Hay que tratar de mantener el nivel cultural de la población. Si igualamos para abajo, Uruguay empezará a perder lo que era. Yo vengo de la educación pública y nunca me sentí menos preparado que nadie. Hoy hay que hacer un esfuerzo por la educación, que socialmente es lo más igualador; en alguno de los gobiernos del Frente esto no se cuidó. Al Frente le reconozco otro montón de cosas. Cuando se dice: “Sí, los progresistas, la ideología”, lo cierto es que hubo 15 años en que se cuidó el grado inversor y la estabilidad macroeconómica, unos más y otros menos.
¿Qué es lo que los inversores dicen primero (cuando se les pregunta por los aspectos relevantes para hacer negocios)? Seguridad jurídica, después estabilidad económica y ahora también mencionan las exoneraciones fiscales, según una encuesta de Uruguay XXI. Ahí hay un tema para arreglar: deberíamos hacer que la economía genere los incentivos sin que se tenga que dar estímulos fiscales. Tenemos que conseguir que los negocios den margen; nadie viene a invertir si no hay un margen razonable. Ahora el gobierno está siendo pragmático y le está sacando provecho a la coyuntura de las bajas tasas de interés en el mundo o a un posible impuesto mínimo global a futuro. Dice: “Aprovechemos esta ventana para traer al país todas las inversiones que podamos”. ¡Y el capital va a donde tiene rentabilidad! No sé cuánto estará abierta esa ventana, pero hay que aprovecharla si ayuda a atraer inversión y a crecer más rápido. Usted me dirá: “¿Es justo con los empresarios locales que no reciben beneficios fiscales?”. No. Hay que buscar la forma para hacerlo justo.
—Entonces, ¿qué hay que hacer para ser competitivos y que las empresas ganen lo suficiente para querer invertir?
—Estamos diciendo que vamos a volver a la situación pre-Covid en el segundo o tercer trimestre del 2022, ¡pero ya en los últimos años estábamos mal, en recesión, casi no crecíamos y con el empleo cayendo! No alcanza con volver a aquello, tenemos que retomar el crecimiento económico.
En cuanto a los costos, lo que decía: la importancia de la estabilidad macro y el déficit. La regla fiscal que trajo la LUC no es perfecta, pero de alguna manera controla los niveles de endeudamiento. Y lo otro que también se está haciendo y tiene relación con lo fiscal es la reforma de la seguridad social. Hoy son 10 u 11 puntos del Producto Bruto Interno que se van a pagar a la seguridad social.
La otra pata es la productividad y cómo hacer crecer la actividad, y así hacer crecer los ingresos fiscales. Para esto hay que mejorar la inserción internacional —sin romper el Mercosur, que es una relación natural— y mejorar el capital humano, otra vez la educación. ¿Cuánto hace que se habla de esto? Los gobiernos de Tabaré Vázquez hablaban de educación, Mujica dijo: “Educación, educación, educación”, ¡y no hemos podido cambiar nada! Lo que me está gustando de este gobierno es que está buscando cosas pragmáticas, más allá de los temas ideológicos, en los que no me meto.
—¿Dice que ve pragmatismo para reformar la educación?
—En esto justamente no…, todavía no le encuentra la vuelta. No puede ser que alguien diga: “Como no puedo hacer ninguna otra carrera, entonces voy a ser maestro”. Si estamos jugados a la educación para que la economía tenga un salto de calidad, tenemos que darle el prestigio y el salario que la docencia merece.
También hay que hacer algo para que más jóvenes estudien para programador o ingeniero de sistemas, donde hay una demanda totalmente insatisfecha. ¡88.000 personas se presentaron para 180 cargos de auxiliar en el BROU! ¡88.000! La gente quiere laburar, aunque al uruguayo también le gusta mucho ser empleado público; hay que tratar de sacar de la cabeza de la gente esa seguridad que da ser empleado público. ¡Hay que arriesgar más si quiere un poco más!
Sí veo pragmatismo en los artículos de la LUC vinculados a la estabilidad económica y la regla fiscal. Y la reforma de la seguridad social, que es algo sobre lo que todo el mundo venía hablando y este gobierno la lanzó, más allá del resultado que después consiga.
Otro ejemplo de pragmatismo: estuvo muy bien el período puente para los Consejos de Salarios del año pasado porque se encontró la forma de proteger el empleo. Ahora, en la nueva ronda el gobierno tiene un desafío al proponer ajustes desde ya para algunos sectores, y está jugado a que se cumpla su previsión de inflación.
También veo pragmatismo en otro aspecto que hace a la mejora de la productividad, y es poner en competencia al sector no transable. El artículo de la LUC sobre el precio de paridad de importación le está simulando competencia a Ancap, y la va a obligar a armar toda su estructura para funcionar con ese precio y no, como hasta ahora, que se decía: “Tengo estos costos y entonces fijo mi precio”. Es un ejemplo muy pragmático.
Desde hace décadas que todos los partidos políticos vienen diciendo más o menos lo mismo sobre la necesidad de mejorar la gestión de las empresas públicas, ¿y qué se hizo? Nada, o muy poca cosa. Hay que hacer lo que todos sabemos: no se pueden utilizar las tarifas con objetivos del gobierno; los directores tienen que ser profesionales; se deben fijar precios adecuados a una competencia, y por eso las unidades reguladoras también precisan directores de nivel para poder simular esa competencia de mercado. Y hay que explicitar los subsidios, ¡si no es facilísimo!: “Ah, yo no llego porque me hacés subsidiar el supergás”. O Alur, donde hay un fin social. ¡Vamos a blanquearlo y que el subsidio sea financiado con el presupuesto, no por Ancap, porque si no se entrevera todo! Antel debe tener contabilidades separadas, porque si no puede ser que se esté subsidiando la parte en competencia con los precios monopólicos. Hay un montón de cosas para arreglar en las empresas públicas, y no es menor que sean eficientes: son mochilas para los que trabajan con bienes transables. ¡Cuántas veces escuchamos al agro quejarse de la electricidad o del gasoil!
—Hay una alta sensibilidad en la ciudadanía en torno a los entes. En estos días bastó que el director de la OPP volviera a hablar de la intención de rever el esquema de subsidios al supergás y surgieron algunas dudas sobre cómo se seguirá para adelante con eso…
—Ahora va a venir la prueba del nueve con el referéndum por la LUC. La aprobación del presidente cayó un poquito cuando subió la nafta dos meses seguidos… Acá se necesita tener espalda fuerte: si el gobierno se deja influir por la política, capaz que se empieza a toquetear el precio de paridad de importación y no se hace la simulación verdadera, por fines políticos… Se puede ver tentado el presidente, porque se juega bastante con el referéndum. Por supuesto que no le va la vida; pueden perder y aun así seguir con las grandes cosas del gobierno. Pero si sale a su favor tendrá una espalda mucho más fuerte. Es la prueba del nueve.
Lo del supergás se puede resolver haciendo que la plata del subsidio venga del presupuesto y que Ancap no tenga que fumarse ese costo. ¡Y lo mismo Alur! ¿Por qué debe comprársele para el combustible y mantenerla con un peso…? Está bien, hay un fin social. Pero claramente, en la medida que la economía pueda volver a crecer, crecen las oportunidades, baja la pobreza y mejoran los ingresos del gobierno.
—Antes dijo que el uruguayo debería estar más dispuesto a asumir riesgos y no buscar tanto el amparo del Estado. ¿Los empresarios también?
—Tenemos que preparar el terreno para que la inversión crezca. Lo que ya hablamos: que las empresas públicas no sean una mochila. Mejorar el capital humano. Y tiene que desarrollarse el mercado de capitales, porque no es que no hay plata para invertir. De los US$ 15.000 millones que tienen las AFAP, US$ 3.000 millones es en proyectos productivos que generan actividad y trabajo; ¡el resto son bonos para financiar el déficit!¿Y por qué no llevar a la bolsa pedazos de las empresas públicas? No privatizarlas, un pedacito. Así tendrían que ser mucho más transparentes y demostrarle al inversor que le darán una tasa de rentabilidad mejor que si tuviera la plata en un título de deuda. Se le puede buscar la vuelta, lo que pasa acá es que siempre juega el tema político, y se empieza a acercar la elección… En casi todos los gobiernos, en el último año sube el gasto público porque dicen: “Tengo que parecer más simpático, tengo que inaugurar obras, porque viene la elección”. Precisamos equilibrio entre la política y las cosas que debemos hacer para tener un Uruguay mejor.
—¿La coalición multicolor durará todo el período o cada partido empezará a marcar perfil antes, adelantando los tiempos electorales?
—Es una pregunta difícil. Creo que se va a mantener hasta el último año. Todos los mensajes que están dando es que quieren que esto funcione; si no funciona, pierden todos, porque se trancarán los cambios que necesita hacer el gobierno. Eso es un aprendizaje de experiencias anteriores, cuando las coaliciones se rompían antes.
La LUC será una prueba y capaz que el gobierno sale fortalecido para hacer cambios.
—Ha habido algunos desencuentros dentro de la coalición y, por ejemplo, Cabildo Abierto quiere limitar la forestación. El presidente dijo que vetaría esa ley. ¿Ese tipo de cosas inquietan a empresarios e inversores?
—Tengo una opinión personal sobre ese proyecto. Soy de afuera, conozco bastante del campo, y hay que ser cuidadoso con los predios productivos. Lo más fácil es forestar todo, pero una vez que forestaste un campo lo estropeaste y sale mucho más caro arrancar las raíces para después cultivar soja, trigo o maíz. Capaz que hay que llegar a un término medio, pero no dejaría que esto sea: “Vamo arriba, hay que plantar porque es negocio y atrae inversión”. Hay otras cosas que ya están y no hay marcha atrás.
El mundo también va a valorar mucho los temas medioambientales y cómo se produce lo que se vende.
Nelson Mendiburu. Foto: Nicolás Garrido / Búsqueda
—¿Ve al Frente Amplio con chance de recuperar el poder en 2025?
—Absolutamente. Es muy parejo esto, y hay que ver cómo llega la economía. Es como si me preguntara quién ganaba el clásico por la Copa Sudamericana. ¿Por cuánto se ganó la última elección? ¡Por un punto y medio! Acá claramente hay dos bloques, y tenemos que cuidar que eso no se transforme en una grieta.
Hay cosas menores pero que están buenas, como el regalo (un termo ploteado con la bandera uruguaya) que le hizo Lacalle Pou al senador frenteamplista Alejandro Sánchez. Y no me pareció buena la plaqueta que le dio Nacional a Ruglio; fue una trampa sobre la discusión del decanato, eso es generador de violencia. En la política lo mismo: por más que haya diferencias, no se puede llegar a eso.
Otra pregunta es sobre los candidatos. Eso se verá.
En cualquier caso, es una tranquilidad para cualquier posible inversor que ya hemos tenido gobiernos de todos los partidos y se respetó la seguridad jurídica. Y los equilibrios (macro), más o menos, se han respetado. Aumentar la carga fiscal hubiera sido un error, y en esto también fue pragmático este gobierno. Eso está asociado a su ideología y a tratar de que sea el sector privado el que lidere la recuperación.
—Ahora Lacalle Pou habla del “malla oro”, aludiendo a los privados como puntal de la economía. ¿Con el Frente Amplio hubo una postura antiempresarial?
—No, nunca la noté. Siempre estuvieron los grandes tires y aflojes dentro del Frente, que es una coalición de gente de centro y de extrema izquierda. Es difícil manejar esos equilibrios. Es difícil cuando se escucha defender a Cuba como lo hacen. Yo estuve en Cuba y hablé con cubanos de a pie; está bien, hambre no pasan, pero ya no tiene nada que ver el bloqueo, que no es bloqueo y pueden comercializar con todo el mundo. ¡Es muy difícil defender Cuba! Y no solo el Frente, también el PIT-CNT, que hace un acto para defender Cuba. Esas cosas empiezan a generar ruidos y tenemos que luchar todos para que no haya grietas como en Argentina. Es lamentable, pobres argentinos… Ahora, por el Covid, ¡perdieron una década de crecimiento!
- Recuadros de la entrevista
“La crisis trajo la eficiencia”
“Manada de gatos” y un “montón de oportunidades” en la pospandemia
Economía
2021-08-04T17:09:00
2021-08-04T17:09:00