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El PIT-CNT reconoce que el gobierno dialoga, pero cuestiona la falta de respuestas y el incumplimiento de sus promesas
Fernando Pereira cree que pese a la aprobación del gobierno los trabajadores no deben “bajar sus banderas” y que el primer paro general marca el “comienzo de una lucha”
Fernando Pereira. Foto: Nicolás Der Argopián / Búsqueda
Al hacer un balance de estos primeros seis meses de gestión, una de las cosas que el presidente del PIT-CNT, Fernando Pereira, le reconoce a las nuevas autoridades es la voluntad de diálogo. Sin embargo, pese a la buena disposición, termina siendo un diálogo incompleto, rengo. Siente que hay partes fundamentales de la negociación que “se están perdiendo”. En la mayoría de los casos, dice, falta el acuerdo, y en otros tantos incluso algo más básico: respuestas concretas.
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Por eso, Pereira explica el paro general de 24 horas que se realizó el jueves 17 casi como un desenlace natural. Asegura que el PIT-CNT no está en una postura de “arder la pradera”, sino en una “reflexiva”.
“No nos hemos podido poner de acuerdo. Y cuando las organizaciones, la que fue elegida para gobernar y la elegida para defender los derechos de los trabajadores, no se ponen de acuerdo, naturalmente que va a haber medidas. La frase es ‘si hay recortes va a haber lucha’. Hay recortes, son grandes, y son en áreas estratégicas”, dice.
Para Pereira, en estos meses ya se comprobaron algunas diferencias “notorias” en la forma de conducción del gobierno de la coalición respecto a las últimas administraciones. Destacó tres como las más claras: “La falta de aplicación de políticas sociales para los sectores de mayor debilidad en el marco de la crisis generada por la pandemia; la política salarial; y la asignación presupuestal a la educación, la vivienda y la salud”.
No solo son diferencias. Para Pereira son “incumplimientos claros” —directos o indirectos— a las promesas de campaña de mantener el salario real, mantener las políticas sociales y no subir tarifas.
“Este paro no significa que el diálogo se va a cortar. Significa que el movimiento sindical ve que el ajuste se va a hacer por el lado de las personas con mayor debilidad”, dice.
Foto: Santiago Mazzarovich / adhocFOTOS
Malas y buenas
Pereira dice que nada es blanco o negro. En esa línea, destaca el manejo sanitario que el gobierno hizo de la pandemia, los resultados que dio la “libertad responsable” y el trabajo para la aprobación de protocolos para retomar las distintas actividades.
Por el contrario, en el manejo social el balance es negativo. Reconoce que el impulso al seguro de paro parcial, las prórrogas al seguro de paro tradicional y la duplicación de beneficios como la tarjeta Mides fueron “pequeños avances”. Pero el saldo final es insuficiente. Para sostener su afirmación da algunos números. El PIT-CNT estima que unas 100.000 personas se están alimentando en ollas populares. A eso suma unas 130.000 que el Instituto Cuesta Duarte calcula que dejaron de buscar trabajo durante la pandemia y también a las más de 100.000 que están en seguro de paro, que si bien están protegidas por la seguridad social están viviendo con la mitad de sus salarios.
“Evidentemente, hay personas que están pasándola mal. Nadie hace una cola para comer si tiene comida en su casa”, dice.
La discusión de la Ley de Urgente Consideración es otro de los puntos negativos del balance que hace de los primeros meses de gestión. Más allá de su contenido, la forma en que se procesó cambió la imagen tradicional del Parlamento. Considera que tradicionalmente el Palacio Legislativo fue “un lugar privilegiado para el diálogo” y en ese caso se vio un “cambio brutal”. El PIT-CNT tuvo allí 30 minutos para expresarse y no recibió ni una pregunta de los parlamentarios oficialistas.
“Realmente lo que parece es que no están escuchando la opinión de las organizaciones sociales. Si uno quiere consolidar los debates democráticos, los parlamentos y los gobiernos tienen que escuchar a las organizaciones sociales. Tiene que haber un tiempo de intercambio, de reflexión colectiva. No hay democracias profundas sin movimientos sociales que demanden, reclamen, soliciten. A algunos parece que les diera alergia”, dice.
Igualmente, la coalición no tiene una única cara. Como ejemplo, Pereira afirma que ve en el Ministerio de Trabajo una “sensibilidad mayor que en otros ministerios y en otros lugares del gobierno”.
Pese a los reclamos del PIT-CNT, el gobierno —y en particular el presidente Luis Lacalle Pou— registra buenos niveles de popularidad. Pereira dice que lee atentamente las encuestas, pero, más allá de lo que digan, los trabajadores tienen que “hacer escuchar su voz” y “no bajar sus banderas”.
“Si hubiéramos mirado las encuestas, no le hubiéramos hecho una medida nunca a Tabaré o a Mujica, y hubo paros generales en todos los gobiernos del Frente Amplio. Si hubiéramos leído las encuestas en el 92, no hubiéramos ganado después el plebiscito de las empresas públicas. Los números nos daban mal e internamente debatíamos si era lógico seguir adelante. Después lo votó el 73%. Si nos hubiéramos dejado llevar por datos, hubiéramos dejado de hacer muchas cosas que cambiaron cosas en la sociedad”, explica.
Para Pereira el paro general de 24 horas del jueves 17 es el “comienzo de una lucha”.