¿Despegue productivo o problemas en puerta?

¿Despegue productivo o problemas en puerta?

La columna de Gonzalo Gutiérrez

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Nº 2269 - 21 de Marzo al 3 de Abril de 2024

Según datos del Banco Central del Uruguay (BCU), el stock de créditos bancarios del sector agropecuario a enero de este año es de unos US$ 3.600 millones. Es el doble del stock de 2012 y unos US$ 1.200 millones más que el stock de 2022.

Durante el período 2015-2023 el stock de créditos al sector se mantiene muy estable, en el eje de US$ 2.500 millones. La morosidad aumentó de forma sostenida entre 2012 y 2018, y luego bajó entre 2018 y 2023 casi a los mismos niveles de 2015. La morosidad es muy baja, alrededor del 1%, por lo que no hay un compromiso en el repago de los créditos.

Esto es consistente con lo que cuentan los operadores del sector. En lenguaje llano, todos dicen que a pesar del impacto de la sequía las cuentas se cobraron. Entonces, si se pagaron todas las cuentas, la pregunta es: ¿qué significa este aumento del endeudamiento?

La visión optimista sería: estamos a las puertas de un salto cuántico de la productividad del sector. Uruguay, que es reconocido por su marco jurídico de estabilidad y por un contexto económico predecible, es el favorito para que los empresarios, tanto locales como extranjeros, pisen el acelerador productivo tomando más créditos. Si este es el camino, veremos un sostenido aumento de la producción, que serán los resultados de la inversión.

Hay otra versión un tanto más oscura: el aumento del endeudamiento es el reflejo de los problemas de competitividad que tiene el sector, que lo llevan a endeudarse para poder seguir produciendo en un país caro y con un atraso cambiario que hace mella en la rentabilidad. Lo que vemos es el reflejo de endeudarse, no para aumentar la producción sino como herramienta de supervivencia.

Tanto en la agricultura como en la ganadería en general, la demanda de capital es importante para la producción. No todo el mundo tiene el capital necesario para financiar por sí mismo los insumos que le permitan lograr una producción rentable.

Y a diferencia de otros sectores, casi siempre hay alguien dispuesto a financiar, sea un vendedor de insumos, un exportador o un banco. En agricultura, basta con que usted tenga un contrato de arrendamiento para que solo con eso logre que alguien le financie los insumos para sembrar previa prenda de la cosecha.

Cuanto más bajo el control de acceso al crédito, más alta la tasa de interés. Entonces nos encontramos con muchos productores que, imposibilitados de acceder a las líneas de crédito tradicionales (como las del sector bancario), prefieren ir a proveedores de segunda línea, que hacen menos preguntas pero cobran tasas más altas por prestar el dinero.

Si al productor le va mal en una cosecha, prenda la siguiente a favor del proveedor y así sucesivamente. El resultado de este sistema es productores cada vez más comprometidos en su rentabilidad y capital operativo, y prestamistas de ocasión cada vez más poderosos.

Sea cual sea la explicación para el aumento de la demanda de créditos del sector, hay otra variable relevante, que es el tiempo. ¿Qué tan sostenible es esta trayectoria del agro uruguayo en el mediano y largo plazo? Para responder eso hay que traer otro elemento a consideración, que es lo que esperamos de los precios relativos de los productos que vendemos.

Si miramos con atención la trayectoria de mediano plazo, vemos que desde hace casi un año estamos con precios bajos de casi todos los productos que vende Uruguay y que son de base agropecuaria.

Los granos y la carne bovina, dos de los principales (dejando de lado al arroz, que vive una realidad diferente), nos dieron buenos sustos en el 2023 y prometen no ser mucho mejores en 2024.

¿Qué ocurre si este panorama de precios deprimidos dura dos o tres años? En el mediano plazo las relaciones de precios tienden a acomodarse (bajan los precios de los productos y de los insumos), pero el tema es ver quién llega al final de esa carrera, y cómo se llega.

Los datos de créditos que tenemos son sobre el endeudamiento bancario del sector, pero hay un enorme financiamiento no bancario (cuya dimensión nadie conoce bien) que juega un rol muy importante en la producción.

Sería muy bueno que la academia y el BCU hagan un análisis más riguroso de las formas de financiamiento del sector. Las deudas se pagan con producción, pero eso depende de que el rubro sea rentable y para ello se requiere de una combinación no siempre predecible de precios y productividad. A las puertas de un cambio en el clima y con precios que no están en sus mejores niveles, las consecuencias pueden ser complicadas, sobre todo si este panorama se extiende más de lo deseable.

Una coyuntura que nos hace ser más intensivos en el uso de capital (y con costo creciente), nos lleva a un terreno donde se requieren otras herramientas para gestionar los riesgos de forma más ajustada.

Por el lado productivo, la oferta de mejores seguros que contengan las catástrofes climáticas tiene mucho por mejorar, pero también el manejo de los precios y del costo del dinero.

El empresario agropecuario tiene que ponerse a tiro muy rápidamente para enfrentar un mix de circunstancias que no son nuevas para él y que le exigen adaptarse.

Mitigar riesgos en cualquier actividad tiene costos que muchas veces se hacen pesados. En ese sentido pesa también la asimetría al momento de elegir con quién se endeuda el productor. Muchas veces se terminan contratando instrumentos de cobertura como condición de acceso al crédito, que son extremadamente onerosos y que comprometen el margen del negocio, pero solo para el que toma el crédito, mientras que el que financia nunca pierde.

Y la lógica de que financiando la producción futura es la única forma de pagar las deudas encubre una realidad preocupante que fuerza al productor a producir a pérdida como forma de acceder al crédito.

Más tarde o más temprano esa cantera se agota. El acceso al crédito y las formas de financiarse y gestionar los riesgos deberían ser parte de la agenda del sector con mucha más intensidad de lo que se considera hoy.