería un golpe de Estado. En ese momento a la asociación le pusieron una especie de revólver en el pecho y los clubes tuvieron que votar un cambio de estatuto que hace que hoy estén a la espera de las decisiones de otras personas. Perdieron el protagonismo que siempre tuvieron”, describió Del Campo.

    El cambio de estatuto dio poder a los gremios de futbolistas, entrenadores y árbitros, corporaciones que estaban afuera de la gestión de la AUF y que junto con un grupo de clubes profesionales (en su mayoría sociedades anónimas deportivas) apoyaron a Alonso para su elección como presidente en 2019 y su reelección el año pasado, lo que dio inicio y continuidad al gobierno de la AUF. Esta administración intenta evitar la dependencia de Tenfield y es muy próxima a la Conmebol, presidida por el paraguayo Alejandro Domínguez, que ha iniciado juicios contra otras empresas de Francisco Casal.

    No todos están de acuerdo. Danubio, Peñarol, Defensor Sporting y Liverpool, entre otros, conforman un ala que pretende recuperar el espacio perdido ante los nuevos grupos de interés. Para eso crearon en 2021 la Liga Profesional del Fútbol Uruguayo, que pretende organizar de manera autónoma a la AUF los campeonatos de Primera y Segunda División. En las elecciones de 2023 estos clubes apoyaron a Pablo Ferrari como alternativa presidencial a Alonso y mantienen una relación más cordial con Tenfield. “Quieren separar el fútbol profesional —no separarlo del todo, sino ciertas cosas, ciertos derechos que les da el estatuto— para manejarse sin tener que estar votando con grupos de interés. ¡Fíjense la barbaridad que es y cómo está armado eso! Los clubes antes manejaban toda la asociación y hoy están, por ejemplo, los jugadores manejando la asociación”, criticó Del Campo sobre el estatuto actual.

    Aunque la Liga Profesional del Fútbol Uruguayo ya fue aprobada por el Ministerio de Educación y Cultura, el ministerio dejó sujeto su funcionamiento a la aceptación de la AUF. Esto aún no sucedió: como las sociedades anónimas deportivas (que conforman la mitad de los 30 clubes profesionales) no quieren una nueva liga, Alonso mantiene el tema en reposo. “Yo me encuentro en una minoría en un comité ejecutivo cuyo presidente dice: ‘Yo no quiero’. Pero, ¡señor!, a mí no me importa si usted quiere o no quiere”, indicó Del Campo.

    El dirigente fue al Parlamento a solicitar a los diputados que logren “apurar el reconocimiento” de la liga por parte de la AUF. “Intenten ver —no sé de qué manera— que los clubes de fútbol profesional puedan funcionar de forma independiente como ya está votado y aceptado”, dijo. En febrero Del Campo, junto con su hermano Arturo y otros directivos, participaron de un asado con el presidente Luis Lacalle Pou para transmitirle el mismo pedido que a los legisladores.

    Los clubes que conforman la Liga Profesional sostienen que se trata de un modelo más rentable y moderno para el fútbol uruguayo, basado en sistemas internacionales como la Premier League de Inglaterra y la Liga de España. Más allá de elementos técnicos y de formato, el elefante en la habitación son los derechos de televisación: el contrato actual con Tenfield termina en diciembre de 2025 y, de aprobarse el funcionamiento de la Liga Profesional, los futuros acuerdos dependerán de este organismo y no de la AUF.

    Actualmente, a la AUF ingresan alrededor de US$ 17 millones al año por derechos de televisación; según Del Campo, de ese monto las instituciones de Primera División reciben US$ 48.000 al mes. El año pasado la Conmebol le otorgó a la AUF un subsidio de US$ 10 millones que se repartió entre los clubes locales para saldar algunas de sus deudas y evitar adelantar la negociación del nuevo contrato de televisión.

    “Los clubes tienen problemas graves; la asociación va a tener problemas porque hoy tiene un pasivo muy importante y va a tener que seguir bancando a los clubes hasta el 2026 para que aparezca un nuevo contrato de la televisión que en vez de US$ 48.000 quiza´s les de´ otra cosa”, dijo Del Campo, que se mostró dubitativo respecto a consultorías encargadas por la AUF que proyectan un nuevo acuerdo de TV por cifras superiores a las que desembolsa Tenfield: “No se´ que´ les dara´, pero no hay nada asegurado; quiza´s no les de´ nada”.

    “Mañana me van a pegar…”, se despidió Del Campo de la Comisión Especial de Deporte de Diputados, en un augurio de lo que iba a suceder semanas después. El martes 9 se presentó en la misma sala una delegación de la AUF encabezada por Alonso. La invitación fue para brindar aportes al proyecto de ley sobre odio, racismo, xenofobia e intolerancia en el deporte y para actualizar las novedades sobre la organización del partido inaugural del Mundial 2030 en Montevideo.

    Al cierre de la comparecencia, Alonso pidió aclarar “algunos aspectos sobre los cuales la institución no comparte opinión ni postura”, entre ellos, la afirmación de Del Campo de que la AUF está obligada a aceptar el funcionamiento de la Liga Profesional.

    La aprobación “no ha sido ni combatida ni repudiada ni desalentada” por parte de la AUF. “Se buscó que sean los clubes los que tomen la decisión final sobre cuál es el régimen de organización”, expresó Alonso. “De no existir una plena integración y adhesión a los estatutos de esa pretendida liga, solo puede tener un alcance de cara´cter juri´dico en a´mbitos fuera de la asociación”, añadió.

    Luego cedió la palabra a Carlos Manta, quien en broma recriminó a Alonso porque le “escupió el asado” al adelantarse en su contestación a Del Campo. “No es cierto que el señor Héctor del Campo represente a todos los clubes profesionales, como él dijo, sino solamente a 12, que integran el grupo que lo respaldó. Hoy, la mitad de los clubes son asociaciones civiles y la otra mitad, sociedades anónimas deportivas. Las sociedades anónimas deportivas, mediante un acuerdo, lograron que haya un miembro de estas dentro del Comité Ejecutivo. Ese personaje soy yo”, remarcó.

    Para Manta “la afirmación más grave” de su compañero en el Comité Ejecutivo fue destacar el organigrama y la gestión de la AUF previo a 2019, cuando aún no regía el nuevo estatuto. Apuntó en concreto al primer contrato de Tenfield con la AUF, por el cual obtuvo los derechos de transmisión del torneo local y de la selección nacional por 10 años a cambio de US$ 50 millones: “Del Campo se olvidó de decir que cuando se negoció por primera vez el contrato de televisión del fútbol hubo dos ofertas: una ofreció US$ 82 millones y la otra, US$ 50 millones. ¿Adivinen a quién se lo adjudicaron? Con una diferencia de 32 millones de dólares en contra de los clubes, sin embargo, se aceptó. Es una diferencia muy grande, ¿no? Ahora vienen acá y dicen que los clubes no tienen dinero. Se quejan, pero aceptaron recibir por los derechos televisivos menos dinero del que se les ofreció. ¡Se ve que andaba muy bien la AUF! ¡Era todo muy cristalino!”.

    El otro contrato que Manta mencionó fue el proveedor de vestimenta de la selección nacional. En 2016 Puma y la AUF, con Tenfield como intermediario, renovaron el vínculo por siete años tras un intenso debate: Puma presentó una oferta inicial de US$ 3,5 millones que fue aprobada por algunos clubes pese a que Nike acercó una propuesta por US$ 23,5 millones; finalmente, Puma elevó la oferta hasta igualar la de su competidor. “Había una diferencia de US$ 20 millones. Votaron 30 clubes, 15 de ellos votaron por recibir US$ 3,5 millones. ¡Estaba muy bien la AUF! ¡Se manejaba muy bien!”, ironizó Manta.

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    2024-04-24T19:59:00