Si no está roto ¿para qué arreglarlo?

escribe Fernando Santullo 
BÚSQUEDA EN OCÉANO

AC/DC lanza nuevo disco. Desde Búsqueda en Océano, lo cuenta Fernando Santullo.



9 minutos Comentar

Cuando en 2016 Brian Johnson anunció que tenía problemas de audición y que por ellos renunciaba a su banda, muchos pensamos que AC/DC había llegado a su fin. Antes, en 2014, habíamos tenido esa misma sensación de pérdida cuando el guitarrista Malcolm Young, responsable de los mastodónticos riffs del grupo, se había retirado. Al fallecer Malcolm en 2017, todo parecía claro: AC/DC no existía más.

Pero no. Llegó 2020, el peor año en lo que llevamos del siglo XXI, un año que nos enloqueció con su pandemia y justo cuando todo parecía ir a peor (siempre estamos a tiempo) apareció el sencillo de adelanto del nuevo disco de la banda australiana. La canción Shot in the Dark fue lanzada el 7 de octubre y en ella el grupo suena tan contundente y macizo como siempre. El pulso rítmico, una vez más a cargo del baterista Phil Rudd y del bajista Cliff Williams, suena aceitado y firme. Las guitarras de Angus Young y su sobrino Stevie (quien sustituye a su fallecido tío Malcolm) desgranan la misma clase de riff que los llevó al estrellato rockero más absoluto hace 40 años, con la salida del álbum Back in Black. Y la voz de Brian Johnson, el hombre que se retiraba del grupo hace cuatro años por sus problemas de oído, sigue intacta, tan áspera y aguda como siempre.

AC/DC es uno de esos casos de auténtico arte popular que se mantiene en el candelero por mérito propio, con independencia de lo que la crítica diga o piense sobre ellos. No es el único dentro del rock duro ni mucho menos: ahí están Rush o Iron Maiden, demostrando que se puede seguir la intuición musical y artística propia a lo largo de décadas sin que la prensa musical le otorgue demasiado crédito a esa intuición, pero logrando conectar con un público global bastante numeroso. Por ejemplo, Back in Black es el tercer disco más vendido de la historia, por detrás solo de The Dark Side of the Moon, de Pink Floyd y Thriller, de Michael Jackson. ¿Qué quiere decir esto? Que solo algunas estéticas son rescatadas como relevantes por la crítica cultural, una crítica cultural que es casi siempre impermeable a cualquier sensibilidad que no sea la de los propios periodistas culturales, quienes son mayoritariamente clase media con aires intelectuales.

Claro, la música básica y al mismo tiempo única de AC/DC difícilmente encaje en lo que la clase media cultural considere interesante. Sin embargo, ni el grupo ni su enorme público piensan igual. Ojo, con AC/DC pasó como con los mencionados Rush y Maiden: su permanencia y la magnitud de su obra han hecho que, a regañadientes y con la boca fruncida, la misma crítica que los defenestró hace años terminara aceptando su importancia. En todo caso, nada de esto ha inmutado jamás al grupo australiano, que ha hecho de la insistencia en los mismos recursos musicales de siempre su principal virtud: nadie espera de AC/DC que suene a otra cosa que a AC/DC. Por eso el guitarrista Angus Young ironizaba en Twitter hace un tiempo: “Estoy podrido de que la gente diga que hemos hecho 11 álbumes que suenan exactamente igual. De hecho, hemos hecho 12 álbumes que suenan exactamente igual”.

La historia de AC/DC se remonta a mediados de los 70, cuando los hermanos Angus y Malcolm Young, nacidos en Escocia y trasplantados a Australia cuando niños, debutaron en 1975 con el disco High Voltage, nombre que sería usado también en su estreno en EE.UU. un año más tarde y con otras canciones. La básica y al mismo tiempo particular combinación de los riffs de Malcolm, los poderosos solos de Angus y la cáustica voz de Bon Scott serían desde entonces la marca registrada del grupo, que integraría al bajista Cliff Williams a partir de su álbum Powerage de 1978. Para entonces el grupo ya había realizado giras por Europa y EE.UU., tocando sobre todo en pequeños locales como el famoso CBGB de Nueva York. Powerage acentuaría la dureza sonora del grupo y los acercaría al heavy metal, alejándolos (aunque no mucho) del sonido de blues rock sucio de sus primeros trabajos.

Tras editar el disco en vivo If You Want Blood You’ve Got It, la banda se reunió con el productor Robert Mutt Lange para grabar el que sería su salto a la popularidad: Highway to Hell. El álbum, que tiene hits como el que da nombre al disco y Girls Got Rhythm, fue grabado en tres meses en los estudios Roundhouse de Londres. Entre las anécdotas de la grabación se cuenta que, cuando el productor Lange le pidió a Bon Scott que intentara coordinar su respiración para alcanzar de manera más cómoda las notas que la canción le demandaba, el cantante le contestó: “Si sos tan bueno, pelotudo, ¿por qué no cantás vos?”. Sin levantarse del asiento, Lange cantó sin problemas la melodía, zanjando el asunto. A partir de ese punto, Scott prestó atención a los consejos de respiración de su productor.

Justo cuando AC/DC alcanzaba el cielo rockero con su álbum más popular hasta el momento, la cosas se torcieron con la muerte de Bon Scott. Después de unas sesiones junto con Malcolm y Angus, en las que comenzaron a trabajar en lo que sería su próximo disco, Bon Scott se fue de farra con unos amigos y se quedó dormido en el coche de uno de ellos y amaneció muerto, ahogado en su propio vómito. Existe cierta polémica sobre si Scott falleció debido a su intoxicación alcohólica o por sobredosis de heroína, pero el hecho es que el cantante falleció en febrero de 1980, a los 33 años.

Devastados por la noticia, sus compañeros especularon con disolver el grupo pero, a instancias de la familia de Scott, decidieron continuar. Tras probar a varios vocalistas, el grupo eligió a Brian Johnson, cantante de la banda británica Geordie. Y fue con él con quien completaron la tarea compositiva que habían comenzado con el fallecido Scott. El resultado de esas sesiones y de la grabación, otra vez bajo la sabia batuta de Lange, dio el disco más popular del grupo y uno de los más populares de la historia. Back in Black, que es también un homenaje al compañero muerto, lleva vendidos más de 50 millones de copias y es considerado uno de los discos claves del rock todo. Además de Back in Black, que da nombre al disco, el álbum incluye los hits You Shook Me All Night Long, Hells Bells y Rock and Roll Ain’t Noise Pollution.


Un año más tarde, en 1981, el grupo regresaría con For Those About To Rock We Salute You, donde profundizan su romance con el sonido más duro, incluyendo el sonido de cañonazos en el tema homónimo y dejando lugar para la garganta blusera de Johnson en temas como Inject The Venom. Este sería el último trabajo de la banda con el productor Mutt Lange y, durante un tiempo, con el baterista Phil Rudd. El disco siguiente, Flick of The Switch (1983), es considerado por muchos el inicio de la decadencia artística del grupo, un camino en bajada que atravesó varios discos, incluido el que trae el hit Who Made Who y que se detendría, siempre según la crítica, con la llegada de The Razors Edge en 1990, que incluyó el hit Thunderstruck.

Dos años más tarde, y con Chris Slade en la batería, el grupo lanzaría Live, su registro en directo más popular, que reúne en un doble CD de 25 canciones material de varios conciertos masivos del grupo durante la gira de The Razors Edge. Sin introducir un solo cambio en el sonido del grupo, el disco en vivo mostraba que la banda era capaz de mantener su fiereza en el directo, aportando un sentido del humor que, si bien está en las letras, no siempre es evidente en sus trabajos de estudio. Por cierto, es notable que, pese a que Brian Johnson ha integrado AC/DC durante más de tres décadas y haya mostrado siempre un caudal de voz tan propio como poderoso, una parte de la hinchada de la banda siga tratándolo como si fuera un advenedizo y no un cantante hecho y derecho que se ha labrado un lugar en la historia del rock por sus virtudes y no por ocupar unos zapatos que se supone le quedan grandes. En cada uno de sus momentos en la banda, Johnson ha demostrado que los zapatos que calza son suyos y de nadie más.

Un lustro más tarde, en 1995, el grupo editaría Ballbreaker, que contiene los sencillos Hard as a Rock y Hail Caesar. Otra vez regresaba el sonido seco y pelado de sus primeros trabajos, aunque sin excesiva novedad en el rubro ni tampoco en la composición. Y es que si algo ha quedado claro en la trayectoria del grupo es que, así como otros artistas necesitan de una constante transformación de sus recursos para comunicar aquello que quieren comunicar, con AC/DC pasa exactamente al revés: los recursos son siempre los mismos y la fórmula se mantiene casi siempre idéntica. Y que su público tampoco parece desesperado por encontrar algo distinto allí, solo el viejo rock de siempre, sucio, pegajoso, con estribillos que pueden ser coreados por una hinchada, con una dosis no menor de parodia y humor en las letras.

Confieso que cuando falleció Malcolm Young en 2017 y tras el retiro por problemas auditivos de Johnson pensé que las posibilidades de que AC/DC volviera a grabar otra vez tendían a cero. Sin embargo, en setiembre de este año y tras cuatro sin decir ni mu, el grupo comenzó a agitar sus redes sociales con un nombre: Power Up. El 7 de octubre finalmente salió el audio del tema de adelanto del disco: Shot in the Dark, que es puro AC/DC en su versión más clásica y esencial, esa que dice que si no está roto ¿para qué arreglarlo? Guitarras duras y venenosas, una base rítmica que pega como un martillo neumático en la cabeza y la voz chirriante, reventada y blusera de Johnson, recordándonos por qué los abuelos del hard rock no han podido ser destronados hasta hoy. Y que solo se van a ir cuando ellos quieran, no cuando la moda lo indique. Su corriente eléctrica sigue fluyendo tan bien como siempre.

Vida Cultural
2020-11-11T19:10:00