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Pasado poco más de un mes desde que reabrieron los shoppings, más público está retornando a estos centros de compras y acostumbrándose a vencer el miedo del riesgo al contagio de Covid-19. Pero las dificultades que enfrentan las familias —por la afectación de sus ingresos debido al deterioro del mercado de trabajo— y la intención de “desendeudarse” ante las magras expectativas sobre la marcha de la economía pautan que la caída en las ventas del sector seguirá durante todo el 2020. En algún mes del 2021 la facturación volverá a los niveles que tenía antes de la pandemia, y el crecimiento del consumo recién se vería en 2022.
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“No será fácil superar el escenario recesivo (...) con esta frenada de golpe”, dijo a Búsqueda Carlos Lecueder, director del estudio Luis E. Lecueder, que administra media docena de shoppings en el país. Y advirtió que, si bien con la reapertura —autorizada por el gobierno desde el 9 de junio— fueron “muy poquitos” los locales que no pudieron volver a la actividad, “eso no significa que la crisis pasó, sino que reabrieron para tratar de salir adelante y en el camino —seguramente sobre fin de año— cuando no recuperen la venta, alguno más va a fallecer”.
Como en 2002, la crisis actual llevó a que el estudio de Lecueder buscara “generar un colchón financiero para soportar la mayor morosidad” de los comercios instalados, a los que se les difirieron cuotas para darles oxígeno. Afirmó que la morosidad está “25% arriba de lo normal”, pero habían proyectado un escenario más complicado que el actual.
“Salimos al mercado a buscar plata con préstamos bancarios; lo hicimos en 2002 y ahora también”, señaló el ejecutivo. “Son niveles de endeudamiento soportables. Los shoppings están en una situación financiera complicada como la tienen en el mundo, pero con solvencia y manteniendo la cadena de pagos que es fundamental”, aclaró.
“Apechugar”.
Con optimismo, Lecueder planteó que la caída en las ventas del sector retail en general es “razonable” y menor a lo que podía esperarse en las grandes superficies. Dijo que la facturación entre todos los shoppings se ubica entre 20% y 35% por debajo, en términos reales, respecto a iguales días del año pasado.
En eso influye la reducción de 12 a ocho horas en el tiempo de atención al público y la menor capacidad habilitada para preservar el distanciamiento físico, pero también el hecho de que muchos comercios no subieron sus precios “con tal de vender”, explicó. Además, los centros comerciales no tienen operativos algunos negocios “anclas”, como son los cines, las plazas de comida lejos del 100% o las terminales de ómnibus, que atraen más público para el paseo comercial. Por esos motivos, los shoppings están empleando de manera directa a 12.000 de los 15.000 trabajadores que ocupaban previo a la emergencia sanitaria.
En el caso de Tres Cruces, el tráfico de público es actualmente entre 40% y 45% menos que en los mismos días del año pasado, dijo a Búsqueda el gerente general de dicho shopping, Marcelo Lombardi. En tanto, la terminal de pasajeros registra una caída más pronunciada (60%).
En promedio, el nivel de ventas en ese centro comercial disminuyó 30% en términos reales, respecto a los mismos días del año pasado. Por rubros, las bajas fueron de 35% en indumentaria, 25% en calzado, 10% en artículos deportivos y 55% en gastronomía, informó.
“Para las reaperturas que se han visto en el mundo, los números (de venta) no son buenos, pero no son espantosos. En el mundo hay mayores caídas de tráfico y venta”, alegó Lombardi. Dijo que en ello incide el estado sanitario del país y los exigentes protocolos que se implementaron para las grandes superficies.
Los shoppings instalados en el interior registraron en este mes de reapertura niveles de venta bastante mejores que los capitalinos. Lombardi indicó que la facturación está 15% por debajo respecto a la de un año atrás. Explicó que en la menor caída de ventas incide el escaso número de casos de coronavirus en los departamentos del litoral (Salto, Paysandú, Soriano y Colonia) que se refleja en una menor aprehensión del público a concurrir a los espacios cerrados.
En perspectiva, el ejecutivo analizó que los fundamentos que impulsan el consumo de los hogares —como son el nivel de ingresos de las familias y la evolución del crédito al consumo— están afectados, pero no al nivel que vienen retrayéndose las ventas. “Eso quiere decir que hay otros factores, como las expectativas (de los consumidores), tal vez un desendeudamiento de las familias, o mayor temor o la menor confianza a futuro, que están restringiendo la compra en mayor medida de lo que se ha retraído el ingreso”, explicó. Consideró que cuando se “despeje la neblina, terminarán primando los fundamentos, que no se ven tan deteriorados (...) y entonces las cosas podrían parecerse a la situación previa” al Covid-19.
Por ahora, dijo que las gerencias de los shoppings están dialogando con las distintas cadenas de tiendas y las autoridades de gobierno a fin de pensar en un paulatino aumento del horario de atención al público. Evaluó que todavía la “nueva normalidad” con la que se desarrollan las actividades de la educación, la salud, el transporte, etc., condicionan la “presencialidad de la compra” en las grandes superficies.
En los últimos años, llegaron a Uruguay cadenas de tiendas internacionales, como Forever21, H&M y Renner, que significaron ampliaciones de las grandes superficies. Si bien esas marcas no están obteniendo la tasa de retorno esperada por el impacto de la pandemia —explicó Lecueder—, la realidad de Uruguay es buena porque en otros países de la región ni siquiera han podido reabrir o registran mayores pérdidas de facturación, en términos relativos. Por eso, “las que están acá, están bien y contentas. Nuevas marcas (que estén) viniendo no hay, pero no están yendo a ningún lado. Uruguay está haciendo las cosas bien y eso nos deja mejores bases sentadas para el futuro. Otra cosa es el presente, que hay que vivirlo, que no está fácil y hay que apechugar”, afirmó.