En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, tu plan tendrá un precio promocional:
* Podés cancelar el plan en el momento que lo desees
¡Hola !
En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, por los próximos tres meses tu plan tendrá un precio promocional:
* Podés cancelar el plan en el momento que lo desees
¡Hola !
El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
Es un mundo de variadas texturas en el que la madera se entrelaza con telas rugosas o más lisas, con el cartón, el papel, la pintura. A veces aparece el cobre trabajado a martillo o las esculturas de acero corten. Es un mundo de colores ocres y de paleta baja que fue cambiando a medida que su creador comenzó a recorrer un camino propio y también una propia filosofía. Es el mundo creativo de Juan de Andrés, ganador del XXVI Premio Figari, el reconocimiento más importante que desde 1995 otorga el Estado uruguayo a través del Banco Central al conjunto de la obra de artistas visuales. Una selección de la extensa trayectoria artística de De Andrés se exhibe, con curaduría de María Eugenia Méndez, hasta el 12 de agosto en el Museo Figari.
¡Registrate gratis o inicia sesión!
Accedé a una selección de artículos gratuitos, alertas de noticias y boletines exclusivos de Búsqueda y Galería.
El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
Nació en 1941 en Arévalo, un pueblo pequeño ubicado en la novena sección de Cerro Largo. “En cierta medida fue fundado por mi familia. Mi abuelo era De Andrés Arévalo y con un primo se instaló allí con un comercio. Alrededor de ese comercio el pueblo se fue agrandando”, le contó De Andrés a Búsqueda en una recorrida por la muestra.
En Melo estudió con Carlos Llanos y con Day Man Antúnez, ambos maestros del Taller Torres García, y allí están sus raíces. En 1960 se trasladó a Treinta y Tres y tuvo su primera exposición individual. Por esa formación lejos de la capital, De Andrés se define como “un producto total del interior”. En ese trayecto, fue dejando sus huellas, algunas en obras de grandes dimensiones.
“En Treinta y Tres hice una serie de murales al fresco, una técnica bastante compleja. Uno fue en una escuela pública, de 11 metros de largo por tres de altura. Lamentablemente en la dictadura lo borraron con cepillo de acero y no se pudo recuperar. Cuando me dieron la noticia, yo había salido del país”, recordó. También en Treinta y Tres pintó un bajorrelieve de unos 15 metros de largo en el atrio de la Iglesia de San José Obrero. De sus raíces constructivistas y torresgarcianas tomó el símbolo, pero lo usó de una forma diferente. Con el símbolo, De Andrés fue contando una historia: la del Antiguo Testamento y la del Nuevo Testamento.
En el Banco de Previsión Social de Melo, realizó otro bajorrelieve enorme, de siete metros de altura por 12 de largo. Ese trabajo surgió como invitación de uno de sus profesores de preparatorio de Arquitectura, que por carta le ofreció hacer el bajorrelieve en el edificio que él como arquitecto estaba construyendo para el BPS. “Va desde el suelo hasta el techo. Está sin firmar porque cuando se estaban terminando de colocar las piezas me fui del país”. Esa fue su última obra en Uruguay antes de irse en 1977 hacia Zamora, donde vivió dos años.
Pero la ciudad en la que se radicó y se desarrolló como artista fue Barcelona. Allí vivió 35 años. “Acá nos formamos por medio de reproducciones, y viajar a ciudades europeas me sirvió de mucho. En los años 80 se dio un gran cambio en mi obra. Yo venía repitiendo un esquema o ciertas formas que había recibido del constructivismo torresgarciano, del neoplasticismo y de la cultura indoamericana. En ese sentido creía, y sigo creyendo, que eran mis bases y Torres, mi padre. Pero yo debía crecer y volar, debía decir lo que tenía que decir y lo tenía que buscar. En esos cuestionamientos y acercamientos, encontré una nueva forma de hacer”.
En Europa, De Andrés se dio cuenta de que pertenecía a una familia. “Me fui apartando hacia elementos mucho más radicales dentro lo que tiene que ver con la abstracción. Y también con lo que tiene que ver con el símbolo que planteaba Torres. Lentamente me fui dando cuenta de que mi búsqueda tenía que ver con los materiales, con la forma de construir, con mi gusto por las texturas, por las telas, por mezclar en una misma obra partes pintadas, partes con maderas. Me di cuenta de mi sensualidad y de una forma distinta de encarar la obra: abandoné el plano para trabajar más el volumen, la pintura, el collage, la escultura.
María Eugenia Méndez conoció a De Andrés en 2019, cuando el artista expuso en el Museo Gurvich. Después fue su curadora en 2022 en otra muestra en la Galería 6280. Con motivo del Premio Figari y de nuevo como su curadora, define esta muestra como una “pequeña retrospectiva”. El recorrido comienza por la etapa formativa de De Andrés, con ejercicios clásicos del Taller Torres García y con una obra que por primera vez se muestra al público. “Pertenecía a una colección privada y la Fundación Gurvich la prestó, es un repujado en cobre de gran tamaño que Juan hizo a martillo. Tiene reminiscencias al taller y a lo precolombino”, explicó la curadora.
De Andrés trabaja la superposición de materiales y volúmenes. Hay algo que se ve y algo que se intuye. Importa la estructura y cómo se mueven en esa estructura los elementos. Así se llama una de sus obras: Estructura con elementos, composición de atractiva geometría. Tuvo también un período de cajas, que comenzó a trabajar en los años 80, cuando rompió con el plano. Y otra etapa de collage horizontal con papel artesanal y volumen. “Nosotros vivimos o actuamos en un mundo de horizontalidad. Un amigo decía que la gente camina en Montevideo pero sin mirar para arriba y sin ver los hermosos edificios que tenemos. Pasamos mucho tiempo descansando, la horizontalidad es un hecho presente en nuestra vida”, explicó el artista.
En la sala más grande se ubica su obra madura de distintos períodos y formatos. Hay tres cajas articuladas de gran tamaño que, como si fueran valijas, se muestran abiertas en diferentes ángulos. También está su obra minimalista que realizó durante la pandemia, cuando elaboró piezas pequeñas, fruto de ese período de introspección y encierro, y resignificó sus creaciones. “Me agradan mucho la música y la poesía. La poesía necesita de las síntesis, de las pocas palabras. En el arte en general me gusta la sugerencia”, comentó el artista. En la muestra esa sugerencia está dada también por el contrapunto: se comienza y se termina con el metal, pero también se vuelve al papel.
“En la obra de Juan hay principios filosóficos que tienen que ver con lo aparente y lo concreto, con el principio de estructura que tiene su fundamento en Torres García, con la geometría que está en la vida misma. También el principio de vaciedad, que tiene que ver con el pensamiento oriental, en el que el vacío es muy importante, igual que los silencios en la música, porque es donde se origina el pensamiento filosófico. En algunas series se ven los huecos que funcionan y operan de esa manera”, explica Méndez.
Para De Andrés, vivimos en un mundo dual y las dos partes, como el yin y el yang, se necesitan. “Esa dualidad tiene que ser tan equilibrada que pueda conformar una tercera, y para mí allí entra el color. Peo no colores brillantes, sino de tierras, una paleta más bien baja, como sonando para que la orquesta no desentone, para que haya una armonía, es decir, que las dos cosas calcen. Ahí también aparece el tono que nos legó Torres; es un elemento importante en mi obra”.
De Andrés regresó de Barcelona en 2011, pero mantiene un fuerte vínculo con la ciudad, donde expone cada dos años. “Lo que puedo aconsejar a artistas jóvenes es que viajen para crecer, para contrastar, para no quedarse encerrados en ciertos valores. A veces las verdades están muy desparramadas”, comentó el artista. No por casualidad, al recibir el Premio Figari leyó el poema Ítaca, de Constantino Cavafis: Cuando emprendas tu viaje a Ítaca / pide que el camino sea largo, lleno de aventuras, lleno de experiencias.