• Cotizaciones
    martes 04 de febrero de 2025

    ¡Hola !

    En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, tu plan tendrá un precio promocional:
    $ Al año*
    En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá
    * Podés cancelar el plan en el momento que lo desees

    ¡Hola !

    En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, por los próximos tres meses tu plan tendrá un precio promocional:
    $ por 3 meses*
    En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá
    * A partir del cuarto mes por al mes. Podés cancelar el plan en el momento que lo desees
    stopper description + stopper description

    Tu aporte contribuye a la Búsqueda de la verdad

    Suscribite ahora y obtené acceso ilimitado a los contenidos de Búsqueda y Galería.

    Suscribite a Búsqueda
    DESDE

    UYU

    299

    /mes*

    * Podés cancelar el plan en el momento que lo desees

    ¡Hola !

    El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
    En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá

    Miguel Loinaz, el coleccionista excéntrico que quiere acercar a la Corporación Nacional para el Desarrollo al sector privado

    Miguel Loinaz no puede creer el mal gusto de la Corporación Nacional para el Desarrollo (CND). Los cuadros que tiene a sus espaldas en el despacho no le gustan, dice, pero aun así le resultan un poco más agradables que los dos que había antes. Preferiría que lo dejaran llevar de su colección personal, pero no pudo. “¡Esas son de las historias asombrosas de la corporación!”, exclama con ironía.

    , regenerado3

    Loinaz dice que fue el primero en publicar un artículo sobre la CND. Cree recordar que fue hace 35 años, después de su creación. Está seguro de que lo redactó a pedido del entonces líder blanco Wilson Ferreira Aldunate y de que apareció en una edición de El País. Tiene una versión original del diario gastada, casi ilegible, y ya pidió una copia al periódico. Ese artículo es lo único que lo vinculaba con la corporación antes de asumir su presidencia cuatro semanas atrás.

    “Nunca creí que me volviera a dar vuelta el disco y terminar en una cosa sobre la que había escrito de joven”, dice Loinaz a Búsqueda en su despacho de la corporación. Entre aquel artículo y su designación, este abogado, cónsul honorario de Letonia y Malta, ocupó cargos públicos en el gobierno de Luis Alberto Lacalle Herrera, montó un estudio jurídico próspero, incursionó en emprendimientos mineros y cannábicos, todo mientras aumentaba su colección de autos clásicos y su pinacoteca.

    Excéntrico.

    Cuando Antonio Loinaz llegó a Uruguay, todas sus pertenencias cabían en una valija. Este migrante español, abuelo del presidente de la CND, fundó varias empresas, entre ellas una fábrica de ladrillos, que le permitieron comprar propiedades y prosperar económicamente.

    Los padres de Loinaz murieron cuando era un niño y por eso a él y sus hermanos los criaron unas tías. El dinero de la familia era suficiente como para no tener que preocuparse por su futuro. Primera generación del colegio La Mennais, Loinaz, se recibió de abogado y estudió en Francia, un país central en sus actividades públicas y privadas.

    Cuando terminó sus estudios en París, volvió a trabajar en la Oficina de Planeamiento y Presupuesto y, después, en el gobierno de Lacalle Herrera, donde fue secretario de la oficina de la reforma del Estado, a cargo de desarrollar la política de privatizaciones. “Ahí aprendí lo que no tiene nombre”, dice ahora.

    Sobre Loinaz circulan datos que, según varios consultados, lo tienen a él como difusor. Dicen que trabajó para Lacalle Herrera en el juicio por el Banco Pan de Azúcar (BPA) y que por eso los Lacalle le “deben mucho”. También, que integró la logia italiana P2.

    Loinaz se ríe cuando los escucha y los niega. No trabajó en el caso BPA y mucho menos integra esa logia, afirma. “Ni soy masón, ni soy del Opus, ni de ninguna organización que me impida pensar, que me impida actuar totalmente libre”, dice.

    Hay algo que se dice de él y con lo que está de acuerdo: es excéntrico. “Sí, sí, mucho”, reconoce. “He vivido mucho fuera del país y no tengo los mismos estilos, por decir, que la idiosincrasia montevideana”.

    Sus negocios.

    Quería ser director de Uruguay XXI, pero el ministro de Relaciones Exteriores, Ernesto Talvi, se opuso. Consultado por Búsqueda, un allegado del canciller dijo: “Sí, así es. Talvi, siendo que el ministro de Relaciones Exteriores es quien preside el Consejo de Dirección de Uruguay XXI, quería tener allí a Jaime Miller y a Inés Bonicelli para cumplir con una tarea fundamental: la nueva orientación de la diplomacia económica y comercial”.

    Loinaz dice que si bien hubiese preferido Uruguay XXI, los motivos que lo llevaron a aceptar la Presidencia de la CND es el mismo: devolver a la sociedad algo de lo que recibió. Aun así, aclara, no dejará de trabajar en su actividad privada porque el sueldo público no le permite “pagar las cuentas” (ver entrevista).

    Uno de los objetivos de llevar a Loinaz a la corporación era aprovechar sus vínculos internacionales y su capacidad de atraer inversiones.

    Las actividades privadas de este abogado son variadas. Aunque no todas exitosas.

    Era 2008, Daniel Martínez acababa de asumir como ministro de Industria y, junto con su director de Energía, Ramón Méndez, buscaban dar impulso a su política de energías renovables. Loinaz los invitó a una cena en Punta del Este acompañado por unos empresarios españoles. Después de las conversaciones informales, que incluyeron una descripción de su cava de vinos diseñada por Deicas y armada con 200 durmientes, el abogado les presentó su idea. “Nos propuso presentar una iniciativa privada para la instalación de un parque eólico enorme, pero le dijimos que no correspondía porque el gobierno ya había resuelto lanzar una licitación sobre el tema”, dice Méndez.

    El actual presidente de la CND tiene otro recuerdo del episodio. Según su relato, el proyecto involucraba a la principal empresa española de energía eólica, MTorres, la que quería instalar un “entramado industrial” que incluía los molinos, crear una cátedra en la Universidad y financiar cursos técnicos en la UTU. “UTE quería parques eólicos más chicos” y al final “los españoles se instalaron en Brasil”, resume.

    La sociedad anónima que había comprado su estudio jurídico para desarrollar proyectos de ese tipo, Corporación de Energía Eólica, todavía está activa y lo tiene a Loinaz como presidente. Aunque ahora su función es ser propietaria de una de las casas en las que vive el abogado.

    Otra de sus propiedades está a nombre de Enerplus S.A., compañía que también estuvo involucrada en un megaproyecto frustrado. En 2010 Loinaz declaró a diversos medios su intención de intermediar en la compra de gas natural de Bolivia para traerlo a Uruguay, vía Argentina.

    El entonces ministro Roberto Kreimerman dice que escuchó acerca de esa idea, pero que nunca fue considerada con seriedad.

    Loinaz, otra vez, tiene su versión. La suya comienza con un episodio que no guarda relación con las políticas de energía. Dice que debió visitar al presidente Evo Morales en su calidad de representante de la Unión Internacional de Abogados (UIA) para Latinoamérica cuando el mandatario boliviano decidió clausurar el colegio de abogados local.

    Asegura que lo recibió a las 21 horas en el palacio de gobierno. Que ni bien abrió la puerta, Morales le preguntó si sabía del daño que habían hecho los españoles durante la “colonización” de América.

    El presidente boliviano permanecía inmutable mientras Loinaz recitaba cosas positivas del legado español. Hasta que encontró una que hizo sonreír a Morales y, finalmente, romper el hielo: “La siesta”.

    En sus idas y vueltas con el gobierno boliviano, Loinaz dice que se enteró de rebote acerca del problema del gas y de las posibilidades de un negocio millonario. Habló con el presidente de Ancap de la época, Raúl Sendic, quien le dijo que el gobierno debía encargarse de ese asunto. El tema murió poco tiempo después.

    Loinaz está vinculado a más de veinte sociedades anónimas uruguayas, la mayoría de las cuales, sostiene, no tienen actividad comercial y solo son dueñas de sus propiedades.

    Es el titular del estudio jurídico ASL, creado con el exvicepresidente Gonzalo Aguirre y el excanciller Héctor Gross Spiell. Además de litigar —su integrante Enrique Moller, por ejemplo, es el abogado de Rodrigo Blas en el juicio que le integró la Dirección General Impositiva—, el bufete asesora a inversores extranjeros con sus oficinas en el Centro y en una zona franca.

    En el despacho de su estudio, ubicado en la calle Soriano, tiene un escritorio que perteneció a Lorenzo Batlle Pacheco y que Loinaz mandó a restaurar después de rescatarlo en un remate en la chacra del político y periodista, hijo de José Batlle y Ordóñez, contó en 2015 a El Observador.

    Loinaz ya casi no litiga, solo cuando se trata de “amigos” o clientes especiales. Abandonó esa práctica, explica, por su actividad en la Unión Internacional de Abogados, organización con sede en París. Había logrado que la organización financiara becas y cursos para jueces y fiscales uruguayos, por lo que quería evitar conflictos de interés potenciales.

    Ahora, a los 61 años, dice que pronto dejará casi todas sus actividades privadas. Hay una empresa a la que no piensa renunciar porque es su “estrella”: la Compañía Mercosur Grecemar, dedicada a la explotación de granito. “Ese es un holding minero, que es el que cotiza en la Bolsa de París”, agrega. El hecho de que esa compañía sea la primera en cotizar en la bolsa de ese país le genera orgullo y es un dato que incluye en el currículum que divulga la CND.

    Los documentos públicos de la Compañía Mercosur Grecemar indican que su única posesión es la sociedad anónima uruguaya Grecemar. De acuerdo con los registros, la última importación que concretó esa empresa fue en 2016 y por un total apenas superior a los US$ 8.000.

    Loinaz argumenta que el “costo país” le hace la vida imposible a varios sectores de la economía uruguaya. Y agrega que espera que los cambios que impulsará el gobierno permitan retomar los negocios con más fuerza.

    Cuando Búsqueda le pregunta por qué habla de “holding” cuando se trata de una sola empresa, Loinaz responde que ahora hay tres más en ese paraguas, todas dedicadas al sector del cannabis en Uruguay.

    Sobre el final del gobierno de Tabaré Vázquez, las sociedades anónimas Wemblar Corporation S.A. y Recowen S.A. obtuvieron la autorización del Instituto de Regulación y Control del Cannabis para desarrollar proyectos vinculados al área medicinal. Una tercera empresa está todavía en trámites. “No nos interesa el tema de la marihuana recreativa”, aclara Loinaz.

    La hija de Loinaz también está en el sector a través de la firma Khiron Life Sciences Corp., que desarrolla un proyecto de cannabis medicinal en Juan Lacaze. El abogado dice que no está vinculado a esa empresa, aunque en algún momento del gobierno pasado concurrió a la Secretaria Nacional para la Lucha contra el Lavado de Activos, la oficina encargada de revisar el origen de los fondos de las empresas cannábicas.

    Loinaz reconoce que fue “a hablar” a la oficina ubicada en la Torre Ejecutiva, pero que no hizo trámites para la compañía. La mejor descripción de su participación es la de un “papá que fue a hablar por su hija”.

    “Altura NBA”.

    Es martes 2 de tarde y sobre su escritorio descansa un documento de 15 hojas con proyectos que quiere impulsar desde la CND. Son ideas que aún no cuentan con el aval del gobierno. Es que todavía no pudo reunirse con el presidente Luis Lacalle Pou, ni con el resto de las autoridades involucradas en su designación para “definir” qué esperan de su gestión.

    Repasa las empresas del “holding” CND mirando de reojo los papeles y algún nombre. La define como una empresa de infraestructura y una “gran consultora” que maneja fideicomisos.

    Hacia delante, su idea está clara: la corporación debería avanzar en las distintas áreas de negocio con proyectos de privados, porque “está previsto en la normativa que tenga otras tareas”. Pero además, porque los técnicos con los que cuenta la organización están a la “altura NBA” dado que pueden “jugar” a nivel internacional con empresas privadas de primer nivel, aduce.

    “Es valiosa también para los privados, que quieren estar seguros de a dónde van sus fondos, cómo se administran, que van a ser controlados como lo haría una empresa privada. La CND guarda esos requisitos, estoy convencido”, justifica, y afirma que le han llegado “muchas propuestas” sobre obras y reestructuras financieras.

    Este año la corporación cumple 35 años, fue creada en 1985 como una persona jurídica de derecho público no estatal. Sus únicos accionistas son el Ministerio de Economía y el Banco República, pero su ley fundacional prevé la posibilidad de participación accionaria privada hasta en un 40%.

    “En todas sus relaciones con terceros se rige por el Derecho Privado”, destaca su web institucional.

    Tras acumular cuantiosas pérdidas, el primer gobierno de Tabaré Vázquez reformuló su funcionamiento, un proceso que continuó en las siguientes administraciones frentistas, que le fueron asignando nuevos roles y cometidos. En los últimos años, registró ganancias.

    Actualmente tiene tres grandes líneas de acción: facilitar el desarrollo de infraestructura pública, mediante los proyectos de participación público-privada, prestar a organismos públicos servicios de administración operativa, contable, financiera de fondos de terceros y estructurar fideicomisos para la ejecución de obras de interés público.

    Loinaz espera la reunión con las autoridades del gobierno para ver si le llevan sus propuestas de trabajo. Dice que estará en la corporación mientras vea que puede aportar a la “prosperidad” de la población y que si no lo logra, se irá para la casa. “He aprendido en mi vida que cuando no se puede, no se sigue”, sostiene. Y agrega con una sonrisa: “En la vida personal lo he hecho, por eso me divorcié dos veces”.

    Información Nacional
    2020-06-04T00:00:00