Cómo posicionar los novillos de 2027

Cómo posicionar los novillos de 2027

la columna de Eduardo Blasina

3 minutos Comentar

Nº 2273 - 25 de Abril al 2 de Mayo de 2024

Por obra y gracia de El Niño, y porque los productores hicieron inversiones y tomaron decisiones previamente, la ganadería puede tener en la próxima primavera la mayor parición de la historia o al menos una que llegue a esa interesante meta autoimpuesta de 3 millones de terneros.

Eso provocará un salto productivo que se expresará, por ejemplo, en 2027, cuando habrá una oferta abundante de novillos, que probablemente le dé un buen empujón a la economía, dinamizando al 90% de las zonas rurales del país, al transporte, la industria, el puerto.

¿Cómo se venderán?

La lana, que viene enfrentando una adversidad de las mayores de su historia, viene haciendo una apuesta a la diferenciación que merece un mayor destaque.

Bienestar animal, orgánica, nativa, la lana acumula sellos, llega a las marcas más renombradas y tiene a diseñadoras uruguayas de prendas que la defienden en su zona de destino.

Sería deseable que los consumidores de los países desarrollados, que tienen su economía básica solucionada y pueden reflexionar sobre su salud algún día, tomaran la decisión de salirse de las fibras sintéticas derivadas del petróleo y de los microplásticos, esa invasión invisible que daña la salud humana y del planeta.

Por ahora, lamentablemente esto no ha sucedido. El consumo de lana ha caído como porcentaje de las fibras que se utilizan en la vestimenta.

Pero la lana muestra aún así un gran ejemplo del camino que la carne también debería recorrer. Al fin y al cabo, todas las certificaciones que la lana tiene las logra sobre el mismo territorio en el que se producen los vacunos.

Y si el sector cárnico no cae en la cuenta de las amenazas que pesan sobre un producto que en América Latina se hace con tanta frecuencia sobre las cenizas de las selvas, para espanto de muchos consumidores, bien puede pasar que en el mediano plazo a la carne le pase como a la lana gruesa.

Todavía falta mucho por ajustar, pero la lógica de certificar la calidad de los productos se va aproximando. La calidad, que antes era terneza, sabor e inocuidad, ahora abarca muchos otros aspectos.

La carne uruguaya, libre de deforestación, sobre una base mayoritaria de campo natural, con una mayoría de animales que caminan felices al aire libre, con agua, sombra y vida social, tiene todo para ganar en ese contexto de consumidores que ya no solo se preguntan qué están comiendo sino cómo se produjo ese alimento.

El comienzo de la nueva realidad está a la vuelta de la esquina, el 1 de enero de 2025 la Unión Europea empezará a exigir que la carne provenga de áreas no deforestadas. Muchos productores se molestan con esta exigencia en lugar de verla como la oportunidad que es. Algo lógico, evidente y que la mayoría de los competidores de Uruguay tendrán enormes dificultades en cumplir.

Y tras esa exigencia vendrán otras. La garantía de un buen trato a los animales, el esfuerzo por minimizar las emisiones de gases de efecto invernadero y por optimizar las capturas. La producción ganadera de Uruguay es la generación de alimentos en más armoniosa convivencia con la vida silvestre que se puede conseguir.

La soja de un tofu no convive con la mayoría de las aves, con los mamíferos o los reptiles, y mucho menos con los anfibios, salvo que se haga un entramado de corredores biológicos.

Sería bueno pensar que esta zafra de terneros que llegará en la próxima primavera también dará origen a la mejor carne del mundo certificada. Made in Uruguay.