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    Desafío a Macron, Justine Triet es la única directora nominada al Oscar y puede dar un batacazo

    Es sencillo concebir que Justine Triet sabía lo que tenía entre sus manos con Anatomía de una caída, su última, ingeniosa y punzante película. Nadie postula su obra al Festival de Cannes con la intención de competir por la Palma de Oro, sin pensar que tiene con qué hacerlo. Menos en un año como lo fue el 2023, que marcó los regresos al cine de autores celebrados como Aki Kaurismäki, Alice Rohrwacher, Hirokazu Kore-eda, Jonathan Glazer, Nanni Moretti, Todd Haynes, Wes Anderson y Wim Wenders. Vaya rivales.

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    La confianza no quita, de todas formas, la genuina sorpresa que fue para Triet haberse convertido en la tercera mujer en haber ganado la Palma de Oro en la historia del festival. O en haber obtenido, luego, el Globo de Oro a Mejor película internacional. O ser la única directora en haber sido nominada, por sus colegas, en los próximos Premios Oscar, en los que Anatomía de una caída competirá por cinco estatuillas, incluida la más preciada: la de Mejor película. Pero antes de llegar al hombre dorado y su espada del mismo color, estuvo la palma.

    La victoria en Cannes de esta película, que pone patas para arriba, y en simultáneo, a las historias policiales, juicios y matrimonios, fue histórica. Y Triet no desaprovechó esa oportunidad. En mayo del año pasado, se subió victoriosa al estrado del Palacio de Festivales y Congresos de Cannes. Recibió el galardón –el mejor diseñado de todos los premios al cine–, le dio un beso en cada mejilla a Jane Fonda y se tomó unos segundos para recomponerse de la algarabía. Tras echar su larga cabellera rubia hacia atrás y ante el aplauso de su equipo, su elenco, el prestigioso jurado y el público, Triet dio su discurso. Lo empezó así: “Este año, este país ha atravesado por una protesta histórica, extremadamente poderosa y unánime, sobre la reforma de las pensiones”. El público aguardó en silencio. “Esta protesta ha sido negada y reprimida de forma escandalosa. Y este patrón de poder dominante cada vez más desinhibido está irrumpiendo en varios ámbitos. Por supuesto, socialmente, es donde más choca. Pero podemos verlo en todas las demás esferas de la sociedad y el cine no ha escapado a ello. La mercantilización de la cultura que defiende el gobierno neoliberal está en vías de romper la excepción cultural francesa. Las mismas excepciones culturales sin las que yo no podría estar hoy aquí enfrente de ustedes. Este premio se lo dedico a todas las jóvenes cineastas, a todos los jóvenes cineastas y a los que no pueden rodar. Tenemos que hacerles sitio, un sitio que me dieron hace 15 años en un mundo poco menos hostil donde aún era posible equivocarse y volver a empezar”.

    Repaso de un ascenso

    Desde mayo de 2023 hasta ahora, momento en el que Anatomía de una caída puede verse en cines uruguayos, el reconocimiento al cine de Triet no ha parado. Su clamor ha sido unánime y la película, un suspenso repleto de claroscuros que interroga hasta qué punto la mediatización de la vida privada puede ser justificada por la búsqueda de la verdad, se ha hecho con cuanta condecoración ha podido. Le faltó, sin embargo, una fundamental: la selección de su propio país, Francia, ante la carrera por los Oscar.

    La película no fue elegida por el comité francés, encargado de seleccionar anualmente a la representante de la cinematografía con la mayor historia de todas. La decisión fue vista con extrañeza por fuera de Francia. En su lugar fue elegida The Taste of Things, un drama culinario (muy sólido, se dice), protagonizado por Juliette Binoche. La receta no convenció del todo a la Academia de Estados Unidos y la película no logró quedar nominada en una categoría en la que hoy la carrera parece estar entre la española (pero emocionalmente uruguaya) La sociedad de la nieve y en La zona de interés, del inglés Jonathan Glazer.

    La publicación Variety esgrimió algunas teorías al respecto. Cree que el comité, integrado por siete profesionales de la industria francesa, apeló a enternecer el corazón de un votante de los Premios Oscar que, parece, va en vía de extinción. Tras años de reconfigurar sus reglamentos y expandir su cuerpo de votación, en búsqueda de una institución más heterogénea e internacional, la Academia ya no es lo que era. No es la que premia a Conduciendo a Miss Daisy en lugar de Haz lo correcto, que ni fue nominada. Es la que premia a Parásitos en lugar de JoJo Rabbit. Por suerte.

    Según la revista, Triet es considerada una figura “controversial”. Putea mucho; su visión del feminismo es recibida con entusiasmo por un público joven, pero molesta a la vieja guardia del cine francés y su discurso de agradecimiento en Cannes fue visto como el “epítome de la rudeza” por los gobernantes que apoyaron a Emmanuel Macron en uno de los años más difíciles de su presidencia.

    “Fue la mayor experiencia de misoginia que he tenido”, dijo al respecto Triet en una entrevista hace tres meses, en la radio canadiense, al repasar los efectos que sus palabras tuvieron en su vida. “Mi discurso fue casi idéntico al de Ken Loach (director inglés) de años atrás, y él fue muy aplaudido, excepto en su propio país. Se esperaba de mí, como la tercera mujer en ganar el premio, en dar un pequeño discurso de agradecimiento. Mantengo lo que dije. Me hubiese sentido poco solidaria con mi país si no decía lo que dije. Sí, mis palabras fueron malinterpretadas. Así que supongo que hay un paralelo entre mi personaje (en Anatomía de una caída) y yo en el sentido de expresarse libremente y ver cómo esas palabras son apropiadas o malentendidas”.

    La protagonista del thriller de Triet es presentada por la directora como una “heroína compleja y fascinante, que cuestiona las creencias comunes sobre las relaciones y la verdad”. Se trata de Sandra (Sandra Hüller), una escritora alemana que vive en una cabaña aislada en los Alpes franceses, con su hijo ciego de 11 años y su esposo, Samuel, quien también es escritor, aunque con dos grandes diferencias con su pareja. La primera es el éxito, que Samuel no conoce porque, asegura, ha acomodado su vida para atender a su hijo y a su hogar. La segunda es la vida, porque luego de una de las mejores secuencias de inicio, Samuel aparece muerto en la nieve tras caer de varios pisos de su chalet. Sin testigos del accidente, Sandra se vuelve la principal sospechosa de un posible asesinato.

    Anatomía de una caída no solo se compone de una investigación sobre las misteriosas circunstancias de la muerte de Samuel y un extenuante juicio al que se ve sometida Sandra, sino que también es una exploración, muy dolorosa, sobre las dificultades de un matrimonio integrado por dos personas muy inteligentes pero emocionalmente devastadas por las dificultades de llevar adelante una familia.

    Antes de su Palma de Oro, Triet trazó una carrera que empezó en el documental y en la que se fue consagrando, poco a poco, en el terreno de la ficción. Nacida en Fécamp, Francia, en 1978, su cinefilia empezó gracias a su padre. Estudió y se graduó en la Escuela Nacional Superior de Bellas Artes de París.

    En la plataforma Mubi hoy se puede ver sus comienzos y su crecimiento como cineasta, gracias a una programación que incluye su estupendo cortometraje Two Ships, sobre los desenfrenos de una comediante de poca monta en París, y su aguda ópera prima, La batalla de Solferino, en la que mezcló imágenes de la contienda electoral entre Sarkozy y Hollande de 2012 con un drama venenoso sobre una pareja de padres separados. También se encuentra la comedia, por momentos inteligentísima, por momentos empalagosa de Veronica, sobre una abogada francesa que le apuesta al caballo equivocado.

    Ver la evolución de una directora permite detectar algunos elementos que se reiteran. Para empezar, los hogares de los personajes de Triet están siempre repletos de libros. Casi nunca están ordenados. En tanto, los niños también juegan un papel recurrente en sus historias, pero no de una manera enternecedora: pueden ser la fuente del caos que lleva a cualquier padre primerizo al desequilibrio mental, o el telón de fondo que representa el desapego emocional de una profesional en crecimiento. En sus dramas, de enfoque naturalista y de una sensibilidad latente, Triet investiga las relaciones de pareja, la búsqueda de la felicidad y la crisis existencial en la adultez más temprana.

    Todo cambia, sin embargo, con Anatomía de una caída. Sandra es una de las protagonistas más complejas que Triet y su pareja y coguionista, Arthur Harari, han concebido hasta la fecha. A primera vista, se nos presenta como una mujer fría, distante y calculadora. A medida que la trama avanza, se van revelando los matices de su personalidad, mostrando una mujer profundamente humana. Ante todo, en uno de los principales golpes de maestría de la película, una pregunta recae sobre ella y la inolvidable actuación de Hüller: ¿mató a Samuel o no?

    La directora propone un juego más que ingenioso, en el que la palabra hecho cobra otro sentido escena a escena y en el que nunca se nos dejará en claro qué sucedió en esa casa de la montaña. Es una película que, entre sus atributos, engaña más de lo que uno puede detectar en un primer visionado. Responde, además, al pulso de una directora astuta, perceptiva, y que sabe manipular la idea de lo real. Es un drama muy contemporáneo, que hoy tiene a Triet compitiendo por un premio al que, una vez más, aspiran rivales de peso como Martin Scorsese y Christopher Nolan. Ante la posibilidad de volver a dar un discurso como el que dio en Cannes, Triet lo ha descrito así: “No es un sueño porque no podría haberlo imaginado”.

    Vida Cultural
    2024-02-07T23:49:00