El Frente Amplio empieza la campaña con un leve favoritismo, pero la coalición “es mano” desde el gobierno

REDACCIÓN  
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Los analistas Rafael Porzecanski y Mariana Pomies coinciden en que los movimientos de la sociedad en Uruguay son lentos y poco arriesgados. Un porcentaje alto de la población tiene una identificación política clara y a muchos, si se les pregunta al día siguiente de una elección, dirán que ya saben a quién votarán cinco años más tarde. Además, el margen para sorpresas parece reducido, al punto que el próximo presidente es probable que salga de entre cuatro dirigentes que ya están en el ruedo.

Con todos esos condimentos, parecería fácil responder a la pregunta de quién ganará las elecciones nacionales de 2024, o al menos qué bloque político —oficialismo u oposición— es el claro favorito.

Y sin embargo, puestos a responder qué pasará en octubre, la directora de Cifra y el director de Opinión Pública y Estudios Sociales de Opción Consultores optan por la cautela, aunque dan muchas pistas sobre el proceso que se viene y las chances del Partido Nacional de repetir el gobierno, o del Frente Amplio de volver a la Torre Ejecutiva. Sus comentarios, cargados de información, llenan de matices una conversación que no da lugar a respuestas sencillas, ni razonamientos lineales.

La edición más reciente del ciclo Desayunos Búsqueda ambientó un diálogo con los dos sociólogos sobre el proceso electoral, que para los políticos ya comenzó, pero que en la sociedad todavía está fuera del radar de sus intereses. Para todos los dirigentes ansiosos, sepan que “la gente cada vez quiere menos campaña” y piensa que cuando los políticos están en eso “no están trabajando”, advierte Pomies.

“La mayoría no tiene el chip” electoral, acota Porzecanski. Recién lo hará cuando “el componente de la oferta” suba su volumen. Ya llegarán los jingles, los spots y los políticos con trajes de candidatos lanzando propuestas y promesas.

Cuatro nombres

El escaso interés del público no detiene los movimientos entre dirigentes, ni la elaboración de encuestas para medir el humor social respecto del gobierno y los eventuales apoyos en el proceso electoral inminente. A los resultados de esos estudios de opinión pública hay que pasarlos por varios tamices para entender lo que puede suceder.

Primero, porque el desinterés en la política no es lo mismo que desprecio. “La mitad de los uruguayos, al otro día de las elecciones, ya sabe lo que va a votar en la próxima elección” y tienen “identificación partidaria”, dice Pomies. Y su colega Porzecanski agrega en seguida que además de “identificación partidaria positiva”, también hay “identificación partidaria negativa”, son aquellos que saben a quién nunca votarían.

“Por tanto, al final la elección se termina definiendo entre un 10%, 15% que es el núcleo más duro, que no tiene una camiseta partidaria, que puede fluctuar” y definir la elección para el bloque oficialista u opositor.

La estabilidad relativa del sistema y de las preferencias de los uruguayos hacen suponer que hay escaso margen para sorpresas electorales, como las que tuvieron lugar en el periodo pasado, cuando Juan Sartori, Ernesto Talvi y Guido Manini Ríos irrumpieron con fuerza y al final ganaron un lugar en el Senado.

Y por más que aparezca algún “tapado”, Porzecanski y Pomies coinciden en que el futuro presidente muy probablemente está entre los que ya largaron la carrera o lo harán en breve. La lista tiene cuatro nombres: los blancos Laura Raffo y Álvaro Delgado, y los frenteamplistas Carolina Cosse y Yamandú Orsi.

“La probabilidad de que surja el futuro presidente de esos cuatro nombres es alta”, dice Porzecanski. Subraya “otra continuidad” del Uruguay en los últimos 20 años que favorece a los que están en esa lista: el Frente Amplio y el Partido Nacional son, en ese orden, primera y segunda fuerza política del país. Añade un pequeño matiz. “¿Se puede descartar que algún partido de la coalición le quite ese lugar de privilegio al Partido Nacional como representante de la oposición? Se puede pensar. ¿Es probable? No, es poco probable”. Y prosigue: “No es imposible porque adentro de la coalición hay una especie de frontera sin aduanas entre los electores, es fácil circular y cambiarse del uno al otro. Pero hoy, por muchas razones, entre otras porque el Partido Colorado tiene un problema de estructuración de la oferta, y por otro lado porque Cabildo Abierto es un partido más de nicho, todo hace pensar que el Partido Nacional ocuparía ese lugar de disputarle, eventualmente, al Frente Amplio la conducción del gobierno”.

Pomies recoge el guante y se anima a “dar un paso más”, según sus palabras. “Diría que es casi imposible” que el balotaje no tenga a un blanco peleando con un frenteamplista. La directora de Cifra sostiene que los socios del Partido Nacional en el oficialismo “no han encontrado liderazgos que despierten grandes simpatías en la población”.

Los índices de popularidad “más altos están dentro del Frente Amplio o dentro del Partido Nacional”, indican los datos de la consultora. “Es casi imposible encontrar un candidato capaz de disputarle no solo al Frente Amplio, sino al Partido Nacional, ese liderazgo”.

Es la economía

Con esos niveles de identificación y estabilidad, parecería sencillo proyectar un triunfador en 2024. Mucho más si se tiene en cuenta que todas las encuestas dan al Frente Amplio con un porcentaje de apoyo similar a los procesos electorales en los que alcanzó el gobierno.

“Si las elecciones fueran el próximo domingo, el Frente Amplio tendría cierta ventaja sobre la coalición”, dice Porzecanski. Pero en seguida llegan todos los grises. El primero y más evidente: “No son el próximo domingo”.

Pomies señala que “las pistas del pasado” no permiten inferir que el Frente Amplio tiene el terreno allanado a la victoria. Hay variables como la gestión de gobierno, la aprobación de “áreas fundamentales” como la economía y la seguridad que incidirán en las definiciones del electorado. Dice que la gestión es distinta a las anteriores porque la pandemia retrasó los planes y que el oficialismo tiene ese argumento para pedir otra oportunidad. Así, la coalición de izquierda “arranca como favorita”, pero nada está definido, resume.

El director de Opinión Pública de Opción agrega que si los resultados de las encuestas hoy, con una paridad entre el bloque opositor y el oficialista, se repiten en las urnas, el Frente Amplio “gana la elección sin ninguna duda”. ¿Por qué? Porque el Frente Amplio “fideliza al 100%” de su electorado y la coalición multicolor siempre tiene fuga de votos entre las nacionales y el balotaje. Pero, otra vez el matiz, tampoco se sabe si los bloques van a terminar empatados, aclara Porzecanski. Faltan “todos los elementos del año electoral” y algunos más. “Cuando uno juega con escenarios y pone toda la carne en el asador, con candidatos plausibles (Orsi, Cosse, Delgado, Raffo, Manini Ríos, Mieres y otros), las cosas cambian un poco. No se parecen a octubre del 2019 (cuando los partidos oficialistas sumados superaron el 50%), pero son un poco más favorables a la coalición”.

Porzecanski retoma una idea lanzada por Pomies en cuanto a que las “pistas del pasado” no permiten extraer conclusiones lineales. Cuando se dice que el Frente Amplio tiene un apoyo similar a las instancias en las que ganó, particularmente si se mira las encuestas del 2013, el sociólogo pide no olvidar que hay una diferencia fundamental: ahora “la coalición es mano”. El actual oficialismo es “quien va a cortar cintas, quien puede abrir la cartera, la billetera”.

Los analistas creen que el caso de Gustavo Penadés, que derivó en la prisión preventiva de uno de los senadores más importantes del oficialismo por delitos sexuales, es un golpe a la interna del Partido Nacional, pero no necesariamente impactará en el resultado de la elección.

“Hemos visto varias situaciones que individualmente parecen no haberle afectado”, dice Pomies. “Pasamos por casos de corrupción muy cercanos al presidente, donde también el gobierno procedió visceralmente y luego la Justicia fue para otro lado, y mirábamos los números y no cambiaban”, recordó. Aunque dejó una puerta abierta: “¿Hasta qué punto aguantan y cuándo se va a dar la acumulación, cuál va a ser la gota que rebase el vaso? No lo sabemos. Hasta ahora las gotas no parecían haberle afectado, porque la gente no está pendiente y siguiendo esto día a día”.

Porzecanski tiene una mirada similar. “Volvemos al 15% que va a definir entre los dos bloques, cambio o continuidad. Me pondría más tradicional en el sentido de decir lo que va a terminar definiendo la elección, diría que va más por el lado del humor económico”.

El desafío para el oficialismo son los números de la economía, en particular el tema del salario y el empleo, “que es lo que la gente siente concretamente”.

Pomies trae a la conversación datos de Cifra que le dan un poco de aire al oficialismo. “Estamos en el momento de mayor percepción favorable económica desde la pandemia”, dice. “En junio, después de la pandemia, pensamos en que nos íbamos a transformar en Europa; salimos de esta, salimos exitosos, nos vamos al primer mundo. Eso fue bajando, pero aun bajando tenemos un 30% que aprueba la gestión económica de este gobierno y la situación económica, mientras que en el 2019, antes de que el Frente Amplio perdiera, estaba en veintipoco”.

“Si la gente piensa que estamos bien, es un incentivo para no cambiar”, dice Pomies. “En este momento (esa es) la percepción, y no estoy hablando de números reales, (porque) la gente no entiende de indicadores, la gente entiende cuando va al supermercado o al almacén y si con la misma plata compra lo mismo o menos”. Así, la preocupación por los temas económicos “es alta”, pero la gente percibe que la situación está “un poco” mejor que hace cinco años.

Donde el gobierno parece no tener respiro es en el área de la seguridad pública. Ahí el humor social es descendente y el gobierno “no está logrando posicionarse como una marca distintiva”, dice Porzecanski. “En algún momento la coalición, fundamentalmente en los primeros tiempos —ahí viene el debate de cuánto ayudó la pandemia—, logró de algún modo instalar la idea de que había un cambio en la gestión, un cambio positivo. Eso se está diluyendo cada vez más”.

Los datos que maneja Pomies también marcan que la seguridad es un punto flaco en la gestión a ojos de la opinión pública. Aunque cree que los uruguayos un poco “aprendieron a perdonar o a excusar” a las autoridades por el aumento de la delincuencia, “siempre que lo económico esté medianamente resuelto”.

Información Nacional
2023-10-18T18:33:00