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    Juicios millonarios permiten acceder a información sobre el patrimonio de la esposa de Sartori, datos que le exige la Jutep

    Ekaterina Rybolovleva y empresas de su familia encabezan una demanda por ser víctimas de una presunta estafa de US$ 1.000 millones en la compra de obras de arte

    La familia política de Juan Sartori parece tener por estos días frentes judiciales más importantes que un conflicto con la Junta de Transparencia y Ética Pública (Jutep) uruguaya. Dimitry Rybolovlev y su hija Ekaterina están en medio de una batalla legal multimillonaria porque se consideran víctimas de una estafa en la que participaba su principal asesor en la compra de obras de arte y la multinacional dedicada a la compraventa de bienes de lujo Sotheby’s.

    Los Rybolovlev consiguieron una victoria en un juzgado de Ginebra, Suiza, cuando a fines de julio un tribunal de apelaciones reabrió su denuncia por estafa en esa jurisdicción. Días más tarde, desde algún lugar de Europa, Sartori tuiteó que iba a presentar un recurso de inconstitucionalidad contra el artículo de la denominada “ley cristal” que exige a los jerarcas públicos a presentar las declaraciones juradas de sus cónyuges ante la Jutep.

    Una declaración jurada de Rybolovleva sería una ventana al patrimonio de una de las familias más ricas del mundo, ya que varios de sus bienes y activos son propiedad de fideicomisos que tienen a la esposa del senador como uno de sus beneficiarios finales, según surge de documentos analizados por Búsqueda y que forman parte de varios expedientes judiciales en Estados Unidos.

    Juan Sartori y Ekaterina Rybolovleva. Foto: @ekaterinasartori

    El problema

    Antes de asumir en el Senado en febrero del 2020, Sartori recurrió a diversos asesoramientos para completar su declaración jurada. Uno de los puntos que fue objeto de análisis, según reconstruyó Búsqueda, era el hecho de que su principal holding está domiciliado en las Islas Vírgenes Británicas (BVI, por sus siglas en inglés).

    Tras los Panama Papers, el Parlamento uruguayo aprobó cambios a la normativa para prohibir a los jerarcas públicos a tener relación con sociedades anónimas domiciliadas en jurisdicciones de baja tributación, conocidos como “paraísos fiscales”.

    Como BVI no está en la lista de paraísos fiscales, ese tema no implicaba mayores problemas para Sartori. Su declaración menciona a Union Group, bajo la cual está la mayor parte de su patrimonio (superior a los US$ 100 millones), aunque sin detalles. Tampoco incluyó otros ingresos más allá de su sueldo como senador.

    El problema del senador y exprecandidato a presidente con la Jutep surgió porque no incluyó la información de su esposa, con quien tiene separación de bienes.

    Pese a las intimaciones de la Junta Anticorrupción, Sartori decidió no dar la información y presentar un recurso de inconstitucionalidad contra el artículo 12 de la Ley 17.060 que obliga a legisladores y diversos jerarcas de la administración pública a presentar una declaración jurada de sus bienes y de sus cónyuges. El senador distribuyó dos informes de constitucionalistas que contrató y que respaldan su posición.

    Ante las críticas de legisladores frenteamplistas por su omisión, varios senadores blancos respaldaron a Sartori. “Los informes presentados a la Jutep son contundentes”, dijo a Montevideo Portal la vicepresidenta Beatriz Argimón.

    Ekaterina Rybolovleva junto a su padre, Dmitri Rybolovlev, en un partido del Mónaco. Foto: AFP

    Los juicios

    Ekaterina Sartori Rybolovleva no era una experta en arte. Tampoco tenía demasiado interés en el tema cuando su padre estaba construyendo su colección de obras maestras, según declaró por videoconferencia en julio del 2021, y con su nombre de casada, en el marco del juicio que se desarrolla en el Juzgado del Distrito Sur de Nueva York.

    Y sin embargo, comenzó a colaborar con su padre. “Estamos construyendo una colección, principalmente impresionista, si estoy usando el término correcto, de obras maestras” que “definitivamente no pierdan valor, y las estamos intentando comprar a un buen precio”, le escribió en un correo a un empleado de Sotheby’s.

    Rybolovleva quedó en el centro de los litigios que sus offshore iniciaron en varios países contra Yves Bouvier, el asesor y representante en la compra de obras, su supuesta socia Tania Rappo y Sotheby’s.

    La denuncia, presentada primero en el principado de Mónaco pero con ramificaciones en Estados Unidos, Suiza y Singapur, sostiene que los Rybolovlev fueron estafados entre 2003 y 2014, período en el que compraron un total de 38 obras de arte de primer nivel por un total cercano a los US$ 2.000 millones. El catálogo de obras y artistas involucrados sería la envidia de cualquier museo o coleccionista privado: un Da Vinci (Christ as Salvator Mundi), un Gustav Klimt (Wasserschlangen II), varios Picasso (entre ellos Les noces de Pierrette, Mousquetaire à la pipe, La soeur de l’artiste), un Van Gogh (Paysage avec un olivier), varios Modigliani  (como Nu Couché au Coussin Bleu, Jeune fille blonde en buste y Madame Hébuterne aux épaules nues), también hay obras de Degas, Rodin, Magritte, Giacometti, Matisse, Renoir, Gauguin, Tolouse-Lautrec y el Greco.

    La presunta maniobra fraudulenta implicaba que el consejero de Rybolovlev negociaba con los vendedores de las obras por un precio menor al que luego les transmitía a la familia del multimillonario ruso. Bouvier se embolsaba la diferencia.

    Bouvier negoció la compra de Salvator Mundi. De acuerdo con la denuncia, el consejero acordó en marzo del 2013 con los vendedores un precio de US$ 83 millones, pero eso no fue lo que les dijo a los Rybolovlev. En el siguiente abril, Bouvier les envió correos electrónicos a sus clientes en los que describía negociaciones muy duras. Les dijo que una oferta inicial en su nombre de US$ 100 millones había sido “rechazada sin un momento de hesitación”. Y anunció que pelearía todo lo que fuera necesario para bajar esas pretensiones.

    Bouvier informó como un triunfo que había acordado un precio de US$ 127,5 millones, un logro “terriblemente difícil, pero es un muy buen negocio respecto de esta obra maestra única de Leonardo”. Los denunciantes sostienen que se quedó con la diferencia y con el fee del 2% que recibía por cada transacción concretada.

    Los rusos sostienen en sus denuncias que la diferencia entre lo que pagaron por las 38 piezas —unos US$ 2.000 millones— y lo que realmente valían rondaría los US$ 1.000 millones.

    El cuadro Salvator Mundi, de Leonardo da Vinci. Foto: AFP

    La acusación apunta a otros dos cómplices. Una es la multinacional Sotheby’s, la cual, dice el documento presentado en Estados Unidos, le daba a Bouvier “materiales escritos diseñados para inducir a los denunciantes a pagar precios inflados y fraudulentos”. Y después de la transacción daba “un manto de legitimidad y expertise a esos precios fraudulentos, proveyendo a Bouvier con elogios inflados a demanda”.

    La tercera presunta involucrada en la maniobra era Tania Rappo, madrina de Anna, la hija menor de Rybolovlev, y la persona que contactó a Bouvier con la familia. Rappo habría recibido del principal acusado más de US$ 100 millones a lo largo de los años por su colaboración en la estratagema.

    Los denunciantes en Nueva York son dos sociedades anónimas domiciliadas en BVI llamadas Accent Delight International y Xintrans Finance.

    El dueño de ambas compañías “es un trust (fideicomiso) establecido por y para beneficio de los miembros de la familia Rybolovlev”, describe la demanda presentada en 2018.

    Cuando tuvo que declarar en Mónaco, en 2015, Rybolovlev explicó que entre 2003 y 2005 Xintrans, en la cual era accionista, fue el vehículo para comprar las obras. Pero en 2005 esa offshore pasó a ser propiedad de un fideicomiso con sede en Chipre, del cual era uno de los beneficiarios. Desde el 2010, “las pinturas eran compradas por Accent, propiedad de Domus Trust de (Chipre), del cual mi hija Ekaterina Rybolovleva es la beneficiaria”, dijo Dimitry Rybolovlev en su declaración.

    Un documento presentado en 2019 ante la Justicia de Estados Unidos indica que Accent y Xintrans “son propiedad de Boston Trustees Limited, también de Chipre, en su calidad de fideicomisario de Domus Trust”.

    Bouvier, Rappo y Sotheby’s han rechazado las acusaciones en todas las instancias judiciales.

    La causa en Estados Unidos sigue abierta y desde comienzos de mes otra vez también en Ginebra. Un tribunal de apelaciones suizo dio la razón a los abogados de Rybolovlev, quienes habían pedido la reapertura de la investigación cerrada un año antes.

    En Mónaco, en cambio, el juicio concluyó por completo después de que la Suprema Corte local determinara que la investigación sobre Bouvier, iniciada tras la demanda de Rybolovlev, había sido conducida de manera injusta y parcial.

    En declaraciones al medio internacional Organized Crime and Corruption Reporting Project (Occrp), Bouvier dijo el 2 de agosto que el ataque legal de Rybolovlev “no tiene nada que ver con la venta de arte”. Por el contrario, sostuvo, responde a que estaba en medio de un pleito por el divorcio con su esposa y quería “depreciar” el valor de su colección. Además, argumentó que lo quiere castigar porque no lo quiso ayudar en corromper a jueces suizos que manejaban el caso de su divorcio y también que le quiere “robar” su negocio en el aeropuerto de Singapur.

    Isla Skorpios

    Las propiedades

    Cuatro dormitorios, cuatro baños. Una terraza con jardín. Un penthouse de 626 metros cuadrados, un piso entero, a metros de Central Park. Cuando un fideicomiso a nombre de Ekaterina Rybolovlev, entonces de 22 años, compró el apartamento por US$ 88 millones en febrero del 2012, la noticia causó furor. Era el precio más caro pagado hasta el momento por un apartamento en Manhattan.

    “La señorita Rybolovleva está estudiando en una universidad de Estados Unidos. Planea quedarse en el apartamento cuando visite Nueva York”, declaró la familia en un comunicado posterior a la difusión de la información.

    La compra también abrió un flanco legal. Elena Rybolovleva había iniciado en Suiza el proceso de divorcio del magnate ruso en 2008, donde reclamaba buena parte de la fortuna. Un mes después de la compra, le pidió a la Justicia de Nueva York que impidiera a su exesposo que hiciera negocios con esa propiedad hasta que se resolviera el divorcio en Ginebra, donde había una orden sobre Rybolovlev, quien también es dueño del club de fútbol Mónaco, que le impedía modificar su patrimonio.

    La demandante aseguró que su todavía esposo usaba un esquema de fideicomisos para comprar propiedades con el dinero que obtuvo de la venta de dos empresas de fertilizante que tenía en Rusia, lo que le reportó “varios miles de millones” de dólares. Ese dinero también fue a parar a fideicomisos domiciliados en Chipre.

    En otro escrito presentado tiempo después en otro juzgado, acusó a Rybolovlev de usar a su hija Ekaterina como testaferro para ubicar sus activos “más allá del alcance” de sus reclamos. La lista de bienes era amplia e incluía, entre otras, una mansión en Florida (adquirida por US$ 95 millones a Donald Trump), una propiedad en Hawái (unos US$ 20 millones) y dos islas griegas (más de US$ 150 millones).

    El magnate ruso siempre negó que las estructuras de fideicomisos y sociedades offshore que tenían a sus hijas como beneficiarias fueran parte de una estrategia para esquivar las decisiones judiciales suizas o esconder dinero a su pareja.

    En una entrevista con Paris Match, en 2013, lamentó que Elena Rybolovleva siguiera esa estrategia. “La ironía es que hoy mi esposa está atacando a nuestras hijas, que se tienen que defender de su madre en numerosos procesos legales”, declaró el empresario.

    La pareja firmó la paz en octubre del 2015. Anunciaron en conjunto que dejaban atrás los litigios y daban por cerrado el proceso de divorcio, aunque no dieron detalles del acuerdo extrajudicial.

    Varias propiedades parecen haber quedado en manos de los fideicomisos familiares. Ekaterina Rybolovleva se casó en Skorpios, una de sus islas, con el empresario uruguayo Juan Sartori. La familia Rybolovlev acordó en diciembre del 2021 con el gobierno griego desarrollar un proyecto millonario en la isla, que implicaría abrir la isla al turismo de alto poder adquisitivo.

    La familia también mantiene la propiedad en Nueva York. Como CEO de un holding de empresas, entre otras la agropecuaria Union Agriculture Group, Sartori recibió a personas vinculadas con sus negocios en el penthouse, según supo Búsqueda.