Miguel Loinaz, el coleccionista excéntrico que quiere acercar a la Corporación Nacional para el Desarrollo al sector privado

REDACCIÓN  

Miguel Loinaz no puede creer el mal gusto de la Corporación Nacional para el Desarrollo (CND). Los cuadros que tiene a sus espaldas en el despacho no le gustan, dice, pero aun así le resultan un poco más agradables que los dos que había antes. Preferiría que lo dejaran llevar de su colección personal, pero no pudo. “¡Esas son de las historias asombrosas de la corporación!”, exclama con ironía.

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