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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáDesde Búsqueda en Océano, el análisis de la entrevista a Javier García.
Crisis es oportunidad, suelen decir en China. Y a poco de cumplir un año de gestión, pareciera que esta es la expresión que mejor sintetiza lo que el ministro de Defensa, Javier García, tiene para mostrar de su tarea en la cartera. El secretario de Estado asegura que la pandemia no solo “no postergó” ninguno de los objetivos trazados, sino que sirvió para acercar a los militares a la sociedad. Dice que con el trabajo de las Fuerzas Armadas en el territorio se “redujo” el “antimilitarismo infantil” que había en otros gobiernos. Y que además sus planes de austeridad en el ministerio calzaron perfecto en este periodo de emergencia sanitaria.
Destaca el “ahorro” conseguido en varios frentes: en el doméstico, con la eliminación de varios cargos de confianza y la cancelación de una obra edilicia millonaria proyectada por la anterior administración. Y también defiende la compra de los dos aviones Hercules que servirán de apoyo logístico para el traslado de las vacunas contra el coronavirus. Agrega que aun “con bolsillos flacos y pandemia” el gobierno comprará más aviones y barcos porque “las familias van a estar más seguras”.
Lo que sigue es un resumen de su entrevista con Búsqueda.
—En la mayoría de sus discursos como ministro ha destacado la capacidad de los militares uruguayos y la importancia que tienen para el funcionamiento del país. ¿Fue y es uno de sus principales objetivos revalorizar a las Fuerzas Armadas?
—Creo que lo más importante fue restablecer el respeto institucional y profesional para las Fuerzas Armadas. Y lo hicimos. Jerarquizamos el valor que tienen las Fuerzas Armadas en la institucionalidad del Uruguay. Nosotros tenemos Fuerzas Armadas democráticas, constitucionalistas y republicanas, y en los años previos, en los gobiernos anteriores, había cierto prejuicio antimilitarista, un antimilitarismo infantil. Muchas veces los problemas que tienen las Fuerzas Armadas no son problemas del mando militar, son problemas de los políticos, que no ejercemos el liderazgo institucional que hay que tener sobre las Fuerzas Armadas. En Uruguay nadie discute que en el Ministerio de Salud Pública haya médicos o en el Ministerio de Economía haya economistas, sin embargo, hay una discusión respecto al rol de los militares en el Ministerio de Defensa. No se los consultaba ni se tenía en cuenta sus opiniones. Y nosotros para los cambios legales que hicimos y que pensamos hacer consultamos a los profesionales militares. Y al mismo tiempo agregamos funciones que significaron un cambio muy grande con la sociedad.
—¿Como cuáles?
—La ley de fronteras es un caso paradigmático. Tenemos una ley votada por unanimidad en el 2018 pero que nunca se había aplicado, y nosotros en 15 días la aplicamos: el 16 de marzo se empezó a ejecutar la ley. Y además implicó una barrera de defensa contra el coronavirus, porque el día que se hagan las evaluaciones de la pandemia en la primera línea de reconocimiento habrá que poner entre otros al personal de las Fuerzas Armadas. Diferentes hubieran sido los resultados si no hubieran estado las Fuerzas Armadas en frontera. Este trabajo dio una cercanía que en el interior era muy común pero que en las metrópolis no, porque siempre hubo más distancia.
—¿Había preocupación en parte de la población por tener a militares en tareas de patrullaje?
—Yo lo que puedo decir es que recibo una cantidad de llamadas y de mensajes, de números desconocidos, de gente que no conozco, pero que vive en zona de frontera y que reconoce la actitud que tiene el soldado en los puestos de control de frontera. Es un reconocimiento unánime. Te hablan del respeto, de la profesionalidad, y se refieren a muchachos y muchachas jóvenes, a soldados rasos y a oficiales en los primeros grados del escalafón militar que tienen la actitud de combinar el ejercicio profesional de tareas de seguridad con el respeto que impone el ciudadano. Eso refuerza el concepto de que tenemos Fuerzas Armadas democráticas, constitucionalistas y republicanas.
—¿El coronavirus aceleró el objetivo de acercar a los militares a la sociedad?
—Diría que durante este año el trabajo de las Fuerzas Armadas se amplificó. Fue un momento en donde las Fuerzas Armadas demostraron su capacidad, una situación crítica donde mostraron el valor estratégico que tienen para el país. Porque además del patrullaje en frontera vinieron las repatriaciones, la apertura de unidades militares para dar una ducha caliente y un plato de comida caliente para los más necesitados, fumigaciones en espacios públicos, tiendas de campaña y ahora todo el tema de la vacunación. Eso restableció el respeto institucional y el respeto profesional.
—¿Redujo el antimilitarismo del que habló antes?
—Creo que sí lo redujo, es lo que me dicen los cientistas de opinión y también hay algún estudio al respecto, que muestra que la valoración de las Fuerzas Armadas es francamente positiva. Además hay un dato no menor: la inscripción a los institutos de formación militar, que en el caso de la Fuerza Aérea tuvo un aumento de más del 100% con respecto a los aspirantes del año pasado y en la Escuela Militar un aumento del 30%. Es decir que la opción de la formación militar se cuela o está arriba de la mesa como una opción académica que cada día más jóvenes adoptan.
—La iniciativa del Ejército de revisar en su currículo los acontecimientos de la última dictadura, ¿va en esta línea de terminar con el antimilitarismo?
—Ahí hay un liderazgo muy importante del comandante del Ejército, que ha impulsado esta propuesta y cuenta con el respaldo del gobierno y el mío particular. Va en la línea de esa inclusión de la que hablamos, de contribuir en la unidad de los uruguayos. Yo lo dije el mismo día en que asumí: el objetivo es trabajar por la unidad y la paz de los uruguayos. Esta visión de mirar para adelante, con respeto, con pluralidad, de admitir que un profesional de cualquier rama tiene un componente en su formación de libertad de cátedra, tiene capacidad de crítica, tiene diversidad de aportes y genera un pensamiento libre. Va en la línea de no hacer cargar a las nuevas generaciones con mochilas del pasado. Este es un muy buen momento para eso, justamente por la cercanía que hay entre las Fuerzas Armadas y la sociedad. Pero no se va a lograr de un día para el otro, porque hay que trabajar en la convicción y no en la imposición.
—¿Esperaba tantas críticas por la compra de los dos Hercules nuevos?
—No sé por qué surgieron, porque incluso son un activo para la pandemia. Escuché en una entrevista al ingeniero Juan Opertti, que dijo que los aviones cumplirán una misión absolutamente clave para Uruguay porque en el mundo en este momento no hay aviones de carga y que un país cuente con aviones de carga actualizados que puedan aterrizar en cualquier parte del mundo es un activo estratégico tan importante como contar con centros de vacunación. A nosotros se nos presentó en la transición, por parte del exministro José Bayardi, el planteo de renovar los Hercules, en el cual coincidimos. Había una opción que era invertir cerca de US$ 10 millones para hacer una inspección a los Hercules anteriores y continuar utilizándolos o de lo contrario utilizar esos US$ 10 millones para invertir en una modernización de equipamiento. En diciembre de 2019, durante la transición, la idea que planteó Bayardi era la segunda, desafectar los Hercules e invertir en nuevos mediante un leasing operativo que implicaba alquilar un avión, no dos, y que además si se hacía, iba a terminar por costar el doble o el triple de lo que costaron ahora los dos aviones nuevos. Nosotros le dijimos a Bayardi que estábamos de acuerdo en modernizar con Hercules nuevos, pero no en hacerlo mediante esa operación de leasing.
—Los dos aviones Hercules son parte del plan para modernizar el equipamiento de las Fuerzas Armadas. ¿Seguirá ese plan pese a las dificultades económicas que dejará la pandemia?
—Nosotros heredamos un país al borde de la indefensión, con Fuerzas Armadas prácticamente desmanteladas desde el punto de vista del equipamiento, con una Armada con barcos de 60 años y con una Fuerza Aérea con aviones de 50 años. Somos un país que no puede garantizar la soberanía en buena parte de su territorio, ya sea aéreo o ya sea marítimo, porque no tenemos equipamiento para controlar integralmente nuestro espacio aéreo y nuestros mares. Para eso hay que tener barcos y aviones. Las familias uruguayas van a estar más seguras en sus casas y en su comunidad si tenemos todos estos elementos, porque buena parte del crimen organizado pasa por el espacio aéreo, por el mar, por la frontera, y si no podemos controlarlo, la cocaína termina en un barrio de cualquier ciudad del país. Entonces, lo que quiero decir es que la defensa no es un tema militar, es un tema civil y político, por eso nosotros iniciamos un camino de reequipamiento de las Fuerzas Armadas. Empezamos recién, porque agarramos un país con bolsillos flacos y con una pandemia encima, y lo vamos a continuar porque tenemos que garantizar la defensa y la seguridad del país. Las sociedades son estructuras complejas y tienen que tener un buen sistema educativo, un buen sistema de salud, un buen sistema judicial, pero también tienen que tener Fuerzas Armadas equipadas.
—¿Cómo se hace con bolsillos flacos y una pandemia encima?
—Uruguay es un país que tiene unas Fuerzas Armadas que no están pensadas para ir a la guerra como otras Fuerzas Armadas, muy poderosas en el mundo. Uruguay tiene Fuerzas Armadas que son chicas pero muy profesionales y lo demuestran en todo el mundo. No hay nadie mejor que nosotros en lo que significa la consolidación de la paz, nuestras Fuerzas Armadas son especialistas en operaciones de paz, por eso en las Naciones Unidas e internacionalmente nos miran con tanta atención. Esto implica que nuestra capacidad de reequipamiento de las Fuerzas Armadas va muy vinculada a hacer alguna inversión con recursos presupuestales, pero también a recurrir a la cooperación internacional a través de ese prestigio en operaciones de paz logrado mediante la política exterior. Eso sin duda va a generar oportunidades.
—¿Habrá más compras antes de 2025?
—Nosotros tenemos un compromiso que el propio presidente de la República, no hace mucho, les ha expresado en una reunión a oficiales de la Armada Nacional: antes de que termine el periodo de gobierno tenemos la voluntad de finalizar un proceso para poder adquirir buques patrulleros para mar abierto, del tipo OPV. Son buques absolutamente imprescindibles para que la Armada Nacional pueda ejercer la soberanía, la custodia y la seguridad de las aguas, porque tenemos la realidad de que somos más mar que tierra y no podemos renunciar a cuidar nuestro trabajo, nuestra industria y nuestros recursos naturales, muchos robados por la pesca ilegal. Para eso necesitamos barcos. ¿Costosos? Sí. ¿Pero cuánto valor tiene custodiar las riquezas y los salarios de los uruguayos?
—¿Habrá nuevo equipamiento también en el Ejército?
—En el Ejército también, en todo lo que significa transportes y vehículos tácticos, porque todo el despliegue de frontera significó un desgaste muy importante en nuestro parque de vehículos que tenemos que atender.
—El año pasado en el Parlamento usted planteó la posibilidad de vender el predio donde se ubica la Escuela Naval para conseguir recursos económicos, lo que provocó una fuerte oposición en militares retirados, en el ámbito marítimo e incluso en Cabildo Abierto. ¿Fue apresurado realizar ese anuncio?
—Tiempo atrás en una charla el presidente Julio María Sanguinetti me contaba la polémica que había significado en 1969 la mudanza de la Escuela Militar de Montevideo a Toledo. Las Fuerzas Armadas tienen una gran carga de tradición que nosotros respetamos muchísimo. Respeto mucho las opiniones pero no les tengo miedo a las críticas. Uno escucha pero después como responsable político decide; para gobernar se requiere gestión y tomar decisiones y nosotros vinimos para cambiar cosas. Tenemos por delante algunos desafíos como la transformación patrimonial. Tenemos que tener claro que tener lentitud en el siglo XXI puede ser detenerse y detenerse en este tema puede ser retroceder. Sería una tontería vender patrimonio para comprar barcos, eso es descapitalizarse. Cuando hablo de transformación patrimonial hablo de patrimonio por patrimonio. Por ejemplo, nosotros necesitamos imperiosamente una base naval en el oeste de Uruguay, en Fray Bentos, donde hay una base muy primaria. Tenemos una decisión política del gobierno de potenciar la hidrovía. Nosotros tenemos en el río Uruguay una fuente de crecimiento, de desarrollo, de navegación muy importante. Y es también un área de mucha sensibilidad en materia de seguridad. Tenemos que tener allí a la Armada con presencia, con la base y en el río.
—Usted ha señalado en muchas oportunidades qué le ha dado la pandemia a su gestión, ¿pero cuántos de los planes trazados se han visto postergados por la irrupción del virus?
—Ninguno se ha postergado. Obviamente que la pandemia es una cuestión que nos hizo ocuparnos mucho e invertir muchas horas del día. Pero eso no significa que uno postergue o descarte objetivos. Yo repasé el documento que firmamos todos los partidos de la coalición y si uno mira las cosas a las que nos comprometimos, las que no han sido cumplidas están en vías de cumplirse. Y todavía no terminamos el primer año de gobierno. Nosotros dijimos que la prioridad en el Ministerio de Defensa iban a ser los soldados y el equipamiento. En el primer año de gobierno empezó la recuperación salarial en el personal subalterno, los primeros cuatro grados empezando de abajo, con una partida universal que va a significar entre 600 y 800 y pico de pesos a todos, más una partida de $ 450 por día a todos los que pasan por frontera. Esos son unos 8.000 soldados. El año que viene se suman los primeros escalafones de oficiales. Ya hablamos de los equipamientos. Y les voy a dar un dato: en 10 meses que llevamos hemos ahorrado en cargos de confianza política US$ 400.000. Yo no llené tres cargos de confianza, dos de ellos los eliminé, y de ocho adscriptos que tenían los anteriores ministros, yo tengo uno solo. Por misiones diplomáticas se ahorraron $ 140.000; por gastos de protocolo hubo US$ 300.000 dólares de ahorro.
—¿Todo esto fue el año pasado?
—En 10 meses. Con esto quiero graficar cuál fue nuestra prioridad. Acá al lado se iba a hacer un edificio para las oficinas del ministerio que iba a costar US$ 3.000.000. Ya estaba firmado el acuerdo con la Corporación Nacional para el Desarrollo y tomé la decisión, ni bien asumí, de que esto quedaba sin efecto. Porque no es prioridad para el Ministerio de Defensa tener oficinas. Esta casa que es muy linda, que es patrimonio, no está adecuada para oficinas. Pero nos seguiremos acomodando. Tenemos el remate pronto de unos 80 autos. Yo dije que en el ministerio había una gran automotora. El objetivo es el personal y equipamiento.
—¿Está previsto que las Fuerzas Armadas colaboren en la logística de las vacunas?
—Sí. En esta lógica de ser una reserva estratégica del país, que se ve en los momentos de crisis. Ahora ofrecimos poner a disposición unos 50 vacunadores. También vamos a trabajar en la custodia. Y en lo que se nos pida: traslado, distribución.
—Usted es alguien cercano al presidente, ¿cómo vivió el gobierno la negociación de las vacunas?
—Yo creo que el presidente demostró un gran liderazgo. No es sencillo tener el temple necesario para no tomar una decisión apurada que podía conformar a la tribuna, pero ser una mala decisión de gobierno. Si el tema era acceder lo más rápido posible, quizás era acceder rápido a muy poquita cantidad, como está pasando en muchos lados del mundo. Acá se garantizó un plan de vacunación amplio y sostenible. Y que conjugara dos elementos: la seriedad y la seguridad. Los planes de vacunación son exitosos si la gente confía. Y el apuro, por razones políticas, puede llevar a falta de credibilidad. Creo que el presidente tuvo un gran liderazgo, que hay que tener cuando las papas queman para no querer conformar a la tribuna.
—¿Fue uno de los momentos de mayor presión?
—Lo vi muy tranquilo al presidente. Obviamente con la ansiedad por lograr un buen resultado. Pero muy tranquilo, con mucho temple. Hablo mucho con él y vi a un presidente que tiene bien calzada la banda presidencial.
—¿Y las críticas de la oposición cómo las vio?
—Es muy paradójico. Hasta hace 72 horas pedían la vacuna. Cuando el presidente anunció el plan de vacunación tardaron 48 horas en reconocer que se había logrado algo que se estaba reclamando. Costaba políticamente. Y esto no era reconocer al gobierno, era la satisfacción porque el Uruguay pasaba a tener un instrumento fundamental en el combate a la pandemia. Es como esto de la movilidad. Muy paradójico. El Frente Amplio pide confinamiento y cuarentena para la gente, pero libertad para los dirigentes políticos, porque organizan movilizaciones gremiales, movilizaciones por el aniversario del Frente Amplio, juntadas de firmas contra la Ley de Urgente Consideración (LUC). O sea confinamiento para el pueblo, pero para el dirigente político que viva la pepa. Eso no es justo. Es un poco contradictorio el planteo. Creo que no han encontrado la forma de comprender que esta es una causa nacional. Algunos de los dirigentes del Frente Amplio no han estado a la altura de las circunstancias. Hay que darse cuenta de que la pandemia no le pregunta a la gente qué vota. Nos afecta a todos.
—¿Qué le dejó todas las idas y vueltas que hubo con el tema de las actas del Tribunal de Honor militar?
—Nosotros tenemos una primera obligación que es cumplir la ley. La transparencia en la gestión es un elemento que para nosotros está en la primera jerarquía. Yo como responsable del ministerio contesté en 54 pedidos de accesos a la información y más de 30 pedidos de informes. Porque la ley lo obliga. No es un mérito, es una obligación. Me llama la atención que no hayan contestado en su momento. Porque no había por qué mantenerla en secreto. El liderazgo y el poder político sobre las Fuerzas Armadas es una obligación constitucional.
—¿Es un ministerio más abierto este?
—Bueno, si uno no lo midiera por acceso a la información…ustedes son testigos. No entiendo por qué antes fue de otra forma.
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