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    Al fiscal que investiga la violencia en el fútbol le gustaría reunirse con los barras: “Sería interesante”

    El fiscal de Flagrancia de 9º turno de Montevideo, Fernando Romano, dejó de ir al estadio a ver al equipo de fútbol del que es hincha, Peñarol, desde que su campo de trabajo empezó a ser las investigaciones sobre situaciones de violencia en el deporte.

    Recuerda estar como simpatizante en la tribuna Henderson del Campeón del Siglo y ver a otros parciales emitir insultos racistas contra el arquero ecuatoriano de Cerro Largo, Alexander Domínguez, pero no poder intervenir por sentirse “muy solo”. Ese “temor”, considera, lo tienen dirigentes de fútbol que evitan delatar a las barras bravas.

    Como fiscal, dos años atrás tomó el primer caso de oficio, durante un festejo aurinegro en el que futbolistas entonaron una canción sobre un hincha muerto de Nacional, y pronto se convirtió en referente, tras llevar a la Justicia a decenas de personas por cánticos violentos, incidentes, amenazas a jueces de fútbol y dirigentes, al mismo tiempo que investigaba casos de hurtos, rapiñas y lesiones, que mayoritariamente llegan a su bandeja fiscal.

    Sobre la violencia en el deporte, considera que refleja la sociedad, y que en Uruguay “nos falta mucho para volver a estar integrados en la misma tribuna, para jugar sin alambrados”. Para el fiscal —que es uno de los que ha realizado más pedidos de formalización—, uno de los cambios que es necesario realizar para avanzar hacia la erradicación de la problemática es el fortalecimiento de la Unidad de Análisis de Violencia en el Deporte del Ministerio del Interior y sugiere su traslado a la Dirección de Información e Inteligencia, para acceder a mayor información.

    Lo que sigue es un resumen de la entrevista que mantuvo con Búsqueda.

    —Usted es fiscal de Flagrancia. ¿Por qué decidió involucrarse de manera activa en casos de violencia en el deporte?

    —Fui parcial de fútbol hasta hace muy poco. Vivía cerca del Estadio Centenario, mi padre era muy futbolero y me llevaba. Como adolescente ya iba solo o con mis amigos. Y no había ningún problema. Hoy es un tema complejo. Decidí abordarlo como fiscal de forma más voluntaria, de oficio, entendiendo que había que intervenir. La violencia en el deporte no ha podido ser todavía abordada desde el punto de vista institucional porque no hay una fiscalía especializada en el deporte.

    —¿Cuándo comenzó?

    —Fue en el festejo de Peñarol, en diciembre del 2021, donde futbolistas de Peñarol cantaron sobre un hincha muerto de Nacional. Ahí comencé a actuar y a partir de eso tomé más casos. El más emblemático hasta ahora fue el de Peñarol-Colón, por Copa Libertadores el año pasado en el Campeón del Siglo, donde se produjo el ingreso de más de 70 parciales de Peñarol desde la tribuna Cataldi a la tribuna Güelfi. En ese caso hubo más de 20 formalizados. Desde el punto de vista del número de formalizados, fue el más importante en el que actué. Luego tuve intervenciones por jueces de fútbol que se sintieron amenazados por tuits contra ellos: son casos que suceden en la medida en que los jueces hacen la denuncia, se logra identificar a los usuarios, se formalizan y algunos terminan con acuerdos abreviados y otros con acuerdos reparatorios. También tuve el clásico del año pasado en el Gran Parque Central, que también tuvo formalizaciones. Después, el caso de Villa Española también en 2022, de amenazas que recibieron futbolistas y dirigentes. Este año una agresión al nuevo presidente de la Federación Uruguaya de Basketball, a quien le dañaron todo el auto, se lo grafitearon, poco después de que asumió, con leyendas relacionadas con el básquetbol. Ahora estamos trabajando en la riña entre Deportivo Italiano y Villa Teresa, que ocurrió en agosto. Y también en la riña que se produjo entre parciales de Danubio y Defensor, que ocurrió en julio. Son los dos casos que me quedan pendientes.

    —Ha trabajado varios casos de amenazas en redes sociales, como las que mencionó sobre los árbitros. Quienes hacen esas amenazas, ¿son barras bravas?

    —Tal vez trabajar sobre redes sociales no tiene sentido porque no lográs llegar a gente que está vinculada a los barras. En redes hay parciales, muchos del interior, que tal vez están molestos, están fastidiados, con decisiones arbitrales o con dichos de algún jugador o de algún dirigente, y sacan algún tuit inapropiado. Pero por ahí no va. Hacer una cacería de brujas en redes sociales a esta altura, por estos hechos, no vale la pena porque mayoritariamente no hay barras.

    —¿Cómo se ataca entonces a los barras bravas?

    —Tuve contacto con el sociólogo Leonardo Mendiondo, quien ha realizado investigaciones de campo muy importantes sobre las barras de Nacional y Peñarol. Él me ha dicho que es un tema muy complejo y con realidades diferentes en cada barra. Nacional tiene aparentemente un solo referente, un interlocutor o dos con la directiva, que ordenan a la tribuna, por ejemplo, con los cánticos. Peñarol tiene más de uno, tiene muy dispersos a los referentes, con cuatro o cinco que manejan distintas facciones. Algunas veces he pensado si no sería bueno reunirme a través de la directiva, con barras, a los efectos de por lo menos ver algunas actitudes, que creo que han ido cambiando, como el tema de la canción famosa del hincha muerto de Nacional.

    Foto: Javier Calvelo / adhocFOTOS

    —¿Se reunirá?

    —Me gustaría, pero no sé, tengo que madurarlo. Sería muy interesante. Es la vía más directa, pero muchos me han dicho que no me conviene. El tema es que es muy delicado por los compromisos que se puedan asumir en ese entorno. Yo me reuní con Peñarol Social, una comisión de Peñarol que realiza actividades sociales, que no son barras pero sus integrantes sí conocen a barras. Creo que hay cierta posibilidad de tener contacto fluido con Peñarol Social a los efectos de ir solucionando temas, por ejemplo, lo que sucedió en el Palacio Peñarol el Día del Niño.

    —Ese día, una banda que actuaba en el evento comenzó a tocar la canción sobre una muerte y el público a cantarla. ¿Formalizó a alguien?

    —No, y si bien lo estoy investigando, entiendo que judicializar eso no sería justo y no sería conveniente. Creo que es más importante tener una reunión, como la tuve, con la gente de Peñarol Social. En redes sociales apareció un video, muy pequeño, donde hubo aparentemente una equivocación grande de algún integrante de la banda musical y algunos parciales de Peñarol quisieron cantar sobre la muerte y tengo la información, muy certera, de que fue detenida rápidamente la canción. Fue al parecer un percusionista que tocó las primeras estrofas y generó que personas empezaran a cantar, pero enseguida se cortó. Había más de tres mil personas, que entraron donando juguetes, que luego fueron repartidos en zonas vulnerables. Pero la actividad quedó enlodada por ese hecho. Entiendo que judicializar esto, judicializar a una persona, estaría mal. Es más importante una organización que trabaja socialmente en forma importante y que está haciendo tareas beneficiosas.

    —Hay una justificación de que ese tipo de cántico es parte del folklore. ¿Cree que ya no hay lugar para el folklore en el fútbol uruguayo?

    —El cántico de muerte dejó de ser folklore. Es no solo equivocado sino repugnante, detestable. Si lo cantan en un cumpleaños de 15 o un casamiento, no importa, no se tendría que cantar. No es conveniente. ¿Hasta dónde llega el folklore? ¿Hasta dónde llega una broma, una chicana?

    —¿Deben incluirse legalmente los cánticos como una forma del delito de incitación al odio?

    —No soy un jurista, pero habría que analizarlo. La Secretaría Nacional del Deporte tendría que verlo. Creo que cuando se canta sobre un muerto del equipo rival podría incluirse como incitación al odio, porque pasaríamos entonces a hablar de un hecho delictivo. Debería analizarse si corresponde la figura incitación al odio por cuestiones deportivas o crear un delito específico.

    —Mencionó que, en caso de querer concretar un encuentro con los barras, utilizará a las directivas como nexo. ¿Qué tan involucrados están los dirigentes con los barras?

    —Creo que ahora no hay financiación, como tal vez había antes. Ahora hay temores, que es distinto. Por ejemplo, en el clásico del año pasado en el Gran Parque Central no se logró identificar a los parciales de Nacional que habían ingresado el día anterior al clásico a engrasar la tribuna Scarone, donde fueron los hinchas de Peñarol. A José Fuentes, quien falleció, yo lo respeté siempre, aunque seguramente sabía quiénes ingresaron al Gran Parque Central el día anterior.

    —¿Qué le dijeron los dirigentes de Nacional sobre ese hecho?

    —La versión era que los barras ingresaron con otro grupo de parciales, vinculados a la actividad social del club y no barras, que fueron a limpiar leyendas contra Peñarol en la tribuna Scarone. Ahí aprovecharon los barras para actuar.

    —¿Hay complicidad de los directivos de los clubes con las barras bravas?

    —Repito que las dirigencias están en situaciones complejas. No puedo decir que haya connivencia porque no tengo evidencias, si no lo investigaría.

    —Si solo hay temores de los directivos, ¿cómo se financian las barras bravas?

    —Nadie hasta ahora de Nacional o Peñarol nos ha dicho que les den entradas o que les den lugares privilegiados. Pero ¿cómo entran al estadio?, ¿cómo viajan? El presidente de Peñarol habló de la recaudación de los cuidacoches. Dijo que a un kilómetro y medio, a dos kilómetros del Campeón del Siglo, hay cuidacoches y Peñarol no puede controlar que les exijan plata a los dueños de los automóviles. En el último clásico en el Campeón del Siglo quedaron afuera cuatro personas impedidas de ingresar a escenarios deportivos por estar en la lista de impedidos. Sin embargo, estas personas obtuvieron una recaudación importante de los cuidacoches y suponemos que fue a parar a la barra brava. Entonces tal vez sea una parte de la financiación. En Argentina es así. Que podamos tener el control de lo vehicular, de los cuidacoches de una zona, sería importante.

    —¿Por qué no se investiga esa situación de los cuidacoches en Peñarol?

    —Si hay una organización funcionando de manera delictiva, haciendo dinero de forma ilegal, corresponde la investigación, por ejemplo, en este caso por violencia privada. Sin duda hay que perseguirlo. Pero si hablás con los cuidacoches, ninguno te dice cómo sacó el dinero. Te dicen que no presionaron a nadie, que no tienen un precio fijo, que la gente les da voluntariamente... Y muchas veces las víctimas se niegan a identificar al cuidacoche o incluso a denunciarlo, pese a sentirse amenazados o violentados.

    —Hay barras bravas que han sido vinculados a otros delitos…

    —Han sido formalizados por delitos de homicidio, de narcotráfico. Ahora uno de los referentes de Peñarol está preso por un delito de narcotráfico. Pero no necesariamente estas situaciones se relacionan con lo que realizan como barras bravas. En Uruguay escuchamos siempre la frase: “Acá somos tres millones y medio, todos sabemos quiénes son, todo el mundo sabe quiénes son”. Y yo pregunto: ¿quiénes son?, ¿quién es todo el mundo? Porque al parecer todos sabemos y nadie dice. Sí, somos tres millones y medio, somos un país chico, pero alguien tiene que decir que fulano, mengano y zutano son barras que se dedican a vender droga en la tribuna.

    —¿Tiene que crearse una fiscalía especial de deporte?

    —No, porque se van a crear otras fiscalías y porque la institución tiene otras prioridades. Hoy por hoy es más importante una fiscalía de cárcel que una de deporte, por ejemplo, por los hechos que suceden en las cárceles y por la información que allí hay. Debe apostarse a las fiscalías que más lo necesitan, por ejemplo, cárceles, homicidios o estupefacientes.

    —El panorama que presenta es bastante contrario a quienes creen que la violencia puede erradicarse en el fútbol uruguayo.

    —El deporte refleja un poco a la sociedad. La violencia en el deporte es un tema profundo, cultural, social. Creo que no estamos preparados y nos falta mucho para volver a estar integrados en una misma tribuna, para jugar sin alambrados. Todavía no se está preparado y nos falta un largo camino. La educación y la cultura son dos elementos claves para poder avanzar en temas que no solamente salpican al deporte sino a toda la sociedad. A mí me pasó, en la tribuna Henderson del Campeón del Siglo, de ver a parciales de Peñarol muy bien vestidos insultar al arquero ecuatoriano de Cerro Largo, Alexander Domínguez. Le decían cualquier tipo de insulto racista. No pude intervenir, porque me sentí muy solo. Y es gente muy bien vestida y en la tribuna más cara del Campeón del Siglo.

    —Usted es simpatizante de Peñarol. ¿Sigue yendo al estadio?

    —Hace más de dos años que no concurro al fútbol por razones más que obvias, en la medida que comencé a intervenir en estos casos. Voy a ver a Uruguay, pero a mi equipo no lo voy a ver.

    Foto: Nicolás Rodríguez / adhocFOTOS

    —¿El problema de violencia se da únicamente en el fútbol?

    —No. El básquetbol está generando violencia y el fútbol de playa también, el fútbol de sala también tiene problemas, incluso cuando no juegan Nacional-Peñarol; los barras se van corriendo de lugar, lo único que faltaría ahora es que fueran al rugby. Sería nefasto. Ahora increíblemente tenemos a Danubio-Defensor con problemas. También Racing-Fénix. Se han creado clásicos inexistentes. Pero lo importante es Nacional y Peñarol.

    —¿Está de acuerdo con que los clásicos deben disputarse solo con parciales del equipo local?

    —Sé que mi opinión puede ser mal vista, en este caso por Peñarol, pero yo lo sostuve y lo sigo sosteniendo: lo mejor sería jugar sin parcialidad rival. Salvo que se juegue en el Estadio Centenario, que me parece que es el único estadio del país que habilita a que las parcialidades puedan dispersarse más tranquilamente y haya menos inconvenientes. El Centenario da más certezas.

    —Pese a que el panorama es complicado, ¿la lista de impedidos de ingresar a espectáculos deportivos ha contribuido a disminuir la violencia en el deporte?

    —La lista de impedidos tiene que estar. Desde la Asociación Uruguaya de Fútbol me han dicho que hay gente que va a decirles que prefieren estar presos a estar impedidos de ingresar a una cancha de fútbol. Prefieren tener un antecedente penal. ¡Es increíble! Tal vez en la lista de impedidos no tendrían que estar las personas que se toman una cerveza afuera del estadio, porque el hecho de que alguien esté tomando alcohol no sería a mi juicio un elemento para ingresar a la lista de impedidos. También habría que preguntarse cómo ingresan algunos a los estadios si están dentro de la lista de impedidos. Fundamentalmente, cómo ingresan los barras.

    —¿Y cómo ingresan?

    —La explicación es que llega la barra a último momento y se llevan todo puesto.

    —¿La Policía está en condiciones de controlar a los barras bravas?

    —La Unidad de Análisis de Violencia en el Deporte que está en la órbita de la Jefatura de Montevideo trabaja muy bien, son oficiales que siempre están a la orden. Pero es una unidad muy pequeña. Son ocho, 10 funcionarios... Y no pueden controlar todo. Con ocho, 10 policías hacés poco. A la Unidad de Análisis de Violencia en el Deporte tal vez tengan que fortalecerla y trasladarla a otra dependencia, por ejemplo, a la Dirección General de Información e Inteligencia Policial. El crecimiento de esa unidad permitiría mayor información.

    —¿La Policía debe actuar en el interior de un escenario deportivo cuando los hinchas generan desmanes o cree que eso provoca más enfrentamientos?

    —Uno podría recordar eventos donde, con la Policía adentro, los líos igual existían. Un parcial de Nacional, por ejemplo, perdió la vista con un disparo de balín de goma de la Policía. Hubo inconvenientes importantes con la Policía adentro. La participación dentro del escenario de funcionarios policiales tengo dudas de que ayude, porque creo que generaría mayor enfrentamiento, incluso con policías, e involucraría a personas que no tienen nada que ver. Podría causar inconvenientes muy serios. En determinados momentos es más contraproducente porque no es tan disuasiva, porque entran en una actitud represiva y eso puede crear hechos violentos mayores. Pero sí me parece que los cuerpos de seguridad particulares no están preparados para poder sostener determinadas situaciones que los rebasan. Por ejemplo, en el partido Peñarol-Colón estos cuerpos trataron de evitar y colaborar para que los hinchas de Peñarol no ingresaran desde la tribuna Cataldi a la tribuna Güelfi. Sin embargo, los hinchas lograron ingresar.

    —Si la Policía está afuera, ¿cómo se detiene a los hinchas?

    —Se necesita una preparación especial de la empresa de seguridad privada para contener. En la Premier League de Inglaterra los de seguridad son personas que están preparadas. No sé qué preparación tienen acá. Tal vez mandan a un guardia de seguridad que está en otras actividades y no tiene una preparación física y psicológica para sostener a parciales de fútbol.

    • Recuadro de la entrevista

    Formalizarán a cinco personas por incitación al odio hacia el dirigente estudiantil Gerónimo Sena

    Información Nacional
    2023-09-20T23:36:00