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“Para decir esas cosas hay que meterse la lengua en el culo primero”, le dijo muy ofuscado el 18 de enero de 2003 el entonces ministro de Salud Pública, Conrado Bonilla, a Miguel Ángel Toma, que en ese momento se desempeñaba como director general de Secretaría de ese ministerio. “No es así, ministro. ¡Por favor, ministro! Lo niego terminantemente”, respondía una y otra vez Toma, nervioso y con la voz entrecortada.
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Ese episodio, registrado en una grabación a la que accedió Búsqueda, marca un punto de quiebre entre Toma y el gobierno de Jorge Batlle, que lo había designado en un cargo de confianza en el Ministerio de Salud Pública. Toma, que se definía como colorado, había trasmitido en privado a algunos abogados de su entorno que la administración que integraba, y en especial el ministerio, eran corruptos.
Al enterarse Bonilla de esos comentarios, lo hizo suspender sus vacaciones en Artigas y viajar a Montevideo para tener una reunión urgente. Además de separarlo de su cargo de confianza, el entonces ministro mantuvo un acalorado intercambio con Toma, del que a continuación se transcribe una parte:
—Es muy jodido eso (que dijo).
—No, ministro, no, de ninguna manera, no.
—¿Pero cómo este hombre me dice eso? Dice que usted le manifestó que nunca había visto un ministerio más corrupto y donde se hicieran las cosas más espantosas que nunca había visto en su vida.
—Mire, ministro… No…, no es así, ministro.
—Eso hay que explicarlo, ¿verdad?
—Desde ya le digo que no es así. Si hubiera pasado algo, lo hubiera hecho saber por expediente, ministro, le hubiera dicho a usted.
—Para decir esas cosas hay que meterse la lengua en el culo primero.
—No, ministro, no. Niego totalmente.
Luego de ese intercambio, Toma fue desplazado del equipo jerárquico del ministerio. “Es un gran flojo, un pusilánime”, definió Bonilla a Toma en una nota publicada por El País en abril del año pasado.