La disposición de la población a vacunarse va a “condicionar el resultado de la pandemia”, advierte experta del GACH

escribe Florencia Pujadas 
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El martes 6 de enero fue la primera vez que Mónica Pujadas ingresó al Parlamento. La pediatra y epidemióloga asistió a la Comisión de Salud del Senado junto al prosecretario de Presidencia, Álvaro Delgado, y el ministro de Salud Pública, Daniel Salinas. La reunión había sido pedida por el Frente Amplio para que el gobierno diera explicaciones sobre cuál era su plan de vacunación, qué vacunas compraría y cuándo llegarían al país. Antes de que en la comisión se desatara una discusión política, ella fue la voz científica que relató lo hecho en cinco meses de trabajo.

Su presentación fue el resultado del análisis de un grupo que se formó en agosto con expertos en inmunidad del Ministerio de Salud Pública, referentes en química, desarrollo tecnológico e inmunología de la Universidad de la República y el Grupo Asesor Científico Honorario (GACH). Pujadas integra este último equipo. Todos prevén que aún faltan meses de análisis para saber cómo impactarán las vacunas en la población uruguaya.

Cuatro días después de que el presidente Luis Lacalle Pou anunciara la firma de un acuerdo con el laboratorio estadounidense Pfizer-BioNTech y la farmacéutica china Sinovac para la compra de 3,75 millones de vacunas contra el Covid-19, Pujadas dijo a Búsqueda que la “tardanza” (cuestionada por dirigentes del Frente Amplio) no significará un “retraso” en la lucha contra la pandemia ni afectará la futura inmunización.

La preocupación de los científicos, dijo, está en la cantidad de uruguayos dispuestos a vacunarse. “La disposición de la gente a vacunarse va a condicionar el resultado de la pandemia”, señaló. Según una encuesta de la Usina de Percepción Ciudadana, difundida por la diaria, el 44% de los uruguayos no se vacunaría.

Pujadas aseguró que las dos vacunas (Pfizer y Sinovac) son “seguras” y “efectivas” y que sus posibles efectos adversos son menores al riesgo de contraer Covid. “Nosotros nos damos la vacuna contra el tétano y nadie sabe de qué laboratorio es. Sin embargo, con las del Covid la gente opina si se la da o no”, dijo. “Es importante confiar en las autoridades sanitarias”.

—Junto a un equipo interdisciplinario, usted analizó 13 vacunas candidatas para la población uruguaya. ¿Qué piensa de las dos que, hasta el momento, fueron elegidas por el gobierno?

—Son buenas y seguras. Es importante tener en cuenta que al análisis de las vacunas se suma las que efectivamente se puedan conseguir. Es un mecanismo complejo y no es tan fácil decir “traigo tal vacuna porque es la mejor”. Además, no hay una vacuna mejor que otra. A mí me gusta repetir las palabras de un investigador e infectólogo panameño Xavier Sáez-Llorens: La mejor vacuna es la que se le puede poner a la población. Es la que podemos traer, que cumple con la eficacia y que nos asegura manejar mejor la pandemia. En nuestro trabajo en la comisión ad hoc mixta analizamos las características, las ventajas y desventajas. Nos centramos en las que estaban más avanzadas, las del mecanismo Covax y las que el gobierno nos decía que estaba avanzando con las negociaciones. Nos centramos en publicaciones de revistas arbitradas, pero también en prensa calificada. Esta información es la que vierten los mismos laboratorios.

—Es atípico que la información provenga directo de los laboratorios, ¿verdad?

—Sí, totalmente. Pero no significa que no sea buena información. A ese rompecabezas tuvimos que agregar información específica de los laboratorios con los que el gobierno nos manifestaba que estaba hablando. Las vacunas también fueron autorizaciones de emergencia: su desarrollo fue acelerado, pero no se saltearon fases. Es bien estricto el control. Y fue posible porque la vacunología se ha desarrollado mucho y porque, al ser una vacuna pandémica, hubo más acceso a la financiación, a voluntarios que se ofrecieron para ensayos clínicos. Muchas están hechas en base a vacunas inactivadas cuya seguridad ya conocemos o de vectores virales (como el ébola) que ya se conocían. Salvo las vacunas de ARN, que son las más novedosas, las otras tienen una receta conocida.

Foto: AFP.

—El gobierno fue criticado por la oposición por demorar en informar su plan de vacunación y en cerrar acuerdos para comprar vacunas, mientras la región recibía sus primeras dosis. ¿Cree que ese retraso es significativo? ¿Afectará la posibilidad de alcanzar más rápido la inmunización?

—Para nada. De hecho, no es bueno comparar que otro país la tiene y Uruguay no. No son iguales las dinámicas, ni el momento que atraviesa uno u otro. Uruguay tiene su dinámica de la epidemia, las gestiones y la negociación y se logró a un ritmo que para el país es muy bueno. Va a haber vacunas en breve con estas dos en principio. El transcurso ha sido el habitual para una epidemia que recordemos que en Uruguay empezó el 13 de marzo y que realmente es inédito para el mundo que se hayan podido desarrollar en esos pasos, y nuestro país lo hizo de la mejor manera posible. Nosotros tenemos un muy buen sistema de vacunación con calidad. Hay gente que viene trabajando hace muchos meses en pos de lograr que la población se vacune. En estos momentos estoy convencida de que tenemos que cerrar filas entre todos para informar adecuadamente y que la gente se adhiera.

—Las autoridades anunciaron la compra de dos vacunas: la Pfizer, que actúa a nivel del ARN, y la de Sinovac, que trabaja con un virus inactivado. ¿Qué las caracteriza?

—La de Pfizer tiene la particularidad de que desencadena la producción de la proteína de la espiga, que le permite al organismo generar anticuerpos. El material genético se recubre con una capa lipídica, se inyecta y se produce esa respuesta. Se vienen dando muy buenos resultados en la eficacia de los ensayos clínicos y en la efectividad.

—¿Cuál es la diferencia entre eficacia y efectividad?

—Aunque parezca un juego de palabras, la diferencia es que la eficacia es la que se obtiene en la fase de desarrollo en los ensayos clínicos. La efectividad es el resultado que aparece cuando se aplica a un nivel masivo en la población. Ahí se incluyen todas las variables que pueden incidir, como la operativa de la conservación de la cadena de frío, cómo se da la vacuna y la inmunidad de cada persona.

—¿Y la de Sinovac?

—La Sinovac es una plataforma inactiva, como la de la polio que se da en Uruguay o la de la hepatitis A. Da muy pocos efectos adversos.

—En las últimas semanas se comparó la efectividad de ambas vacunas. Hay quienes han mostrado una mayor desconfianza hacia la Sinovac porque su eficacia ronda el 50%. ¿Se pueden comparar?

—No, no es posible. Las vacunas son de diferentes plataformas y miden distinto sus resultados. Cuando se habla de que la eficacia de Sinovac es del 50,3%, hay que tener en cuenta que son resultados que se mostraron en Brasil. En Turquía, por ejemplo, la misma vacuna tuvo 91% de eficacia por la manera en cómo incluyeron los casos que medían. El porcentaje siempre depende de qué queremos de la vacuna. Incluso en Brasil, la eficacia para evitar muertes llegó cerca del 99%. Por eso es importante analizarlo como un todo.

—¿Será necesario medir paso a paso cómo reacciona la población uruguaya a las vacunas?

—Claro, van a seguir saliendo resultados y hay que mirarlos muy de cerca. El análisis que hicimos nos da la garantía de que son seguras y eficaces. Son confiables. Es importante que la población lo entienda. Se van a dar diferentes vacunas a distintos grupos objetivos, pero en Uruguay ya tenemos esa experiencia. Tenemos más de un tipo de vacunas para un patógeno y no es lo mismo, por ejemplo, la que se le puede dar a una embarazada o a un bebé. Cambia según el perfil del paciente. Lo que nunca había pasado, y eso tiene sus pros y sus contras, es que todas las personas estuvieran tan pendientes de la información. Nosotros nos damos la vacuna contra el tétano y nadie sabe de qué laboratorio es. Sin embargo, con las del Covid la gente opina si se la da o no. Por un lado es bueno porque puede abrir un camino para que conozcan más qué tipo de vacunas nos damos. Pero también es importante no perder la confianza en la autoridad sanitaria y los equipos de científicos que trabajan en estos temas.

—¿La sobreexposición a la información influyó en desconfianza que siente la gente? Una encuesta de la Usina de Percepción Ciudadana indicó que 44% de la población no estaría dispuesta a vacunarse.

—Es un fenómeno mundial. También, y eso es importante, Uruguay tuvo la ventaja de mirar la experiencia en otros países y de no transcurrir las olas de la pandemia. Es paradójico: nos detenemos en mirar cuántos casos y muertes hay por día, pero no se acompaña con el deseo de vacunarse ya. Necesariamente tenemos que informarnos y comunicar mucho más aspectos de salud pública. A veces nos perdemos en el dato puro y duro de un porcentaje de eficacia, pero no hay que perder de vista que las vacunas históricamente han logrado impacto. Cuando se logra un desarrollo tan bueno en poco tiempo, es una muy buena noticia. Al mismo tiempo, la vacuna va a funcionar si la gente se la da y si se logran coberturas adecuadas en la población. Por muy buenas que sean, si no llegan al brazo de la persona no van a ser eficaces. Es fundamental entender eso y saber que es una medida más de control. Va a ser necesario mantener por mucho tiempo el uso de tapabocas y la distancia física.

—¿Hay estimaciones de qué porcentaje de la población debería de vacunarse para conseguir la inmunización local?

—Esa es una de las interrogantes que no se ha podido responder a nivel mundial. Se estima que el mínimo sería del 50%, pero, ojo, estamos hablando de la población objetiva que no es toda la población. Hasta el momento, por ejemplo, los menores de 16 años no están incluidos en la campaña de vacunación por varias razones. Primero porque no son las que más se enferman y segundo porque no hay vacunas aprobadas para menores de esas edades. Por otro lado, y dentro de los grupos objetivos, hay que considerar los criterios de riesgo. Una cosa es la persona que puede tener una enfermedad grave, como los mayores de 65 años; otra es el riesgo de exposición, que ahí está incluido el personal de la salud, los maestros, los transportistas o los periodistas. Hay diferentes criterios y en base a eso se establecieron las recomendaciones.

—En ese sentido, ¿las dos vacunas son complementarias para lograr la inmunidad?

—Eso puede variar según lo que se vaya midiendo en las fases clínicas. En principio, Sinovac tiene una aprobación de  hasta los 60 años, pero prontamente van a comunicar qué ocurre con los mayores. Cuando sale una recomendación de a quién se podría vacunar, es porque es lo que tienen bien medido, no porque no vaya a servir con otros grupos. Eso pasó con Sputnik V, que al principio no estaba aprobada para mayores de 60 años y después sí.

—Si bien las vacunas serán gratuitas, ¿le preocupa que la población no se la quiera dar?

—Es preocupante, sí, pero confiamos en que la población se informe bien y vaya entendiendo. No estamos ante vacunas de mala calidad. Estamos todos cansados de la epidemia, queremos volver a la normalidad y esta es una medida más para que ocurra en menos tiempo.

Foto: Javier Calvelo / adhocFOTOS

—Se anunció que la campaña de vacunación será rápida y que, por ejemplo, el personal médico se vacunará en una semana. Ahora, ¿se puede pronosticar cuándo serán visibles los resultados?

—No lo sabemos aún. Lo que sí se puede asegurar es cómo se tiene que medir el camino. Eso también lo está planificando el Ministerio de Salud Pública con la vigilancia. Va a depender de cuándo llegan, del desarrollo de la campaña de vacunación y la respuesta de la gente. Si por más que se planifique, la gente no se la da, no se verán rápido. La disposición de la gente a vacunarse va a condicionar el resultado de la pandemia. En Israel, por ejemplo, se están midiendo resultados a una semana de las dos dosis. Es mucho más riesgoso tener un efecto grave por Covid que por la vacuna. Cuanto mejor sea nuestro nivel epidemiológico, con las medidas que ya conocemos, más rápido va a ser la inmunización.

—¿Las personas que tuvieron Covid podrán vacunarse?

—En principio sí. Dentro de las interrogantes que tenemos es la duración de la inmunidad. Sí se ha visto que las personas que han tenido la enfermedad asintomática tienen un nivel de protección menor al que genera la vacuna. Si están dentro de los grupos objetivos, es importante que se vacunen igual.

—En los próximos años, ¿el Covid será como la gripe?

—Vamos a tener que aprender a convivir con el Covid. Hay probabilidades de que sea como la gripe, cuya vacuna nos tenemos que dar todos los años. Esa es una posibilidad. La vacuna de la gripe tiene una eficacia del 50% y está destinada a evitar los casos graves. Y ese concepto se puede aplicar al Covid. En el peor escenario, puede actuar así e igual serviría.

—En el mundo están apareciendo nuevas cepas del Covid, como la inglesa y la brasileña. ¿En Uruguay se detectó la cepa del país vecino?

—En Uruguay no se ha detectado que haya casos por la cepa de Brasil, pero hay que reforzar la vigilancia en la frontera por esa posibilidad. Hay alta probabilidad de que sí nos ingrese. Hasta el momento las vacunas de ARN, por ejemplo, estarían cumpliendo con la cepa de Inglaterra y  la de Brasil.

—¿Por qué aparecen nuevas cepas?¿Son mutaciones?

—Siempre estamos en una especie de carrera con los microorganismos. Si de alguna manera se los trata de eliminar o sacar de circulación, como manera de defenderse, ellos buscan la forma de sobrevivir. Ahí aparecen mutaciones, que pueden ser de diferentes sitios y dimensiones. Así pasa con el virus de la gripe. El hombre convive con epidemias y pandemia, pero también es cierto que vamos aprendiendo cómo establecer el control y actuar. Es importante tener más consciencia de la relevancia de la vacunación. Lo que estamos viendo con el Covid es la eterna lucha entre la microbiología y la raza humana.

Información Nacional
2021-01-27T20:37:00