Hombre orquesta

escribe Javier Alfonso 
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Su nombre es sinónimo de producción musical. Y de femicidio. Fue uno de los pioneros en esa tarea crucial en el mundo de la música: dirigir la grabación de un disco y determinar su sonido. Phil Spector, el controvertido productor del último disco de Los Beatles y los primeros de John Lennon y George Harrison como solistas, el creador del concepto wall of sound, factótum de que la música pop de Estados Unidos se llenara de sonoridades sinfónicas y lograra niveles siderales de popularidad, falleció el sábado 16 a los 81 años por Covid-19, en un hospital penitenciario de California. En una cárcel de ese estado purgaba desde 2009 una condena de por vida por haber asesinado seis años antes a su pareja, la modelo y actriz Lana Clarkson, luego de un largo juicio en el que sostuvo que la mujer se había suicidado.

Nacido en el Bronx neoyorquino en 1939 en una familia judía de origen ucraniano de clase media, Harvey Philip Spector se inició como músico poco después de que su madre se mudara con sus hijos a Los Ángeles, en 1953, tras el suicidio de su padre. Debutó como guitarrista en la banda The Teddy Bears, que logró un éxito temprano llamado To Know Him Is To Love Him, que alcanzó en 1958 el número uno en el famoso Hot 100 de la revista Bilboard. Precozmente se dio cuenta de que el poder en la industria discográfica estaba del otro lado del vidrio, comenzó a viajar constantemente a Nueva York y a los 23 años ya era uno de los principales productores de la Gran Manzana, junto con estrellas como Elvis Presley, Ray Peterson y Connie Francis, de quien produjo, en 1962, un éxito llamado Second Hand Love. Un año antes había fundado su propio sello discográfico, Philles Records, donde rápidamente aprendió a ocuparse de todo el proceso de gestación de un fonograma y de esta manera convertirse, así como Sam Philips había hecho con la icónica Sun Records, en un productor-autor estelar.

Fue entonces que empezó a plasmar su célebre muro de sonido, técnica de orquestación y grabación aplicada con grupos pop que hacían música de moda como The Ronettes, para quienes produjo éxitos como Be My Baby y Sleigh Ride, y The Righteous Brothers, autores, con Spector en la cabina, de la legendaria Unchained Melody. Su invención consistió en condensar múltiples grabaciones de varios instrumentos acumulados, como pianos, guitarras, cuerdas y bronces, rellenando todo el espectro auditivo del mismo modo que en una orquesta sinfónica se acumulan instrumentos en cada sección tímbrica. En ese muro era posible hacer varias tomas de la misma línea instrumental y así lograr una grabación que se impusiera en la radio, que llamara la atención de las audiencias por su inusual —para la época— potencia sonora. “Una aproximación wagneriana al rock and roll”, lo definió él mismo. Para ello armó su famosa Wrecking Crew (“Plantel de Demolición”), contratando a los mejores sesionistas de las dos costas estadounidenses.

Durante su década de gloria trabajó con estrellas como The Crystals, Ike & Tina Turner, Los Beach Boys y coqueteó con los Rolling Stones. Dueño de su propio imperio, controlando derechos de grabación, publicación y difusión, forzando a estampar su nombre como coautor, colocando piezas propias de dudosa calidad en los lados B de los simples, con el mundo a sus pies, se ganó fama como un verdadero déspota de los estudios. Pero era, sin dudas, el Rey Midas. Así, en 1970, en plena disolución de Los Beatles, John Lennon le encargó la producción de su simple como solista Instant Karma. El éxito fue instantáneo y así Spector se hizo cargo de su más célebre trabajo: llevar a buen puerto Get Back, el disco inédito que la banda había grabado un año antes. Con libertad absoluta, incluyó arreglos sinfónicos y corales en varios temas y se publicó en abril de 1970 como Let It Be, con la banda ya separada. La liturgia beatle cuenta que cuando Paul McCartney escuchó la sinfonía para orquesta y coro en que se transformó The Long and Winding Road estalló en cólera. En 2003, el mismo año en que Spector le pegaba un balazo a su mujer, Paul publicaba Let It Be… Naked, el disco completo sin los agregados de Spector. De una escucha comparada de ambas versiones se puede comprobar aquello de que menos es más.

Spector siguió su camino con éxitos como el Plastic Ono Band Imagine, de Lennon, y The Concert For Bangladesh y All Things Must Pass, la obra cumbre de Harrison, a la que Spector dio un acertado ambiente góspel para canciones como My Sweet Lord What Is Life. Siguió su camino por la Vía Láctea con artistas como Cher y Leonard Cohen y pergeñó engendros como End of the Century, que llenó de music hall el punk rock de Los Ramones y redujo al mínimo la distorsión de guitarras, incluso exhibiendo su arma de fuego en el estudio, según denunció años después el bajista Dee Dee. Como muestra, ahí está llena de violines Baby, I Love You.

El hombre dio muy pocas entrevistas en su vida. La más famosa es la que le dio a Tom Wolfe en 1965 en la que fue definido como “el magnate de lo adolescente”. La persona definitiva está en el documental The Agony and Ectasy of Phil Spector (2009), de Vikram Jayanti, en el que repasa su trayectoria artística, exhibe el mismo aspecto excéntrico que cultivó durante toda su vida y ofrece abundantes muestras de su megalomanía y en paralelo “reconstruye” el crimen por el que envejeció a la sombra.

Sobre la influencia de Spector en el mundo de la producción musical, Búsqueda consultó para esta nota a Luis Restuccia y a Juan Campodónico, dos de los principales referentes de la producción discográfica uruguaya. Según Restuccia, “Spector tuvo una influencia muy fuerte en el mundo anglosajón y desde los años 50 demostró su gran olfato y discernimiento necesario para lograr éxitos masivos. Con el muro de sonido él creía que incluso una canción que no era buena podía ser un éxito. No comparto eso. Un arreglo puede favorecer una canción y también la puede desfavorecer. En Let It Be… Naked, al sacar todo lo de Spector, McCartney nos permitió apreciar la forma de tocar de Ringo Starr, que dejó bien al desnudo su extraordinaria personalidad en la batería, porque no hacía lo que decían los libros, sino que inventaba genialidades”.

Campodónico destacó “su manera de encarar el rol de productor como artista, compositor y arreglador, su ambición para establecer innovaciones técnicas y el uso que le dio al estudio como un gran instrumento, y transformarlo en una verdadera orquesta sinfónica”. Ese muro de sonido definió, para el integrante de Bajofondo, buena parte de la música grabada del siglo XX.

Vida Cultural
2021-01-20T23:17:00