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    La vacunalunalunalú

    No es broma

    Los que alguna vez disfrutamos, con hijos y/o nietos, de las canciones de María Elena Walsh, sin duda que recordamos al brujito de Gulubú.

    En Gulubú había muchos males (la vaca no sabía decir ni “mu”, los niños se olvidaban de la lección o se contagiaban de sarampión) todo por culpa del brujito, que los tenía a todos embrujados.

    Y, proseguía la canción, contándonos que entonces llegó el doctor, manejando un cuatrimotor, y ¿saben lo que pasó? ¿no? ¡Todas las brujerías del brujito de Gulubú, se curaron con la vacú, con la vacunalunalunalú!

    Bueno.

    En Guluburuguay no hay muchos males. Hay uno, gigante, maldito, incómodo.

    Y todos estamos esperando al doctor, que venga con su cuatrimotor y nos cure con la vacunalunalunalú.

    Pero mientras esto ocurre, en Guluburuguay hay mucha confusión.

    Por ejemplo, no toda la población ha entendido lo que quiere decir pandemia.

    Para la ciencia, cuando un brote epidémico afecta regiones geográficas extensas, como varios continentes, se trata de una pandemia.

    Para muchos guluburuguayos, la pandemia es como la alegría: va por barrios. Afecta a los adultos mayores, preferentemente votantes de la coalición multicolor. Si vos sos joven, sin importar mucho a quién votaste, o si sos fan de Irma Leites, socio del colectivo Ovejas Afrodescendientes, amigo del Dr. Salle o de Constanza Moreira, veraneante en Punta del Este o en Punta del Diablo, sos inmortal. Podés salir a manifestar, sin tapabocas por donde se te cante, por la diversidad, contra la LUC, por el plebiscito, podés pedir que cuarentenen a los senadores de Cabildo Abierto, irte a tomar una birra a la puesta del sol en la Balconada, compartiendo la Corona (no virus) con tu pareja, o irte a tomar mate en Valizas con los compañeros del taller artesanal.

    Mientras todo este desconcierto sobrevuela el territorio de Guluburuguay, los que piden la vacuna tampoco la tienen muy clara.

    La Comisión de Salud Pública del Parlamento convocó hace unos días a los representantes del gobierno, para que dieran explicaciones sobre el tema.

    Asistieron como invitados el ministro de Salud Pública, Daniel Shangrilá, y el secretario de la Presidencia, Álvaro Gordito.

    Se sometieron con paciencia y sapiencia a un hábil interrogatorio que, si la policía se lo hubiera aplicado a Rocco Morabito, no habría sido necesario encarcelarlo para que después se fugara. Se habría muerto allí mismo de angustia oral y de estrés auditivo.

    Pero el ministro y el secretario explicaron todo. Lo que se había hecho y lo que falta por hacer, que si no se hizo, es porque todavía no se pudo, pero se va a hacer, cómo no.

    Terminadas las explicaciones, surgieron dos personajes que le habrían encantado a María Elena Walsh para ponerlos de protagonistas en alguna de sus canciones: el senador Daniel Molester y la senadora Sandra Bolazo.

    En una conferencia de prensa ulterior, le echaron flit a todas las sensatas explicaciones de las autoridades, manejaron sus propias reflexiones y conclusiones: hay improvisación y retraso en la gestión de la política sanitaria, los gastos para combatir la pandemia son insuficientes, y, por supuesto, el inevitable latiguillo: ¿dónde está la renta básica?

    ¿En qué hubo improvisación? ¿cuál es el retraso, y en qué caso? ¿cuánto más habría que gastar? ¿no se puede considerar que los subsidios a los sectores más afectados son de hecho una renta básica? —preguntaron los periodistas asistentes a la conferencia.

    Si copiara aquí textualmente las respuestas que dieron en esa ocasión estos dos distinguidos legisladores, me estaría haciendo la competencia a mí mismo en medio de una columna de humor.

    Pero no se inquieten. Como los versos no les salieron demasiado claros, este inefable dúo está preparando una ofensiva para los próximos días.

    En cualquier momento el gobierno va a anunciar que se eligió la vacuna que vendrá a inocularnos a los guluburuguayos, y dará detalles del fabricante. Y a renglón seguido explicitará el plan de vacunación, que Molester y Bolazo dijeron que no existía, pero al cual solo le falta la fecha de inicio, y dirán cuál es la secuencia de los grupos a los que se aplicará.

    El dúo dinámico dirá que ese laboratorio no es totalmente confiable, porque aunque sea el de la vacuna que le dieron al Papa, a la reina de Inglaterra, a Putin y a Biden, a Cavani y a María Noel Riccetto, hay uno de los miembros del directorio que fue investigado en la década de los 70 del siglo pasado por un supuesto caso de corrupción en la compra de una parte del paquete accionario de la empresa. Hay que investigar bien antes de comprometerse con un laboratorio. Y no improvisar.

    Y cuando se diga que el plan de vacunación se inicia, un suponer, el 15 de marzo, dirán sí, muy bien, pero ¿a qué hora? Y si les dicen que a las 8 de la mañana, dirán que no le permitieron al personal médico descansar la noche anterior, obligándolos a madrugar injustamente, y si es a las 15 horas, dirán que se ha perdido toda la mañana, y que muchos se infectarán por este retraso.

    Y, claro, cuando se informe que la vacuna es efectiva en un 90% de los casos, protestarán porque se deja sin cuidado y cobertura al 10% restante, y entonces se infectarán miles de ciudadanos que integran ese 10%, y no habrá camas de CTI suficientes para internarlos a todos.

    Diga que es una pena que el carnaval se haya suspendido. Porque si no, este dúo de parodistas triunfaría en la liguilla del Teatro de Verano, y se haría acreedor del primer premio en su categoría.