El senador blanco Sebastián da Silva estruja entre sus manos una pelota de goma de color verde. Un amansa locos. Dice que lo hace porque está cansado, desbordado por el ritmo vertiginoso del túnel de diciembre que desemboca en el fin de un año intenso, pandémico, que termina con calurosos debates parlamentarios y actos de campaña para defender los 135 artículos de la Ley de Urgente Consideración (LUC) que la oposición pretende derogar en un referéndum. Y dice, mientras abre y cierra sus manos mecánicamente, que así como el presidente de la República, Luis Lacalle Pou, apela a las mancuernas para sacarse el estrés, él calma su ansiedad jugando con la pelotita. El perfil de Da Silva es combativo, picante, polémico. Basta con verlo en las redes sociales, entre permanentes cruces con anónimos y conocidos. Es un rol que se calzó sin que nadie se lo pida. Pero ahora, tras una semana de tensión elevada con un socio del gobierno de coalición como Cabildo Abierto —al que Da Silva siempre miró de reojo— prefiere adoptar otra postura. Da Silva se pone en modo conciliador. “Tenemos que ser cirujanos plásticos para borrar las cicatrices”, dirá varias veces durante la entrevista con Búsqueda. Las heridas se abrieron en el tratamiento parlamentario de la ley forestal impulsada por Cabildo Abierto, aprobada con votos de la oposición y vetada por el presidente Lacalle Pou. El senador blanco no puede evitar decir que “faltó profesionalismo” y que todavía espera una llamada de algún cabildante para hablar y negociar cambios en la iniciativa que evitaran el veto presidencial. Pero de inmediato se corrige y se acuerda de la cicatrización. Una medida que se necesita para enfrentar juntos el referéndum del próximo 27 de marzo.
—Usted es un hombre de campo, ¿cómo vivió este proceso de discusión de la ley forestal, el conflicto que se produjo con Cabildo Abierto y el veto presidencial?
—Lo viví contento, porque siempre que se tratan temas agropecuarios en el Senado los hablo con conocimiento de causa. Yo puse arriba de la mesa el tema de los suelos cristalinos, puse arriba de la mesa temas que no se resolvieron por la ley y nadie más los planteó: la garrapata, la proliferación de jabalíes, los perros sueltos. Creo que en la discusión nos faltó profesionalismo. Nos faltó a partir de que vino el sector forestal al tratamiento parlamentario. Nos faltó profesionalismo para ponernos de acuerdo. No sé si porque estamos cansados o no se dieron instancias de conversación. Pero después, bueno, cuando te enfrentás a una ley que tiene un artículo kirchnerista, netamente kirchnerista, donde cuotificás legalmente una actividad productiva, ahí empezamos con un debate más ideológico, más de fondo. Yo todavía sigo esperando la llamada de alguien de Cabildo Abierto para negociar. Lo hubiese preferido.
—Y… yo creo que estuvimos un año discutiendo de eucaliptos y yo no tuve un WhatsApp por parte de los promotores de la ley para sentarnos a tomar un café y ver si nos poníamos de acuerdo. Lo que sí vi es una subida al carro del Frente Amplio, a último momento, que desembocó en esto. ¿Cuál es nuestra responsabilidad como principal partido de gobierno? Ahora tenemos que ser cirujanos plásticos, borrar todas las cicatrices y mirar para adelante. Pero esa es la realidad. Yo no tuve un WhatsApp, una llamada, un “che, vamos a tomar un café”.
—¿Qué fue ese decreto del gobierno a último momento? ¿Un intento de acercamiento para evitar el veto?
—Es la respuesta que le da el Poder Ejecutivo a ruidos que existen dentro del sector agropecuario, a lo que tiene que ver con la forestación. Era parte de esa sensibilidad, de ese relato que uno escucha por ahí de que la forestación está invadiendo el Uruguay. Eso no es cierto. En el análisis profundo de todo lo que pasó queda claro dónde está la forestación, dónde están las excepciones, quiénes las promovieron. Hay tantos argumentos sólidos arriba de la mesa que llegar a este extremo habla de una falta de profesionalismo. De todos. Yo me pongo también.
—Hace autocrítica entonces.
—Sí, pero cuando yo tengo una ley el primer interesado para que la ley tenga consenso soy yo. Yo no recibí un solo WhatsApp. Pero… Cirujanos plásticos… Borrar las cicatrices.
—Pero el primer veto presidencial fue consecuencia de una falta de entendimiento con un socio de la coalición.
—Sí, pero es política de nicho. No es trazo grueso. El trazo grueso no entiende cómo Cabildo y el Frente Amplio pueden votar juntos. Tres días antes, el Frente le hizo una marcha a Cabildo. Entonces es política de nicho. Yo la respeto, es parte de los perfilismos que quiere tener cualquier actor político. Te repito, no es un tema sustantivo. En el tema de la ley forestal Lacalle Pou confirma esos tres liderazgos que viene mostrando en todo su gobierno. Un liderazgo político, no pierde el olfato; un liderazgo ético, donde no hay rincón del Uruguay al que él vaya y la gente lo reciba por lo que es; y un liderazgo económico enorme, que hace que muchas de las catástrofes anunciadas desde el 2 de marzo de 2020 por parte de la oposición no se hayan cumplido. Para nosotros evitar la profecía de que Uruguay se funde cada 20 años es muy importante. Yo tengo el karma de haber vivido como legislador las dos crisis: la del 2001 y esta. Evitar esta profecía, que la estamos evitando, es un logro sustantivo. La pandemia dejó mucho caído, pero claramente el liderazgo económico, ético y político está dando sus resultados.
—Y usted cree que ese liderazgo quedó de manifiesto en este veto presidencial.
—Sí, y en la fundamentación del veto, que fue rotunda.
—Usted ha sido crítico con Cabildo. ¿Cómo cree que puede seguir la relación después de este episodio?
—Si yo te digo que somos cirujanos plásticos, tenemos que bancar. Ahora por delante tenemos un desafío que puede llegar a cambiar los énfasis del Uruguay en la segunda parte del gobierno de Lacalle Pou, que es la defensa de la LUC. Entonces hay que ser cirujanos plásticos. ¿Qué viene después en todos los partidos? Van a empezar a venir los perfiles. Y todos los partidos van a tener ruidos por los perfiles.
—¿Este episodio fue una señal prematura de perfilismo de Cabildo Abierto?
—Es un tema que ellos querían dejar de manifiesto en la opinión pública. A mí no escapa el ruido, la desigual tributación que existe, pero ¿es el momento ahora de discutir la base tributaria del sector agropecuario a dos meses de la LUC? Por supuesto que no. La ministra de Economía, Azucena Arbeleche, habló muchas veces de estar en contra de los impuestos ciegos a la producción. Cuando vengan esas discusiones de pospandemia, que se van a venir y con énfasis en la medida que a nosotros nos vaya bien con la opinión pública y el referéndum, bueno, vamos a poner todos los temas arriba de la mesa. Son temas lindos, productivistas. Pero la mano del Estado diciendo qué podés hacer y qué no…, eso no es uruguayo, es argentino. Y quedó de manifiesto. Pero, de ahora en más, cirujano plástico.
—¿Leyó la última columna de Pedro Bordaberry en El País sobre Cabildo Abierto?
—Sí… Es similar a lo que yo venía diciendo. Son conceptos parecidos.
—Los comparte entonces.
—Sí, en algunos énfasis. O sea, yo no puedo adjetivar a un socio…
—Bordaberry dice básicamente que no es un socio confiable.
—Claro, pero si yo estoy diciendo que tengo que ser un cirujano plástico… Sí comparto cierta visión, lo de los gobiernos dirigistas no está dentro de los motivos por los cuales yo dejé muchas cosas para estar acá sentado. Y más cuando tenemos en frente a un Frente Amplio que vale la pena analizarlo. La llegada de Fernando Pereira a su presidencia habla mucho de la ausencia de líderes, de cómo el Frente se agarra de lo primero que encuentra. Hay que ver qué pasa después del referéndum. ¿A la izquierda le sirvió la juntada de firmas? Sí, le sirvió. Pero puede ser un enorme boomerang. Se corrió el velo, se reveló que el PIT-CNT y el Frente son lo mismo. Y para su presidencia eligen al más clásico de los sindicalistas, que no tiene buena prensa, alguien que se jacta de no ir a trabajar. Yo no tengo noticias de que haya ido a Primaria a cumplir su deber como funcionario público. Es la quintaesencia de ese sindicalismo panza llena. Y a ese sindicalismo la gente no lo ve bien.
—¿Y usted advierte que el Frente Amplio se está asociando a ese sindicalismo?
—Sí, se va a asociando a eso. Justificando ese tipo de Uruguay. A ver, el valor del trabajo, del esfuerzo, la tranquilidad uruguaya explican mucho de lo que fue la salida de la crisis de 2001. Porque en Chile y Argentina rompían las vidrieras de los bancos. Lo mismo pasó con esta crisis de la pandemia. El uruguayo confió, apretó los dientes, y hoy estamos con un nivel de desempleo menor al que recibimos nosotros. Esas cosas no tienen partido político, son parte del Uruguay. Y para mí contrasta mucho con los sindicalistas profesionales. Y más temprano que tarde, la izquierda lo va a padecer. Si yo fuese dirigente del Frente, bueno, podría haber ido a buscar al GACH, donde hay notorios académicos de izquierda que hubiesen sido figuras muchísimos más revolucionarias que un sindicalista profesional.
—¿Cree que así se va a radicalizar el Frente Amplio?
—El Frente Amplio es un frente angosto. Cuando tú ves a Gerardo Núñez y Mario Bergara abrazando al Antel Arena te das cuenta de que es un frente angosto. Yo creo que están descubriendo capaz uno de sus peores errores estratégicos, que es subestimar la capacidad de liderazgo del presidente de la República. Pero, como se miran al espejo y se hablan a sí mismos, no ven la realidad. Y esa subestimación, producto de haber juntado las firmas en el pico de la pandemia, los llevó a pensar que van a tener un buen desempeño electoral. Están subestimando la capacidad del presidente, la capacidad del Partido Nacional, lo que nos encanta hacer campaña electoral. Y lo precioso que es defender la LUC. Yo tuve que defender la ley de Ancap, que era indefendible. Acá hablamos de realidades, el resto es entelequia.
—¿Qué pasa si la coalición de gobierno pierde el referéndum?
—Esto es como un partido del fútbol. Si la coalición de gobierno pierde el referéndum y todos hicimos el mismo esfuerzo para ganarlo, bueno, cuando más arriba estás más responsabilidad tenés. Nosotros estamos apelando a que en la LUC más es más. Yo quiero tener a Pablo Mieres explicando la LUC, quiero a Cabildo Abierto haciendo su trabajo y al Partido Colorado haciendo su trabajo. Más es más.
- Recuadro de la entrevista
El futuro candidato blanco: “No creo en los delfines”