Milei y el test de “lo mejor ya pasó”

Milei y el test de “lo mejor ya pasó”

por Ezequiel Burgo

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Nº 2275 - 9 al 15 de Mayo de 2024

“Lo mejor del gobierno de Mauricio Macri ya se vio”. La frase se escuchó a mediados de 2016 en boca del economista jefe de un banco extranjero importante en Buenos Aires luego de que el expresidente argentino torciera el rumbo de la economía hacia el mundo occidental, después del período de Cristina Fernández de Kirchner entre 2007 y 2015.

Básicamente, y a modo de breve racconto, Macri había arrancado su gestión levantando las restricciones en el mercado cambiario (cepo) y poniendo fin a un juicio de décadas con fondos buitre que habían comprado bonos argentinos en la crisis de 2001 a precio vil, en default, para luego ir los tribunales demandando al país y obteniendo ganancias billonarias.

Macri resolvió lo del cepo y la deuda con los buitres en el primer semestre de 2016. Si se quiere incluso, avanzó además en eliminar los subsidios energéticos, que fueron la principal fuente de transferencia del gobierno kirchnerista a las medias que pagaban tarifas de energía a menos del 1% de sus ingresos.

“Lo mejor del gobierno de Mauricio Macri ya se vio”, dijo aquel economista a los pocos meses. Para muchos no se equivocó dado lo que vendría con la crisis económica y financiera de 2018.

¿Y hoy? ¿Acaso se vio lo mejor de Milei también?

En los primeros casi 120 días el equipo económico y el Banco Central alejaron el fantasma de la hiperinflación: se pasó de una inflación mensual de 25% a una que se espera cerca de 7% en mayo.

El gobierno pulverizó, o mejor dicho licuó, como está de moda decir ahora en la Argentina, las ayudas y transferencias sociales porque mantuvo los montos sin actualizarlos por la inflación.

Milei todavía conserva el apoyo de quienes lo votaron al menos. Hay efectivamente varias semejanzas entre aquel período inicial de Macri y el de hoy.

Macri y Milei, ambos son líderes de derecha. Es cierto que la mirada del presidente actual es más extrema en cuanto al rol del Estado y la estrategia de desarrollo para salir adelante. Milei reivindica las políticas de Margaret Thatcher mientras que Macri elogió las de Arturo Frondizi y el desarrollismo. Pero ambos se identifican con ideas opuestas a las del kirchnerismo.

Los dos empezaron sus gestiones (2016 y 2024, respectivamente) por pretender reubicar a la Argentina en la agenda mundial de las grandes potencias, dejando atrás conflictos como los que mantuvieron Cristina Kirchner y Alberto Fernández con Washington. También viajaron al Foro Económico de Davos como carta de presentación global. Y tuvieron éxito siendo bien recibidos. Desde Barack Obama, en el caso de Macri, hasta Elon Musk, con Milei, el presidente de la Argentina fue centro de las miradas de protagonistas de la arena internacional.

Por supuesto hay diferencias.

Macri, por ejemplo, tomó muchos más riesgos al abrir más la economía financiera a los vaivenes de los flujos de capitales. Desde el punto de vista técnico, el programa económico y la secuencia del gobierno de Milei es más prudente, gradual y secuencial al de Macri. No eliminó los controles cambiarios y el ritmo de devaluación del tipo de cambio oficial va por debajo del promedio de los precios de la economía evitando la propagación inflacionaria.

Milei no cumplió todo lo que había prometido en la campaña: no dolarizó la economía, no cerró el Banco Central y no liberó el cepo (Macri esto último lo hizo a los siete días).

El gobierno argentino logró resultados en materia económica: bajó la tasa de inflación, redujo las tasas de interés y logró la aprobación con media sanción de un paquete importante de leyes para desregular la economía (ley de bases). ?Pero enfrenta dos riesgos económicos serios de ahora en más.

Uno de corto alcance, el otro más de índole estructural.

El primero se llama inflación. Y es que si bien dijimos que resultados han mostrado un descenso, para algunos el gobierno empezó a cantar victoria antes de tiempo. ?El exministro de Economía Hernán Lacunza admitió que la inflación de mayo “va a ser de un dígito”, pero sostuvo que le “preocupa” que tanto el presidente como el equipo económico “invierten tiempo en descalificar a quien piensa distinto”, en referencia a aquellos que aseguran que la baja de los precios en la Argentina se consiguió “pisando” el tipo de cambio (para los uruguayos hoy hacer turismo en la Argentina es más caro que seis meses atrás, aun cuando hay precios todavía accesibles). “El gobierno está medio canchero”, dijo Lacunza.

En mayo el equipo económico postergó el aumento al impuesto a la transferencia de combustibles, y los ajustes por inflación de las tarifas de electricidad, gas y medicinas prepagas.

Uno de los economistas más escuchados en Buenos Aires hoy en día, Andrés Borenstein, dijo que la inflación de mayo de 7% “no es una baja genuina sino represión de precios. Eventualmente la suba de mayo vendrá más adelante, así que es un poco más de pan para hoy, hambre para mañana. Entendemos la lógica de buscar un menor índice ahora para asegurar lo ganado hasta acá”.

El segundo gran riesgo del experimento Milei tiene que ver con el crecimiento económico: ¿Si Milei derrota la inflación: qué viene después??Los salarios en la Argentina del sector privado perdieron 24% de su poder adquisitivo en el último año. No está claro que del modelo de Milei vaya a haber una recuperación de los ingresos: los salarios, más allá de lo que los gobiernos puedan desear o forzar, dependen del aumento de la productividad de las empresas y los empresarios.

El gobierno argumenta que dará vuelta la página removiendo las trabas regulatorias que impiden crecer, establecer nuevos negocios y aumentar la competencia. Pero no está tan claro que eso vaya a dar resultados.

El Banco Mundial en un informe reciente se pregunta si “la competencia es el ingrediente que falta para crecer”. Según el organismo multilateral, “la competencia extranjera a menudo perjudica a las empresas y los puestos de trabajo locales”. Sí, lo dice el Banco Mundial.

“Incrementar la competencia que enfrentan las empresas de América Latina tiene el potencial de estimular el crecimiento y mejorar el bienestar”, admite el estudio. “La competencia generada por la importación de bienes de bajo costo puede ayudar a elevar la calidad de vida de las familias. También tiene el poder de empujar a los productores a adoptar nuevos productos elevando la productividad a nivel de empresas. La competencia en mercados domésticos dinámicos y desafiantes es la mejor manera de preparar a las empresas para exportar”.

Pero en otro pasaje, el trabajo apunta que “a pesar de estos impactos positivos, la competencia extranjera a menudo perjudica a las empresas y los puestos de trabajo locales. Allí reside una aparente disyuntiva a la hora de diseñar políticas: la de proteger los puestos de trabajo existentes a costa de sacrificar el crecimiento, o impulsar a las empresas a acercarse a la frontera tecnológica y así mejorar su desempeño, asegurando que los consumidores tengan acceso a los mejores productos posibles al menor precio posible”.

Los mercados en los países latinoamericanas se caracterizan por una distribución polarizada, unas pocas empresas gigantes existen junto a una multitud de negocios más pequeños. Y la Argentina no es la excepción. Esta distribución asimétrica es tanto causa como consecuencia de la baja productividad y la alta desigualdad. En la parte baja de la distribución, los trabajadores por cuenta propia se dedican a actividades caracterizadas por una baja productividad y un bajo nivel de adopción tecnológica. Estos trabajadores y negocios no suelen estar en el radar de las políticas diseñadas para mejorar la productividad y el crecimiento económico, suelen ser concebidos como una forma de política social.

Por otro lado, “en la parte más alta de la distribución, el mercado se encuentra dominado por jugadores enormes y un nivel promedio de poder muy alto, que resulta en rendimientos extraordinarios. Esta alta concentración contribuye al crecimiento estancado de las últimas décadas”, dice el Banco Mundial.

De todo esto se desprende: ¿por qué la economía argentina se recuperaría si la productividad y los salarios no repuntan a tiempo?

Los mercados le siguen diciendo que sí a Milei y a la Argentina. Pero se sabe que el recorrido de esas experiencias para el país tiene patas cortas. Tanto que ni siquiera un presidente que se define como “libertario” se anima a remover el cepo y las trabas en el mercado cambiario por miedo a que los gerentes de finanzas de empresas extranjeras en la Argentina giren los pocos dólares que tienen a sus casas matrices y cierren un capítulo más con este país.

(*) El autor es editor jefe de Economía en el diario Clarín. Especial para Búsqueda.