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    El fútbol uruguayo se desafía a sí mismo con Marcelo Bielsa, un entrenador meticuloso y ofensivo que busca romper esquemas

    En el mundo de la música existen artistas sin muchos premios, con pocas canciones que hayan dominado la radio o álbumes de ventas récord, a veces, faltos del carisma suficiente para tener una popularidad atronadora. Pero su talento y su rupturismo sí los hacen ser idolatrados por los músicos estrella. La influencia que tienen va mucho más allá de un hit y se consolida aún más con el paso del tiempo.

    En el fútbol ese lugar lo ocupa Marcelo Bielsa. Como director técnico no tiene grandes campeonatos, salvo excepciones, nunca dirigió potencias y las condecoraciones individuales son escasas. Para una parte del aficionado corriente del fútbol es un entrenador discreto, cuyo discurso se valora de manera desmedida respecto a sus logros. Sin embargo, para varios de los futbolistas y directores técnicos más laureados del planeta es un emblema.

    “Creo que es probablemente la persona que más admire en el mundo del fútbol. Es el entrenador más auténtico de todos los tiempos por cómo lleva sus equipos. Es único. No todo va en función de los títulos”, afirmó en 2020 el español Pep Guardiola en una conferencia de prensa previa al partido que enfrentaría a su Manchester City ante el Leeds United de Bielsa.

    Hoy a Bielsa, que con 67 años apunta a ser el nuevo entrenador de la selección uruguaya, se lo identifica con una manera de vivir el fútbol que pregona más la forma de jugar que el azar del resultado. Irónicamente fue lo contrario en el inicio de su carrera. En Newell’s Old Boys de Rosario, donde ganó en 1990 el primero de los cinco títulos de su carrera como entrenador, su mensaje a los jugadores fue enfático antes del partido definitorio contra Boca Juniors. “Les expliqué que las finales definen a los actores, que no me importaba el trámite, que el que gana es el mejor y el que pierde es el peor. Que no se dejaran engañar por eso de las derrotas dignas o las victorias morales. Era la vida o la muerte”, dice la biografía Lo suficientemente loco, escrita en 2009 por el periodista argentino Ariel Senosiain.

    No vas a poder descansar

    Nacido en un hogar rosarino de clase media alta, con prestigio en la disciplina del derecho, Bielsa optó por ir a contramano del mandato familiar. Pese a que su padre simpatizaba con Rosario Central, se volvió hincha del archirrival Newell’s Old Boys. Aunque esperaban que fuera profesional universitario, quiso ser futbolista. Lo logró con sacrificio y terquedad, dos rasgos que han marcado su trayectoria: alcanzó a ser un aplicado defensor que defendió tres clubes profesionales en cuatro años. Un “fracaso” de carrera, según él mismo admitió.

    El amor por el fútbol era tal que tras retirarse se recibió de preparador físico y empezó a trabajar en un kiosco para leer diarios deportivos a los que no tenía acceso. Llegó a comprarse su propio kiosco, hasta que un conocido le propuso comenzar a entrenar las juveniles de Newell’s Old Boys. Gracias a sus innovadores métodos se convirtió en entrenador de la primera división, donde con 35 años lideró al club en el triunfo contra Boca Juniors. Volvió a ganar otro campeonato al año siguiente, lo que lo catapultó a un recorrido por todo el mundo que ahora lo trae a Uruguay.

    Entre las referencias de Bielsa están el italiano Arrigo Sacchi y el neerlandés Louis van Gaal, dos entrenadores que marcaron el fútbol en las décadas del 80 y el 90 con el Milan y el Ajax, respectivamente, y que comparten un pasado similar al suyo: Sacchi nunca fue futbolista profesional y Van Gaal resultó un olvidable mediocampista. La admiración sobre ambos demuestra el escape de Bielsa a la eterna dicotomía argentina del lirismo de César Menotti y el resultadismo de Carlos Bilardo. “Pretendo que los jugadores, en ataque, se europeícen para desmarcarse y se argentinicen para gambetear”, afirmó en 1991 en una entrevista para El Gráfico.

    Sus esquemas tácticos y su metodología de entrenamiento, hoy más frecuentes en el fútbol, fueron renovadores en sus inicios. Con una mirada netamente ofensiva, suele jugar con tres defensores, un mediocampista central, dos volantes a su costado, dos punteros abiertos, un volante de creación y un delantero. De todos requiere lo mismo: presión al rival, polivalencia para poder moverse en distintos sectores del campo y despliegue más allá del área donde se ubiquen, lo que define equipos muy intensos físicamente, rápidos para recuperar la pelota y cuyo dibujo táctico está en constante movimiento.

    Lo que pide en los partidos lo ensaya en las prácticas, con trabajos mecanizados para emular momentos del juego que concienticen al jugador de la respuesta que debe tener frente a distintas alternativas. Un tipo de preparación que necesita disciplina y planificación. Son horas de video para el cuerpo técnico y horas de situaciones de partido para los jugadores. Es común que utilice sparrings, futbolistas juveniles a los cuales aceita con su método para facilitar el trabajo con la primera división. Esta manía suele ser difícil de digerir. “Con Bielsa no salíamos de la habitación por si nos encontraba y nos tenía una hora y media hablando de táctica”, recordó en 2020 en COPE el defensor español Iván Helguera, quien fue su pupilo en el Espanyol de Barcelona (1998).

    “El primer día me dijo: ‘Conmigo no vas a poder descansar’. Y en mi primera broma me apartó del grupo. Otra vez, no me esforcé lo suficiente y no me consideró en el equipo”, explicó a SFR Sport Dimitri Payet, un talentoso volante ofensivo francés que era figura del Olympique de Marsella cuando arribó Bielsa (2014-2016).

    A los futbolistas les reclama dedicación con una conducción más alejada del entrenador amigable: los trata de usted y es igual de recto con todos, aunque también apela a la persuasión y no a la autoridad, lo que usualmente termina por generar identificación en sus dirigidos. “Él me enseñó cosas que ningún otro hizo”, rescató el propio Payet.

    El detallismo de Bielsa enseña de forma indirecta fundamentos básicos que el jugador profesional no siempre entrena e impulsa a jugadores cuyo potencial estaba escondido. Javier Mascherano, por ejemplo, debutó antes en la selección argentina con Bielsa (1998-2004) que en su club River Plate. En las conversaciones que han tenido con Bielsa, los directivos de la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF) se vieron sorprendidos por la consulta que el entrenador hizo de algunos futbolistas que no estaban en su radar como posibles integrantes de la selección.

    Falsa modestia

    Este costado docente lo alejó a Bielsa del lema de “Vida o muerte” que llegó a transmitir en el origen de su carrera. En una conferencia de prensa como entrenador del Athletic Club de Bilbao (2011-2013) señaló que “las evaluaciones no deben hacerse en función de lo que se obtiene sino de lo que se merece”. Es un flanco al que apuntan sus detractores, que ven en parte de este discurso una justificación para la falta de triunfos en una industria multimillonaria que se rige por los resultados. Bielsa, además, no es barato: en la Premier League de Inglaterra fue el cuarto entrenador mejor pago con US$ 9 millones por temporada, por encima de apellidos de peso como el español Rafa Benítez y el alemán Thomas Tuchel. Fue despedido del Leeds United en febrero de 2022 tras cinco partidos sin ganar y cerca de las posiciones de descenso.

    Bielsa admite esta realidad. En 2017, durante un seminario organizado por la Confederación Brasileña de Fútbol, dijo que los técnicos deben “certificar con éxitos deportivos” el trabajo que hacen. “Yo soy un entrenador que en líneas generales no ha tenido éxito, no es por falsa modestia sino que lo demuestra mi currículum”. Añadió además que en pocas oportunidades pudo entrenar a equipos de elite, por lo cual necesariamente tuvo que “intervenir en el crecimiento del equipo y en el crecimiento del jugador”.

    Quitando a la selección argentina, la trayectoria de Bielsa discurrió en Atlas y América de México, Newell’s Old Boys y Vélez Sarsfield de Argentina, Espanyol, la selección de Chile, Athletic Club, Olympique de Marsella, Lille de Francia y Leeds United. Pese a la rica historia que carga y a los futbolistas que destacan en Europa, tampoco la selección de Uruguay es de elite, por lo cual se puede prever de Bielsa una labor también más enfocada en el desarrollo. Viene avalado por Jorge Giordano, director de selecciones nacionales que observó una veintena de sus prácticas en Chile (2007-2011). “El nombre de Bielsa seduce a cualquiera por los antecedentes, por su trayectoria, porque tiene un conocimiento muy profundo de nuestro fútbol, y eso es una ventaja muy importante. Está en un nivel de clase internacional”, explicó a Radio Carve el vicepresidente de la AUF, Gastón Tealdi.

    El desafío es saber si podrá adaptarse al fútbol uruguayo o si el fútbol uruguayo podrá adaptarse a él. La obsesión de Bielsa va más allá del césped y demanda que se ejecute cada punto que acuerda con los directivos. En 2016 renunció a la Lazio de Italia dos días después de oficializado su contrato porque los dirigentes incumplieron con fichar a cuatros jugadores antes de empezar la pretemporada.

    Aquí la estructura de selecciones está muy profesionalizada desde 2006 pero el contexto general es especial: una liga con carencias, clubes que no compiten internacionalmente, mayor protagonismo de dirigentes sobre futbolistas y una tendencia a zanjar las cosas con informalidad, en los escritorios más que en las canchas. Hay además una tradición conservadora en el estilo de juego de la selección que determina que en el día de hoy se discutan los brevísimos pasos de un técnico extranjero (Daniel Passarella, de 1999 al 2000) y de un técnico ofensivo (Juan Ramón Carrasco, de 2003 a 2004). Por lo pronto la llegada de Bielsa despertó más ilusión que resistencia, aunque hay que acudir a su archivo personal para evitar sorpresas si sus equipos atacan mucho y deja de lado a apellidos encumbrados: “Mi decisión siempre va a conspirar contra alguno de todos esos mensajes que se piden”.

    Deportes
    2023-04-26T22:13:00