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    Balconeando desde afuera

    Nº 2151 - 2 al 8 de Diciembre de 2021

    Como es lógico suponer, el título que encabeza esta nota no es antojadizo. Por el contrario, nos parece el más apropiado para ocuparnos de ciertos temas que no tienen mayor relación entre sí pero que han acaparado la atención de los aficionados al fútbol en estos últimos días.

    Para empezar (y con las reservas que nos hemos autoimpuesto) en el ámbito interno ocurrió un hecho poco común, que fue la modificación del resultado de un partido jugado en la primera fecha del actual Torneo Clausura en virtud de lo actuado y decidido por los tribunales competentes de la AUF. Tras ese cotejo —que concluyó con un empate entre Nacional y Cerro Largo— la directiva tricolor decidió reclamar los puntos perdidos alegando que el técnico del rival, Danielo Núñez, le impartió instrucciones a su ayudante cuando estaba suspendido por haber sido expulsado en un partido anterior (algo que la normativa interna de la AUF prohíbe en forma expresa). Tras algunas alternativas (que incluyeron recusaciones sobre algunos integrantes de los tribunales que entendieron en el tema), la Comisión de Apelaciones, por mayoría, le otorgó la razón a la parte impugnante, por lo que Nacional se hizo de los tres puntos que estuvieron en juego en aquel partido, lo que le permitió sumar dos unidades en el Clausura y también en la Tabla Anual.

    En mi conocida condición de abogado —aunque actualmente jubilado— allegados a las partes en pugna (Nacional por un lado, y Cerro Largo y Peñarol por el otro) requirieron, informalmente, mi opinión al respecto. A quienes lo hicieron (cuyos nombres me reservo) les expresé mi negativa. Primero, porque conocía y respetaba a varios de los profesionales que estaban interviniendo, y también —y en especial— porque soy de los que entienden que, salvo por una causa extrema (y esta a mi juicio no lo era), los partidos ¡deben ganarse en la cancha y no en los escritorios! En función de todo ello, tampoco he de pronunciarme aquí sobre el fallo final, sin perjuicio de hacer un par de precisiones. Es inaudito que, por las razones que sean, un reclamo planteado —como ya se ha dicho— en el arranque mismo del actual torneo ¡haya sido resuelto 76 días después! O sea, ya en sus instancias culminantes. Tanto es así que el fallo (es decir, los dos puntos recuperados por Nacional y también el perdido por Cerro Largo) ha pasado a ser decisivo en la definición del Clausura y en la de la propia Tabla Anual. Y el segundo aspecto a considerar, producto entre otras causas a esa inexcusable demora, es que quienes se sintieron perjudicados por el fallo, a la par de haber anunciado que seguirán defendiendo su postura ante el TAS (un organismo especializado de la FIFA), han desarrollado una campaña de singular y repudiable virulencia contra las máximas autoridades de la AUF, en la que se inscriben los reclamos del presidente aurinegro, Ignacio Ruglio, por su falta de respuesta ante varios fallos arbitrales que, a su juicio (y en ciertos casos concordamos), han perjudicado a su institución.

    Directamente relacionado con lo que viene de decirse, la definición de los dos torneos en curso (el Clausura y la Tabla Anual) ha tenido —y no es la primera vez que ocurre— muy cambiantes alternativas, de las que no nos hemos podido ocupar últimamente al dar prioridad a la deslucida actividad internacional de nuestra selección y a sus insospechadas repercusiones. Lo cierto es que, desplegando un nivel futbolístico muy superior al del resto de los equipos, el Peñarol de Larriera arribó a este último tramo del Clausura con una sólida ventaja sobre sus inmediatos escoltas. Lo que, en paralelo, le permitió remontar posiciones en una Tabla Anual en la que precisamente Nacional había picado al frente, procurando concretar su “trienio” como campeón uruguayo. Entretanto, Ligüera no lograba consolidar una formación titular que tuviera un desempeño medianamente aceptable y Nacional fue perdiendo puntos importantes frente a rivales supuestamente de menor poderío. O sea que, en tanto el aurinegro parecía tener el camino despejado para adjudicarse las dos tablas, la mentada pretensión tricolor de extender su primacía aparecía seriamente comprometida.

    Sin embargo, al aurinegro se le fue oscureciendo poco a poco el panorama. Aunque siguió mostrando su predisposición al juego vistoso y bien aceitado en la generación del fútbol ofensivo, demostró escasa efectividad al momento de definir los partidos, tanto que solo pudo obtener tres de los nueve puntos que disputó en sus últimas presentaciones, habiendo sido neto dominador en todas ellas. Entendemos, sí, que han contribuido a esa inesperada situación algunos fallos arbitrales que lo perjudicaron y la consiguiente ofuscación de varios futbolistas, indiscutiblemente acrecentada por la altisonante campaña pública desplegada por su presidente. Nacional, en tanto, a los tumbos y sin demostrar mayores progresos en su nivel de juego, pudo ir sacando buenos resultados (alguno de forma agónica, cuando expiraban los descuentos) y se fue acercando a la punta de ambas tablas, a la espera de que un fallo favorable a su apelación le permitiera sumar los dos puntos que había dejado en aquel ya lejano partido ante Cerro Largo.

    La situación antes descrita determinó que el último empate de Peñarol ante Progreso le abriera a Nacional una puerta que, unas semanas antes, parecía cerrada a cal y canto. Le bastaba con derrotar a Liverpool, al día siguiente, y esperar un fallo favorable desde la AUF (algo que ya se anunciaba que iba a ocurrir) para alcanzar a Peñarol en la punta del Clausura y superarlo en la Tabla Anual. Sin embargo, en una clara demostración de falta de jerarquía, el equipo tricolor se ocupó de dilapidar esa imprevista oportunidad, pues tras ir ganando por dos goles, iniciado ya el complemento, vio cómo pocos minutos después el negriazul descontaba, para posteriormente, muy próximo al cierre del partido, lograr el gol del empate final (convertido justamente por el extricolor Sebastián Fernández, que no quiso festejarlo). Así las cosas (luego de sumados, tal como se anunciaba, los dos puntos del fallo pendiente), Nacional sigue detrás de Peñarol, estando ahora el aurinegro a un solo paso de obtener el actual torneo (y también la Tabla Anual) si el próximo sábado derrota al ya descendido Sud América, en su propio estadio.

    El último tema, que guarda relación con el título de esta columna, tiene que ver con las finales de los dos máximos torneos continentales, escenificadas en un remozado estadio Centenario, aunque protagonizadas por equipos brasileños. Y algo que ya se ha hecho costumbre y que debemos tratar de cambiar de una buena vez: la reiterada ausencia de nuestros equipos en la definición de este tipo de torneos. Y no hablamos solo de la Libertadores, sino también de la Copa Sudamericana, a cuya final llegaron dos equipos que no están, precisamente, entre los grandes del fútbol norteño. ¡Para no seguir mirándolas de afuera!