—¿Pero qué desafíos tiene?
—El primer día ya me encontré con el desafío que es la ley de gestión de residuos. Hay un formulario informatizado para registrar a los 5.000 clasificadores del país, y trabajamos en el inventario de iniciativas de empleo para la inclusión social y productiva de los clasificadores.
—¿El ministerio llevará un control más estricto, les dará más formalidad a los clasificadores, recibirán un sueldo, por ejemplo?
—No está definido el sueldo. El Estado tiene terrenos donde ubicar a esta gente para darle una vivienda digna y decorosa para que se higienice luego de hacer su tarea. Quizás los apoyemos con psicólogos, seguridad y herramientas de trabajo: guantes, tapabocas, mamelucos...
—¿Qué otros temas le ocupan?
—El tema productivo, el vaciamiento del campo. Tenemos forestación, sí, y grandes emprendimientos. Pero la riqueza está en los pequeños emprendimientos, en las empresas familiares y unipersonales.
—Sobre el campo, afirmó en El Bocón que a los frentistas “les molesta un gobierno que mire al campo sin rencor, que se escuche al que produce, que se ponga primero al que quiera trabajar”. ¿A qué apuntó?
—A que el campo es el reactivador de todo lo que pasa en nuestro país, ¡de todo!, y hoy está desatendido. No solamente el campo, el mar también. Tuvimos grandes empresas marítimas y hoy prácticamente solo hay pescadores artesanales.
—¿Por qué cree que la izquierda ve al campo con “rencor”?
—Es que... no se puede ver al campo ni con rencor ni con odio, ni con divisiones a los propios orientales o a los inmigrantes, que son la esencia del país.
—De la inmigración dijo que “no es problema para solucionar” en Uruguay como país receptor. ¿Cómo explica eso?
—Es como si yo tengo hijos, los tengo que educar yo para que sean grandes en valores y quieran a su país. Y al inmigrante le pasa lo mismo. ¡Bienvenido el inmigrante! Es una fuerza de país. Pero ¿por qué ese inmigrante vino? Quizás porque le gustó el Uruguay o porque fue desplazado, corrido de su país, porque vio que la cosa estaba muy mala en su país y hoy ve que acá tiene una oportunidad. Perfecto. Pero ¿por qué sucedió eso? Porque en su país de origen no le dieron las soluciones. A mí no me gusta que los uruguayos nos vayamos a otros países, para que esos países nos solucionen los problemas.
—¿Y dónde está el problema?
—En el país de origen, que es el que tiene que solucionar los problemas de sus ciudadanos. Nosotros tenemos que solucionar nuestros problemas. Por eso digo que la inmigración no es un problema para solucionar por el país que la recibe, sino que es un problema que debe ser solucionado en el país de origen del inmigrante; por algo se vino. Nosotros no vamos a solucionar la inmigración. ¿Qué sucede en las guerras? Y tenés un grupo de gente que se refugia en otro país para salir del problema de la guerra. ¿Y quién les soluciona el problema a esos países? Naciones Unidas. Ese es el concepto.
—¿Cree que la inmigración es un problema para los uruguayos?
—No digo eso. Además tenemos las herramientas para desarrollar más empleo para que todo el mundo tenga un lugar donde desenvolverse.
—¿Cómo prevé la relación con los sindicatos? Según dijo, a los frentistas “les molesta Mieres”. “Hubieran preferido a un duro con el que confrontar con mayor facilidad en el terreno de las relaciones laborales. Pero lo tienen en la mira. No bien se atreva a ingresar en el sagrado suelo que es patrimonio de las corporaciones sindicales, le van a hacer sentir el rigor”, afirmó.
—¿Eso lo dijo Mieres?
—No, eso lo dijo usted.
—Mmm… difícil. En esos términos…
—Es un pasaje de la columna de opinión firmada el 5 de abril en El Bocón, titulada “Les molesta”. ¿Se acuerda?
—Sí... Bueno... (ríe).
—Allí dice que a los frentistas “les molesta todo”. “Aunque en realidad, lo que les molesta es simplemente haber perdido el poder. Y los privilegios. Y que se vengan las auditorías. Y que se les haya terminado el recreo”. Así termina su texto.
—Puede ser. Puede ser...
—Y ahí dice que Mieres no es el “duro” que la oposición hubiera preferido para confrontar en el terreno de las relaciones laborales.
—Ahí tú diste un nombre...
—No, usted citó a Mieres en su escrito.
—Creo que en ningún momento yo hago referencia a nombres de personas... Yo cuando digo algo me refiero a formas de gestión, de manejar los tiempos, los recursos públicos...
—Pero ahí sí nombra a Mieres y sugiere que no lo caracteriza la dureza...
—Hoy Mieres es el ministro de Trabajo y Seguridad Social. Todos debemos reconocer la capacidad que ha tenido de manejar toda esta crisis.
—¿A la oposición le cuesta más confrontar con el perfil de Mieres?
—Ahí dijo la palabra confrontar... De una buena vez tenemos que dejar de lado esos términos. Nosotros no podemos confrontar, tenemos que intercambiar ideas para buscar las mejores soluciones.
—Usted mismo usó esa expresión y señaló eso de pisar “el sagrado suelo que es patrimonio de las corporaciones sindicales, que le van a hacer sentir el rigor”.
—¿En esos términos...? Le puedo asegurar que yo no dije… No, esas palabras, con esos términos..., no las dije yo. Quizás haya sido algún reenviado de algún artículo.
—Es un texto publicado con su firma, en la sección política de El Bocón.
—Quizás se entusiasmó...
—Pero lo firmó usted.
—No, en esos términos. Le puedo asegurar que no lo escribí. Pero pienso eso.
—De los sindicatos también escribió el 28 de enero en Facebook: “Alemania tiene 83 millones de habitantes y 12 sindicatos, y Uruguay tiene 3 millones y 79 sindicatos. ¿Ahora entendés por qué nos va como nos va?”.
—Alemania estuvo en la Segunda Guerra Mundial, fue destruida totalmente y hoy es una de las potencias del mundo; tiene muchísimas más personas que nosotros y pocos sindicatos. ¡Nosotros tenemos 80! ¿Qué sucede? No es lo mismo que tú atiendas a grupos pequeños de sindicatos que permanentemente tengas que estar atendiendo a diferentes sectores para buscar las soluciones.
—¿Y por eso dice que “nos va como nos va”?
—Exacto. Y nos va mal. Recién en estos últimos años empezamos a entender que… Los sindicatos representan a una parte de los ciudadanos, pero solo a una parte, no a todos. Cuidado, ¡no son malos! En ningún momento he dicho que los sindicatos sean malos. Son buenos. Pero tienen que ser bien aplicadas las herramientas para lograr algo bueno para nuestro país.
—Usted afirmó: “Les molesta que se hable de meter mano en la educación, que es su feudo”, porque “les importa más mantener su poder que educar bien a los chiquilines” y “prefieren a las corporaciones que no aceptan ningún cambio a hacer lo que hay que hacer para formar mejores ciudadanos”.
—No es un tema de feudos... Lo que pasa es que a veces desarrollan ciertas formas de trabajar en ciertos lugares, como la educación, la cultura... Pero la educación es de todos y la cultura es de todos. A mí me puede gustar más o menos el carnaval…
—Ahí se refiere al “feudo” sindical.
—Y, quizás, sí. Porque cuando hacen política partidaria dentro de los centros de estudio... Yo no necesito que los jóvenes uruguayos reciban política en las escuelas. Hay que hacer buenos planes de estudio y cuando los docentes se desvíen de las currículas tomar las medidas correspondientes. Hoy no se respeta la laicidad en ningún lado. Yo vivo en Ciudad de la Costa y tengo el Liceo 1 de Solymar, que realmente da lástima, por las pancartas, las pintadas, lo escrito adentro, el abandono de las instituciones.
—También es muy crítico con las políticas sociales que se han aplicado en estos últimos 15 años.
—Y voy a seguir siéndolo.
—Su mensaje a la izquierda fue: “Si te preocupa el hambre, enseñale a la gente que la comida sale de la tierra, no del Ministerio de Desarrollo Social”.
—Ese es un mensaje fuerte. Pero va dirigido a todos, porque hay mucha gente a la que se le da dinero, pero solo con dinero no solucionás las cosas.
—¿Plantea cortar esas ayudas?
—No, focalizarlas en quienes realmente las necesiten; por ahí va el tema del control del gasto. Dar una mano durante unos meses para que la gente no se sienta abandonada, sola. Porque otros orientales la están pasando mal y la van a pasar mal.
—¿Cree que el Instituto Nacional de Empleo y Formación Profesional (Inefop) ha sabido adaptarse a las condiciones del mercado laboral actual?
—Se tiene que evaluar y analizar si todos los cursos que realmente dio Inefop son los adecuados, los que necesita el país. No es posible que hoy se instale una empresa del tamaño de UMP 2 y que nos diga que ella misma tiene que capacitar gente. Se está evaluando y quizás nos llevemos alguna sorpresa sobre en qué se utilizaron los recursos de todos los ciudadanos y no se obtuvo los resultados.
- Recuadro de la entrevista
El desempleo “no es poco”, pero está “bastante bien”