Las medidas tomadas para frenar el coronavirus son “muy duras” y tendrán efectos “inimaginables” en la economía

REDACCIÓN  

Álvaro Delgado está durmiendo poco. Se le nota el cansancio en el rostro, en su forma de hablar. Es temprano en la mañana del miércoles 18. Por los amplios ventanales de su despacho de secretario presidencial en la Torre Ejecutiva se observa la panorámica de una Montevideo gris, neblinosa, casi vacía. Una ciudad que por momentos luce apocalíptica, con lugares cerrados, bares con pocas sillas ocupadas, gente con tapabocas. Hay un poco de ciencia ficción en el paisaje urbano. Si alguien le decía a Delgado que esta iba a ser la postal que vería desde lo alto de su oficina a dos semanas de asumir en el gobierno, habría esbozado una mueca incrédula. “Uno lo que no puede hacer es sacar el pie de la realidad, y esta es la realidad que nos tocó vivir”, dice el secretario de Presidencia, hombre de extrema confianza del presidente Luis Lacalle Pou, acostumbrado a un discreto segundo plano y que hoy aparece como principal vocero de las medidas de prevención del coronavirus (Covid-19). Desde que se decretó la emergencia sanitaria el pasado viernes 13, el Poder Ejecutivo ha ido aumentado las barreras para frenar el avance de la enfermedad. Delgado admite que son medidas “muy duras”. Algunas incluso “por encima” de lo que establece la Organización Mundial de la Salud (OMS) en esta fase. Pero está convencido de que son las acciones que hay que tomar para minimizar los impactos sanitarios. Advierte que los efectos económicos para el Uruguay serán “inimaginables”, aunque se para en los pedales para defender la estrategia. “Preferimos mitigar la propagación de la enfermedad en la población”.

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