“Trucos y astucia”: Las grandes multas no frenan que los bancos muevan dinero sucio

REDACCIÓN  
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El dinero llegaba de California, Perú, Bolivia, China y otros lugares donde familias de bajos ingresos estaban dispuestas a invertir sus modestos ahorros –2 mil, 5 mil o 10 mil dólares-- en un fondo de inversión que, esperaban, les cambiaría la vida.

Con tan solo pulsar una tecla, el dinero de los inversionistas se canalizó a través de operaciones en Nueva York del gigante bancario global HSBC. Luego se diversificó por todo el mundo a través de cuentas en las oficinas de HSBC en Hong Kong.

Como otros engañados por el esquema “Ponzi” llamado World Capital Market, Reynado Pacheco, un padre de 44 años de Santa Rosa, California, promocionó la operación ante su familia y sus conocidos. Cuando se empezó a vislumbrar que WCM era un fraude, uno de los desafortunados inversionistas al que había convencido de confiar su dinero se suicidó.

Tres hombres lo secuestraron y golpearon su cabeza con piedras, dejándolo muerto en un arroyo, sus manos atadas a su espalda con cinta y cordones de zapatos.

Miles de víctimas perdieron al menos 80 millones de dólares en el fraude.

Los FinCEN Files muestran que HSBC siguió moviendo dinero para el fondo, incluso cuando las autoridades de tres países investigaban a la compañía, y a pesar de que los analistas del banco sabían que se trataba de un esquema Ponzi. Más de 30 millones de dólares vinculados con WCM transitaron por el banco entre 2013 y 2014, en un momento en el que HSBC estaba a prueba. Incluso cuando la Comisión Bancaria y de Valores de Estados Unidos congeló los activos de la compañía, la cuenta de WCM en la oficina de HSBC en Hong Kong seguía activa.

De acuerdo con documentos judiciales presentados por los abogados --con el objetivo de recuperar el dinero de las víctimas del fraude--, WCM sacó más de 7 millones de dólares de su cuenta durante la semana siguiente al congelamiento, dejándola en ceros.

WCM no fue la única compañía ligada a actividades criminales que movió dinero a través de HSBC durante el periodo de prueba de cinco años que las autoridades de Estados Unidos dieron al banco para reforzar sus medidas de combate al lavado de dinero en el marco del “acuerdo de procesamiento diferido” celebrado en 2012.

La oficina del banco en Hong Kong, por ejemplo, procesó más de 900 millones de dólares en transacciones relacionadas con sociedades fantasmas vinculadas a documentos judiciales e informes mediáticos de posibles redes criminales, según un análisis del ICIJ.

Los fiscales estadunidenses y otros funcionarios han elogiado los acuerdos de procesamiento diferido y otros tipos de acuerdos por blanqueo de dinero. Los describen como herramientas efectivas para que los grandes bancos dejen de trabajar para delincuentes.

Cuando las autoridades anunciaron el acuerdo de procesamiento diferido de Standard Chartered en 2012, un empleado del FBI manifestó: “Nueva York es una capital financiera mundial y un centro bancario internacional, y tienes que cumplir con las leyes para realizar negocios aquí”.

La investigación del ICIJ muestra que cinco de los bancos que aparecen más frecuentemente en los FinCEN Files –HSBC, JPMorgan, Deutsche Bank, Standard Chartered y Bank of New York Mellon—movieron dinero para personas y empresas sospechosas a pesar de que eran sujetos a acuerdos de procesamiento diferido y otras acciones de cumplimiento de la ley contra el lavado.

En los últimos 15 años, cuatro de estos bancos firmaron acuerdos de no procesamiento o de procesamiento diferido relacionados con lavado de dinero. De los cinco bancos, Deutsche Bank es el único que no ha sido parte de un acuerdo de no procesamiento o de procesamiento diferido; sin embargo, el banco de origen alemán alcanzó un acuerdo civil por 258 millones de dólares en 2015 después que autoridades de Estados Unidos y Nueva York determinaron que el banco había movido miles de millones de dólares para instituciones financieras de Irán, Libia, Siria, Birmania y Sudán y otras entidades sancionadas por Estados Unidos.

Cuatro de los cinco bancos han sido objetivo de numerosas demandas e investigaciones por lavado de dinero; uno de ellos –Bank of New York Mellon—solo lo ha sido una vez en los últimos 15 años.

En 2005, dos años antes de su fusión con Mellon Financial, el Bank of New York pagó 38 millones de dólares y firmó una acuerdo de no procesamiento después que una investigación federal concluyó que había blanqueado 7 mil millones de dólares de dinero ilícito: los investigadores creían que Semion Mogilevich, el supuesto ‘Jefe de jefes’ de la mafia rusa, estaba detrás de algunas transacciones.

Si bien evitó grandes juicios, Bank of New York Mellon realizó negocios con personajes sospechosos, según muestran los FinCEN Files. Entre 1997 y 2016, por ejemplo, movió más de mil 300 millones de dólares en transacciones vinculadas con Oleg Deripaska, un multimillonario ruso y aliado del presidente ruso Vladimir Putin.

Desde 2008, notas de prensa vincularon a Derispaska con el crimen organizado. Cuando las autoridades de Estados Unidos implementaron sanciones contra él en 2018, manifestaron que había sido acusado de amenazar a rivales empresariales, sobornar a un funcionario del gobierno ruso y ordenar el asesinato de un empresario.

Deripaska niega el lavado de fondos y los delitos. En 2019, la administración Trump retiró las sanciones contra tres compañías vinculadas con él, pero mantuvo las sanciones contra el personaje, quien está demandando el gobierno de Estados Unidos para retirarlas.

“BNY Mellon asume su papel de protección de la integridad del sistema financiero global de manera seria, lo que incluye la remisión de reportes de actividad sospechosa”, manifestó Bank of New York Mellon en un comunicado. “Como un miembro de confianza de la comunidad bancaria internacional, cumplimos plenamente con todas las leyes y regulaciones aplicables, y asistimos a las autoridades en el importante trabajo que realizan”.

Banderas rojas

En los archivos, el ICIJ descubrió un patrón llamativo: la voluntad de muchos bancos para procesar transacciones para los mismos clientes de riesgo.

Derispaska, el oligarca ruso, no sólo recibió ayuda del Bank of New York Mellon. Los documentos confidenciales revelan que, entre 2003 y 2017, el Deutsche Bank movió más de 11 mil millones de dólares mediante transacciones para empresas que controlaba.

Los archivos también indican que Deutsche Bank, Bank of New York Mellon, JPMorgan, HSBC y Standard Chartered figuraron entre los 20 bancos que ayudaron a Odebrecht SA –la constructora brasileña que los fiscales de Estados Unidos acusaron del mayor caso internacional de sobornos en la historia– a mover 677 millones de dólares entre 2016 y 2016. De este cantidad, Deutsche Bank movió más de 560 millones de dólares, según muestran los registros.

Los bancos gigantes también ayudaron a Dmytro Firtash, un oligarca ucraniano buscado por el gobierno de Estados Unidos.

En 2014, los fiscales estadunidenses los acusaron de sobornar a funcionarios en la India para concretar un acuerdo minero. Desde finales de 2019, medios de Estados Unidos documentaron que Firtash fue un actor clave en la estrategia del presidente Trump para realizar una campaña negra contra Joe Biden, su oponente para la reelección de 2020.

Firtash dice que su ascenso en los negocios empezó tras la caída de la Unión Soviética, cuando cambió leche en polvo de Ucrania por algodón uzbeko. Vive en el exilio en una mansión en Viena; no puede abandonar Austria pero se encuentra protegido contra la extradición. Su mansión Art Nouveau tiene un cine propio y una piscina infinita – un perfil de 2017 por Bloomberg Businessweek lo apodó “el oligarca en la jaula dorada”.

Los cinco grandes bancos del análisis del ICIJ –JPMorgan, Deutsche Bank, Standard Chartered, HBC y Bank of New York Mellon – procesaron transacciones para sociedades controladas por Firtash, según muestran los FinCEN Files. Los archivos indican que los cuatro aprobaron transacciones después de comprometerse a vetar sus clientes sospechosos.

Los archivos muestran que JPMorgan movió la mayoría del dinero de las empresas controladas por Firtash: cientos de transacciones por un importe total de mil 900 millones de dólares entre 2003 y 2014.

JPMorgan y los otros bancos debieron preocuparse ante la cuestionable historia de Firtash al menos desde 2010, cuando un cable diplomático de Estados Unidos filtrado los relacionaba con Mogilevich, el jefe de la mafia rusa.

En 2011, una demanda presentada en Manhattan por Yulia Tymoshenko, la antigua primera ministra de Ucrania, proporcionaba a los cinco bancos aún más información, entre ellas números de cuentas en cuatro de los bancos, que supuestamente eran usadas por Firtash para blanquear dinero.

La demanda acusaba a Firtash, Mogilevich y el futuro jefe de campaña de Trump, Manafort, de lavar fondos ilícitos de Ucrania a través de bancos y acuerdos de inversión en Estados Unidos.

La demanda señalaba que cuentas en las oficinas neoyorquinas de JPMorgan, Deutsche Bank, Standard Chartered y Bank of New York Mellon movían dinero robado de Ucrania hacia Estados Unidos el cual, después del lavado, viajaba de regreso a Ucrania.

A pesar de estas acusaciones, los cinco bancos siguieron con transacciones que involucraban a sociedades controladas por Firtash, entre ellas algunas procesadas por Deutsche Bank en 2017.

La demanda de Tymoshenko fue rechazada en 2013, en parte porque la política y sus abogados no fueron capaces de ofrecer suficientes detalles sobre las transacciones.

Firtash negó cualquier mala práctica, y dijo a Bloomberg Businessweek que era víctima de “una máquina especial de propaganda organizada contra mí”. Contó a la revista que Tymoshenko está “equivocada en todo. Miente todo el tiempo. Sobre el blanqueo de dinero, para empezar necesitas tener dinero sucio. Yo siempre he tenido dinero limpio”.

En un comunicado, un abogado de Firtash contó al ICIJ que Firtash “nunca tuvo ninguna participación u otra vinculación comercial con Semion Mogilevich”. El abogado dijo que Firtash no contestaría a preguntas del ICIJ porque sus cuestiones son “dependientes de la divulgación ilegal y criminal” de reportes de actividad sospechosa.

Haciendo responsables a los banqueros

¿Por qué las grandes sanciones financieras no han servido para cambiar el comportamiento de los bancos?

John Cassera, un experto en delitos financieros que trabajó como agente especial asignado al FinCEN entre 1996 y 2002, dijo que el tamaño de las multas pagadas por HSBC y otros bancos pueden parecer grandes, pero representan una pequeña fracción de sus beneficios. Aparte, el dinero no es pagado por los banqueros que deben rendir cuentas, dijo – sino por los accionistas.

BNP Paribas, el mayor banco de Francia, recibió la mayor multa de todas en 2014, cuando tuvo que pagar 8 mil 900 millones de dólares porque operó transacciones de miles de millones de dólares al sistema financiero de Estados Unidos a nombre de entidades de Sudán, Irán y Cuba, las cuales eran objeto de sanciones y bloqueo de Estados Unidos.

A diferencia de los acuerdos con HSBS y otros, este no fue un procesamiento diferido. El banco francés aceptó la condena, y despidió a 13 empleados.

Para el banco francés, la prioridad en las negociaciones del acuerdo era asegurar que las autoridades no le revocaran de manera permanente su licencia para procesar transacciones en dólares. La revocación sólo duró un año; y tras el anuncio del acuerdo, el precio de la acción del banco subió un 4%.

James S. Henry, un economista de Nueva York, abogado y escritor que ha investigado el mundo del dinero sucio desde los setenta, dijo que se necesitará más que “voluntad fiscal” para cambiar realmente la relación entre los bancos y los flujos de dinero ilícito. Esto se traduce en responsabilizar a los banqueros, no sólo los bancos y sus accionistas.

“Tenemos que poner en riesgo a algunos altos ejecutivos que están a cargo de estas cosas”, afirmó Henry. “Y eso significa multas y/o cárcel”.

Acuario con tiburones

Parecía sacado de una novela de espías.

Los empleados de Deutsche Bank instruían a clientes de Irán y otros puntos calientes para encajar sus mensajes de pago con palabras clave que desencadenaría un trato especial. Un ejecutivo instó a los trabajadores a emplear “trucos y astucia” para evitar que las autoridades americanas los detectaran.

Estos “trucos” del oficio fueron expuestos en un comunicado de noviembre de 2015 por los reguladores bancarios de Nueva York. Deutsche Bank, según dijeron los funcionarios estatales, había movido casi 11 mil millones de dólares entre 1999 y 2006 a nombre de Irán, Siria y otros países bajo las sanciones de Estados Unidos.

En virtud del acuerdo por 258 millones de dólares con el Estado y la Reserva Federal, Deutsche Bank aceptó reformar sus prácticas y despedir a los empleados involucrados en la operación.

En un comunicado, Deutsche Bank sostuvo que el trato era una noticia vieja: “La conducta ha cesado hace varios años, y desde entonces hemos concluido todos los negocios con partes de los países involucrados”.

Mientras el acuerdo se desarrollaba en público, Deutsche Bank operaba tras bambalinas para mover dinero de Ihor Kolomoisky, un multimillonario ucraniano involucrado en un fraude masivo de blanqueo de dinero, que consistía en canalizar dinero hacia el Medio Oeste estadunidense, según afirmaron más tarde los fiscales de ese país.

Kolomoisky tiene su propia mística de espía de thriller. Los fiscales de Estados Unidos dicen que desde hace mucho tiempo se le conoce por su “crueldad e incluso violencia” en los negocios; una vez contrató a “matones armados” para ocupar las oficinas de una petrolera gubernamental. Un socio recordó haberse reunido con él y ver cómo el oligarca presionaba un interruptor a control remoto que arrojaba carne de cangrejo de río a los tiburones hambrientos que ocupaban el acuario de su oficina.

Según los FinCEN Files, Deutsche Bank informó que movió al menos 240 millones de dólares entre finales de 2015 y mayo de 2016 para una empresa registrada en las Islas Vírgenes Británicas controlada por Kolomoisky.

Deutsche Bank ayudó a mover parte de este dinero antes de cumplirse 48 horas del acuerdo alcanzado en noviembre de 2015 con los reguladores de Nueva York.

En un reporte de actividad sospechosa completado seis meses más tarde, Deutsche Bank se preocupó de que “había una variación inusual de cantidades en las transacciones, entre 23 dólares y 949 mil dólares”. Los empleados de cumplimiento también citaron informes no confirmados de que Kolomoisky estaba siendo investigado por el desvío de la ayuda económica del rescate a Ucrania.

Kolomoisky no contestó a un cuestionario de ICIJ. Uno de sus abogados dijo en agosto: “El Sr. Kolomoisky niega de manera enfática las alegaciones de las denuncias suscritas por el Departamento de Justicia”. 

En julio pasado, los reguladores de Nueva York alcanzaron otro acuerdo con Deutsche Bank por lavado de dinero. Esta vez, el banco acordó pagar 150 millones de dólares en sanciones relacionadas con sus acuerdos con el depredador sexual Jeffrey Epstein y con dos bancos extranjeros involucrados en escándalos de lavado de dinero.

Un mes más tarde, los fiscales de Estados Unidos presentaron denuncias en un tribunal federal, alegando que entre 2008 y 2016 Kolomoisky había desviado miles de millones de dólares de un banco ucraniano, y después había lavado el producto del saqueo a través de un laberinto de cuentas bancarias y sociedades de papel alrededor del mundo.

Mucho de este dinero, según los fiscales, acabó en inversiones en Estados Unidos, incluyendo inmuebles comerciales en Texas y Ohio, plantas de acero en Kentuky, Virginia Occidental y Michigan y una fábrica de teléfonos móviles en Illinois.

Deutsche Bank rechazó contestar preguntas sobre sus acuerdos con Kolomoisky y afirmó que está legalmente impedido para comentar asuntos de sus clientes o transacciones. El banco dijo a ICIJ que había reconocido “debilidades pasadas” y “aprendido de nuestros errores”. Dijo que ha “abordado sistemáticamente” estos problemas.

“Ahora somos un banco diferente”, afirmó.

FinCEN Files
2020-09-20T19:01:00