Miles de kilómetros de cartografía artística

Bienalsur tuvo su primera edición en 2017, pero fue en 2015, en la Universidad Nacional Tres de Febrero de Buenos Aires, donde se comenzó a pensar en una bienal de arte diferente a las tradicionales. Ese año, el rector de la Universidad, Aníbal Jozami, convocó a Diana Wechsler, directora del Instituto de Investigación de Arte y Cultura y del museo de la misma universidad, para discutir sobre el circuito internacional del arte. “El público y los lugares están centralmente predeterminados y se van reiterando dinámicas de funcionamiento que nos parecían debían revisarse. A partir de esta revisión empezamos a trabajar de manera diferente a las bienales que en general tienen una única sede”, explicó Wechsler a Búsqueda.

“Tenemos una modalidad de llamado abierto internacional que es el que determina los temas en los que va a trabajar Bienalsur, en una especie de testeo de la escena artística. En lugar de decidir nosotros en qué hay que trabajar e ir a buscar artistas, hacemos al revés, vemos en lo que están trabajando los artistas y los seleccionamos para que integren las rutas de Bienalsur. También establecemos un diálogo con las instituciones de cada ciudad”.

En febrero de 2020 se hizo un llamado para seleccionar obras y se presentaron más de 5.000 proyectos de 98 países. En esta edición pensaron que cada ciudad tuviera un mismo eje y que lo que se expone en cada sede oficie de capítulo del tema.

En el EAC, que responde al kilómetro 202 de esta cartografía, hasta el 6 de marzo de 2022 se expondrá un capítulo de Modos de habitar, con dos instalaciones bajo el título Arquitecturas efímeras. Una de ellas es Tercer galgo, del argentino Bruno del Giudice, que exhibe sus toldos y lonas al estilo de las ferias callejeras latinoamericanas. Por su parte, en Propagación de deseos, el brasileño Alan Oju eligió frases que promueven emprendimientos inmobiliarios, como “Vivir el estilo” o “Vivir a la altura”, y los utilizó en afiches. En los pasillos de la excárcel de Miguelete esos mensajes brindan un trasfondo de humor negro.

En el kilómetro 200 está el CCE se exhibe Camuflajes urbanos, la muestra más grande de Bienalsur en Montevideo. Allí exponen los españoles Jordi Colomer y Javier Rodríguez Lozano, el eslovaco Danilo Milovanovic, la uruguaya Valentina Cardellino, el argentino Francisco Estarellas, el holandés Koen Taselaar, el chileno Gianfranco Foschino y el colombiano Yohn Jader Bedoya. Del conjunto, se destaca la obra de Rodríguez Lozano con sus fotografías de puertas en La Mancha y las diferentes formas de protegerlas del sol con cortinas. También es impactante el tapiz de Taselaar, que en gran escala utiliza un dibujo del arquitecto Aldo Rossi del Cementerio de San Cataldo, al que agrega felinos subidos a los restos arquitectónicos del lugar. El nombre de la obra es largo y está en inglés: The never-ending question of what came before the cathouse or the architect.

El Subte está en el kilómetro 203. Allí expone sus fotografías el español Jordi Colomer con su proyecto Anarchitekton. Tres grandes fotografías muestran al actor Idroj Sanicne por las calles de Barcelona, Bucarest, Osaka y Brasilia mientras levanta maquetas de edificios emblemáticos de tal forma que la representación y su modelo se superponen. El conjunto es grotesco e irónico. Se puede visitar hasta el 5 de febrero.

Por su parte, en el kilómetro 199 está el MAPI donde se exhibe hasta el 13 de diciembre Indicios de lo cotidiano, que reúne obras de 46 artistas mujeres de distintos países en torno a las formas de vivir la pandemia.

En el MNAV, que está en el kilómetro 204, hay un quiosco rojo en el jardín. La obra se llama kiosk y pertenece al artista sueco Peter Johansson, que se inspiró en las casillas de vigilancia de la ciudad de Montevideo. Dentro del museo, el artista saudí Muhannad Shono en su exposición Releer señales, re-imaginar espacios, trabaja con la arena y las evocaciones, a la vez que relaciona su obra con otras del acervo del museo. “Este proyecto preparado por Shono especialmente para Bienalsur en el MNAV toma como punto de partida sus recuerdos de infancia. Los planos de la que fuera su casa constituyen el principio indiciario de este trabajo: ocupar los vacíos, hacer de cada espacio representado en dos dimensiones un volumen, explorar con ellos —a través de su presencia, sus múltiples combinaciones, su erosión y las huellas que esta deja— las narrativas emergentes que forman parte de sus indagaciones”, escribió Wechsler, curadora de esta exposición que se puede visitar hasta el 16 de enero.

Como sucede con las muestras de arte contemporáneo, las obras no son siempre amigables para el espectador. Hay que tomarse su tiempo para contemplar, leer los textos que aportan los curadores y tratar de entender la relación entre la propuesta, el lugar, el artista y su obra. Del kilómetro 199 al 204 hay cinco lugares en Montevideo para hacerlo.