Guardavidas reclaman al Ministerio de Trabajo más regulación y denuncian precariedad en infraestructura y condiciones laborales

escribe Milene Breito 
10 minutos Comentar

Cada verano, cuando las multitudes colman las playas, el rol de los guardavidas cobra mayor visibilidad y relevancia. Por eso, es un momento clave para plantear sus reclamos sobre una actividad poco regulada y con enormes disparidades en los distintos departamentos del país.

La característica “zafral” del trabajo es una de las principales dificultades, a lo que se suma la ausencia de un marco regulatorio para la actividad, según señalan desde la Mesa Nacional de Guardavidas. A eso agregan la falta de equipamiento, banderas para señalización o indumentaria en algunas zonas del país, y por eso insisten en la necesidad de unificar lineamientos a nivel nacional para evitar la multiplicidad de criterios que rigen en cada departamento.

A estos problemas se sumó la pandemia de Covid-19. El verano de 2022, que volvió a recibir una gran presencia de turistas nacionales y extranjeros, coincidió con un pico de contagios provocados por la variante ómicron que dificultó la prestación del servicio. El cumplimiento del protocolo del Ministerio de Salud Pública ante los casos positivos exigió al máximo al cuerpo de guardavidas para no cerrar ningún puesto por falta de personal.

En la Mesa Nacional de Guardavidas lo consideran un problema de “previsión”, porque las autoridades no tuvieron en cuenta cómo cubrirían las bajas por Covid para no interrumpir “un servicio esencial para garantizar la seguridad en las playas”. El servicio salió adelante “a costa de los propios guardavidas y no porque las intendencias entendieran que ahí hay un problema”, dijo Nicolás Chacón, representante de la Mesa, a Búsqueda.

“Un vacío legal”

En 2015 el entonces senador Pablo Mieres, hoy ministro de Trabajo, impulsó un proyecto de ley para establecer un marco regulatorio sobre la situación laboral y el desarrollo de la actividad de guardavidas. En el proyecto explicaba que buscaba “llenar un vacío legal” y dar más estabilidad laboral al sector.

En ese sentido proponía, entre otros aspectos, cambios en los períodos de contratación “para que no estén seis meses y vayan a cubrir temporada a otros países”, explicó Mieres a Búsqueda. Desde la mesa hicieron sugerencias al proyecto, pero la iniciativa no prosperó.

Según el ministro, el tema “no es fácil” de resolver, porque requiere acordar “las reglas de juego” entre los gobiernos departamentales. Sin embargo, Mieres aseguró que desde el ministerio prevé conversar con la Mesa de Guardavidas para trabajar en una reglamentación con miras a la próxima temporada.

Precisamente, Chacón atribuye las dificultades en las condiciones de trabajo a la falta de un marco regulatorio para la profesión. Hasta ahora, dijo, los guardavidas han logrado mejoras “a golpe de lucha, de parar y no bajar a la playa”.

El pasado domingo 16, por ejemplo, quienes prestan el servicio en Maldonado decidieron no presentarse en las playas luego de que el temporal derribara varias casetas. Según dijo a Telemundo el dirigente de la Asociación de Guardavidas de Maldonado (AGM), Nicolás Duprey, consideraron que no existían las “garantías” para trabajar. En un comunicado informaron sobre dos funcionarios que resultaron politraumatizados tras el derrumbe de una caseta y convocaron a un paro y a una asamblea. Según dijo Alejandro Bianchi, uno de los delegados de la AGM, a la diaria, las casetas de guardavidas no cumplen con las “condiciones de seguridad mínima”, algo que el sindicato ya había advertido previo al comienzo de la temporada. El intendente del departamento, Enrique Antía, les reprochó en conferencia de prensa la decisión de parar: “Cometieron un error tremendo”.

Las medidas de protesta han logrado mejoras en las condiciones de trabajo, pero no son una opción para todos los cuerpos de guardavidas, dijo Chacón. Solo los “grandes”, como Canelones, Maldonado y Rocha, pueden tomarlas. Brigadas de otros departamentos cuentan con apenas unos 20 funcionarios y “está muy difícil que les presten atención”. Por ejemplo, Treinta y Tres, Salto, Río Negro y Soriano cuentan con el servicio, pero se trata de cuerpos de guardavidas “más chicos” en los que “se juega mucho con la necesidad del funcionario de tener ese trabajo”, señaló. Las autoridades “saben que hay servicio, pero no en qué condiciones”.

En los lugares donde la posibilidad de presionar por mejoras es menor o inexistente, las condiciones empeoran. Por ejemplo, balnearios como Las Cañas no tienen la señalización de banderas ni indumentaria completa para los guardavidas. Estas situaciones a veces no se reclaman “por miedo de que no los contraten”, afirmó Chacón.

Por eso, desde la Mesa entienden que es el Ministerio de Trabajo el que tiene que “marcar la pauta” y ser “el actor que cerciore cuáles son y si se están cumpliendo las condiciones para desarrollar este trabajo en todo el país”.

Montevideo como ejemplo

Cuando los cuerpos de guardavidas “más estables y con buena paga” realizan un llamado, se amplía el problema de personal, explicó Chacón. Es que los guardavidas de “puestos más chicos y precarios” acuden para conseguir mejoras a nivel contractual y salarial. “Florida se está quedando sin guardavidas con esto. El Covid incide pero no es la única razón de las vacantes, que ya no pueden cubrirse a esta altura de la temporada”, dijo. “Siempre hemos mirado a Montevideo como un ejemplo a seguir”.

Montevideo tiene el servicio de guardavidas más antiguo del país, con un staff de 204 personas distribuidas en 32 puestos a lo largo de 19 playas, desde Punta Espinillo a Carrasco. La superioridad del servicio no solo responde al nivel de infraestructura y cobertura, sino al aspecto contractual. Montevideo y Canelones son los únicos departamentos con contratos y aportes anuales.

Alrededor de 20 guardavidas no asisten hoy al trabajo por covid positivo o cuarentena preventiva en Montevideo. Esos puestos son cubiertos por guardavidas zafrales y, ante una eventualidad, el encargado de playa pasa a ocupar también el puesto de guardavida operativo. Esto puede darse gracias a que Montevideo cuenta con una carrera funcional. Según Carlos Carril, coordinador del servicio de Montevideo, “es un modelo para replicar en el interior”.

El servicio en el resto del país trabaja en modalidad zafral. Los guardavidas realizan otras actividades, como entrenamientos y charlas en escuelas, “para poder completar el año”, explicó Chacón.

También señaló otro aspecto que no está regulado y que afecta a los guardavidas: la edad y los aportes jubilatorios. Una persona con más de 40 años de trabajo y alrededor de 60 de edad “sigue en playa trabajando porque necesita seguir trabajando”, dijo. Los aportes jubilatorios corresponden a tres o seis meses de trabajo zafral por año, es decir que llegan a la edad jubilatoria sin los años de aportes necesarios.

Parte de la solución a este problema sería instaurar la carrera funcional de guardavidas en todos los departamentos. E incorporar la posibilidad de que existan concursos para desempeñar otras funciones, como oficial de playa o coordinador de zona. La carrera funcional también resolvería situaciones en las que el personal guardavida resulte lesionado en acción y no pueda volver al rol estricto de playa, dijo Chacón. La Mesa reclama una estructura con “cargos presupuestados” y llamados a concursos de oposición y méritos, que valoren la antigüedad y la formación individual.

Otra falta que señalan es la regulación en las piscinas. Carril expresó preocupación por el ahogamiento en niños, principal causa de muerte entre 0 y 5 años, y la segunda en adolescentes. En clubes deportivos privados y plazas públicas la Intendencia de Montevideo fiscaliza la presencia de guardavidas titulados por el Instituto Superior de Educación Física (ISEF). Pero eso no ocurre en el interior, aseguraron Carril y Chacón. “Tenemos que apostar a tener todo bajo un mismo criterio”, dijo el coordinador del servicio de Montevideo.

En el interior “lo hacemos a conciencia”, contó Chacón. Cada cuerpo de guardavidas controla que toda piscina abierta cuente con personal en funciones.

En el mes de diciembre, un niño se ahogó en una piscina en el balneario Biarritz, Canelones. Chacón lamentó que había una casilla de guardavida casi al lado, pero la familia no lo sabía. Eran argentinos y llamaron al 911. Según contó, ese servicio no tiene en cuenta a los guardavidas: “No puede ser que el 911 no nos tenga como referencia si lo que tenemos ahí es un desfibrilador y es justo lo que se necesita”, reprochó.

Desde el Centro de Comando Unificado del Ministerio del Interior explicaron a Búsqueda que si una llamada al 911 corresponde a la playa —que no es jurisdicción policial—, el protocolo indica que se de comunicación inmediata a Prefectura Central, que deriva a Prefectura del departamento correspondiente y esta a su vez contacta al guardavidas en la playa. Pero, como la comunicación no es directa, el tiempo que transcurre es mayor y, en estos casos, determinante.

Colonia sin guardavidas

“La gente tiene que bañarse en lugares que cuenten con puesto de guardavidas”, subrayó Carril, y citó la máxima del servicio: playa con guardavidas, playa habilitada. Sin embargo, las intendencias departamentales crean espacios turísticos en lugares que no cuentan con el servicio, cuestionó Chacón. “No hay forma de que entiendan que abrir nuevos accesos tiene que contemplar también agregar un puesto de guardavidas”, dijo.

Tampoco está establecido formalmente qué significa habilitar una playa para baño. El departamento de Colonia, por ejemplo, alcanza a ocuparse al 100% en temporada y no cuenta con servicio guardavidas. Son alrededor de 50 playas habilitadas. “La decisión es política”, aseguró Chacón, y se mantiene desde hace varios años.

El actual intendente, Carlos Moreira, justifica la ausencia de guardavidas debido al bajo número de ahogamientos en Colonia, dijo la edila colorada Malvina Saret. Pero “no hay una cifra concreta (de ahogamientos) en el departamento”, afirmó, por lo que el fenómeno debería medirse mejor para evaluarlo. Moreira no respondió a la consulta de Búsqueda.

Chacón explicó que muchas veces el accidentado figura para las estadísticas como una muerte por paro cardiorespiratorio y no se aclara que se trató de un ahogamiento.

El capitán Marcelo Adamoli, prefecto del departamento, explicó que si bien “hay mucho movimiento”, se trata de un entorno “más familiar y tranquilo” (que el Este) y “sin mayores riesgos” que lo que “está dentro de lo previsible”.

“Explicale eso a las familias que sí se ahogan”, replicó Chacón, en referencia al joven de 30 años que se ahogó en la playa de El Calabrés la semana pasada.

Si bien no hay servicio de guardavidas, el Estado asigna materiales y personal a Prefectura de Colonia para la función. Sin embargo, Adamoli reconoció que “es imposible” tener personal y medios empleados en toda la faja costera, playas, y zona de bañistas alistado las 24 horas. Además, dijo que para ser guardavida “se requiere tener determinadas aptitudes” y “nosotros somos militares”.

El capitán aseguró que están preparados para todo tipo de emergencia. Pero “indudablemente tendríamos que quintuplicar los medios marítimos como personales para poder tener una efectividad total”. Algunas veces Prefectura tiene equipamiento cercano a un llamado, pero otras pueden encontrarse a 10 o 15 minutos de demora, dijo.

El lunes 31 Saret presentará nuevamente un proyecto para la creación de un cuerpo de guardavidas en Colonia, que ya había acercado a la Junta Departamental sin éxito porque el tema “generaba un costo” y el servicio “no está presupuestado”. Para la edila, es necesaria una ampliación de presupuesto que contemple esta propuesta porque “sí ocurren tragedias”.

Secciones
2022-01-19T15:47:00