“En el futuro, Uruguay tendrá una de las poblaciones más creativas del mundo”

REDACCIÓN  
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Nicholas Negroponte llegó el miércoles 10 a Montevideo y caminó como uno más entre los centenares de personas que asistían al Foro de Innovación Educativa que organizó el Plan Ceibal en el marco de su décimo aniversario. Algunos se acercaron a conversar con él, otros no repararon en aquel hombre, aun  a pesar de su traje beige de tela liviana, poco habitual para Uruguay en esta época del año. Sin embargo, cuando el jueves de tarde cerró el foro con una conferencia titulada “Internet como un derecho humano”, las dos mil sillas del salón Los Robles del Latu estuvieron todas ocupadas y hubo gente de pie. Allí todos lo escucharon atentamente.

Graduado y académico del MIT desde 1966, Negroponte es de esos expertos en tecnologías a quien todos le preguntan cómo será el futuro. Y él opina. Hace 25 años dijo, por ejemplo, que pronto compraríamos libros y diarios a través de Internet; hace 30 dijo que se sustituiría el mouse por nuestros dedos, y vaticinó el Internet de las cosas, en la que todos los equipos de la casa estarían conectados a la red.

Muchas de esas afirmaciones sonaron descabelladas. Y seguramente también sonó así cuando hace más de 30 años hablaba de un laboratorio donde confluyeran la investigación en educación, periodismo, diseño gráfico, animación, cinematografía y computación, y que hoy es el aún revolucionario Media Lab del MIT. O cuando en 2005 habló sobre su idea de fabricar computadoras por 100 dólares para entregar a todos los escolares y disminuir la brecha digital entre naciones ricas y pobres. Así surgió la idea que presentó en el Foro Económico Mundial de Davos, Suiza, y que se concretó en la organización sin fines de lucro One Laptop Per Child, que logró construir esas máquinas.

Esa idea caló en algunos países, como Uruguay, que intentaron poner en práctica su sueño. Así surgió el Plan Ceibal, que comenzó su actividad con las computadoras OLPC y con el respaldo de Negroponte.

Con 73 años, este informático y arquitecto estadounidense —que ha tenido cargos en empresas de telecomunicaciones, que ha financiado start-ups de tecnología, incluidas la prestigiosa revista especializada “Wired”— sigue siendo una de las voces más respetadas del mundo de la tecnología aplicada a la educación, y como tal llegó a Uruguay para participar en el foro. Sobre el Ceibal, su participación y el futuro, Negroponte habló con galería el miércoles, sentado en un rincón del salón, mientras la gente pasaba sin advertir su presencia.

—¿Qué pensó hace 10 años cuando le propusieron traer su proyecto a un país remoto como Uruguay?

—Cuando empezamos a trabajar con Uruguay había algo que hacía que el país fuera único. Era un país pequeño que quería incluir en el programa a todos los niños. Los otros eran países grandes que querían involucrar solo a una parte de los escolares. Pronto fue claro que la idea de cubrir a toda la población iba a ser un factor de destaque. Además, por la presencia de Miguel (Brechner), el modo en que estaba diseñado el proyecto, el Latu, el presidente, fue el momento indicado.

“Brasil, China y otros grandes países se habían interesado en OLPC pero querían hacerlo piloto, no universal”, dijo al día siguiente Negroponte en su conferencia en el foro. Pero eso no lo convenció. “‘¿Acaso hacen eso con la electricidad, con el agua’?, les pregunté, y me decían que no era lo mismo”. Hasta que apareció Uruguay y su propuesta para aplicarlo a todos los niños del país.

—¿Qué esperaba de esta iniciativa hace 10 años?

—Creo que lo que esperaba es lo que es hoy. Estoy muy impresionado, pero en realidad esperábamos que creciera así.

—¿Qué resultado le sorprendió más?

—No fue tanto un resultado, sino un abordaje, y fue la idea de involucrar la capacitación de los maestros. Originalmente, no creí que fuera algo necesario. Creía que los niños les iban a enseñar a los maestros. Pero claramente esa medida está dando resultados ahora. Y se da por sentado lo que es bueno. Ese es el mejor halago que se puede hacer: que algo esté suficientemente integrado.

—Muchos niños a los que el Plan Ceibal les cambió la forma de aprender y el vínculo con la tecnología están acá. ¿Habló con ellos?

—Aún no porque recién llegué. Pero me gustaría hablar con los que empezaron (en el Plan) con 8 o 9 años y que ahora tienen 18 o 19. Me gustaría conocer a aquella primera generación, para intentar saber cómo influyó en su aprendizaje, si tienen más entusiasmo por aprender, si se interesaron más por algo. E incluso también saber de aquellos niños que perdieron todo interés.

—¿Cómo cree que el Plan impacte en el Uruguay del futuro?

—No conozco la composición de la población uruguaya, pero en términos de creatividad, probablemente Uruguay tendrá una de las más creativas del mundo.

—¿Qué cree que es lo mejor del Plan Ceibal?

—Sin duda la ejecución; todos los demás países tuvieron problemas. Con ejecución me refiero a la estructura de gestión, a tener un grupo a cargo de una cosa, y otro para otra, y así. Al principio había 100 personas involucradas, y ahora deben ser 300. A nivel organizacional nadie se acercó al desempeño de Uruguay. He escuchado ministros de Educación y autoridades admirando públicamente a Uruguay.

“Ustedes lo hicieron de forma excelente”, agregó en el foro. “En mi lista (de países) tienen 9,9 sobre 10, y el segundo está por debajo de 5”, calificó.

—¿Cree que el tamaño del país ayudó?

—No. Fue por el compromiso.

En su conferencia, el experto abordó su idea de que Internet debe ser un derecho humano, y habló sobre su idea de usar un sistema de satélites para conectar a la red a 1.500 millones de personas que hoy están excluidas. Para lograrlo, dijo, es necesario moverse por caminos diferentes a los del mercado. “Mi trabajo y el de ustedes es hacer lo que las fuerzas del mercado no hacen. Vayan a sus casas y piensen en lo que los hace felices. Seguro que no les llega a través de las fuerzas normales del mercado”, reflexionó.

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2017-05-18T00:00:00