Lacalle-Argimón, una fórmula presidencial que se cerró bajo la presión de Larrañaga y el espaldarazo de Antía

REDACCIÓN  

Cuando Luis Lacalle Pou escuchó y vio por la televisión los primeros pronósticos sobre las elecciones internas del Partido Nacional, descargó una tensión acumulada que llevaba varios meses. No solo descargó él. También su equipo. Hubo llanto y abrazos emocionados en el comando del candidato sobre la calle Bulevar Artigas. Había confianza en la victoria, de hecho el viernes 28 de junio quedaron escritos en un pizarrón los números que esperaban obtener, nada distintos a lo que terminó ocurriendo. Pero ver la confirmación, la barra impresa en la pantalla con una victoria contundente, ayudó a liberar la presión y el estrés de los últimos días. “Perdón pero estoy quebrado”, le dijo Lacalle a su equipo técnico. Estaba acompañado de su esposa, Lorena Ponce de León. Dijo que estaba ella ahí porque el agradecimiento era más familiar que personal. “Nos ha tocado una campaña muy difícil, complicada. Una campaña que de cierta forma nos quitó una alegría que queríamos tener. Pero acá se ha conformado un equipo técnico y político que es de buenas personas”, transmitió, según dijeron participantes de la reunión a Búsqueda. El discurso del candidato se interrumpía con nuevos gritos de euforia a medida que los noticieros actualizaban los porcentajes y seguían despegando a Lacalle Pou del resto.

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