Solo el “posperonismo” que deje de lado la “descalificación” terminará diferencias entre Uruguay y Argentina, dice Julio Aguiar en nuevo libro

REDACCIÓN  
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“La política de confrontación es un ‘estupidismo’, pero caemos en un nacionalismo pueril, y no miramos cuál es la conveniencia global del país”. El presidente José Mujica resumía así semanas atrás el estado de relación con el gobierno argentino. Mujica había apostado al diálogo con su par Cristina Fernández, pero tras la decisión de autorizar el aumento de producción a la pastera UPM las relaciones quedaron “bien empantanadas”, debido a que se paró en las “cuchillas”, según afirmó en el programa “Primera Vuelta” de TV Ciudad el 11 de diciembre.

No es la primera vez que ambos países tienen este tipo de roces. Hubo peores. En julio de 1932, el presidente Gabriel Terra rompió relaciones diplomáticas con Argentina debido a la forma en que se trató al “Crucero Uruguay”, al llegar a Buenos Aires (el gobierno argentino estaba molesto porque a ese barco había subido un general fugitivo de la justicia y acusado de subversión).

“La historia continúa”, afirma Julio Aguiar al evaluar las relaciones entre ambos países por la situación que se da en la actualidad. Precisamente, esta fue la frase que Aguiar —quien fue diputado por el Partido Colorado— utilizó para su libro “La Historia Continúa. Batlle-Perón”. Con la histórica foto en la que Luis Batlle Berres y Juan Domingo Perón se dan la mano en el medio del Río de la Plata, Aguiar realiza un análisis de lo que ha sido el peronismo y lo que fue la gestión de Batlle Berres. Pero este ensayo de tipo histórico también sirve para realizar un relato sobre los diferentes desencuentros entre gobiernos de ambos países.

Perón y Batlle se reunieron en febrero de 1948 para resolver el problema de los límites marítimos. Además de la famosa foto en la que se dan la mano, cada uno desde su barco, hay otras de abrazos y sonrisas en las que están acompañados por sus esposas, Eva Duarte de Perón y Matilde Ibáñez, que ilustran el libro.

“Mujica debe conocer la historia del Peronismo tanto o mejor que yo. Él sabe que estos tipos no negocian; ellos descalifican, persiguen porque el que no es peronista es un traidor”, comentó Aguiar a Búsqueda.

A juicio del ex diputado y autor del libro, “el camino” de este difícil relacionamiento lo “marcó” el ex presidente Tabaré Vázquez cuando no apoyó que el ex presidente argentino Néstor Kirchner llegara a la Secretaría General de la Unasur. “Fue una actitud digna”, evaluó. “Los argentinos con nosotros negocian fácil. No se logra entender la persecución”.

Aguiar dijo que tiene la “esperanza” de que a Argentina llegue el “posperonismo” que “no venga con esa descalificación, esa persecución”.

Primero fue el Virreinato.

Aguiar recuerda que comenzó a trabajar en el libro pensando en hacer referencia a la vida de Perón y que luego derivó también en el relacionamiento con Uruguay.

“Los problemas empiezan en el Virreinato. Nosotros teníamos la humildad republicana de Artigas y ellos, como por ejemplo Rivadavia, que apoyaba la monarquía. Lo de los puertos fue el inicio de la competitividad entre los dos países. Hubo un sector de la intelectualidad argentina que no entendió que el Virreinato se terminó y quería volver a eso”, comentó.

“El Uruguay nunca tuvo pretensiones, no podía ser económica y militarmente nada grande. ¿Qué tenía el Uruguay? Los valores. Perón reniega de la democracia liberal. El Peronismo no cree en los partidos políticos, cree en los movimientos, la comunidad organizada. Hacía lo mismo que Musolini”, consideró.

Aguiar afirma: si se miran los hechos, los argentinos “siempre sintieron que nosotros éramos una provincia”. Pero a la vez resalta la buena relación entre los dos pueblos: “Vas a Buenos Aires y decís que sos uruguayo y te tratan mejor. Nosotros también tenemos un complejo con ellos”.

“Es una realidad histórica que el que más confrontó con Perón fue Luis Batlle. Me basta repasar discursos en donde defendía, una y otra vez, sin dobleces, el sistema democrático-republicano. Enfrentó, con enorme dignidad, todos los excesos que cometió el peronismo contra el Uruguay”, escribió Aguiar en su libro.

La reunión de ambos mandatarios en el Río de la Plata “no dio los frutos esperados”, afirma el autor, y enumera una serie de hechos que generaron tensión entre ambos países.

Cita el libro “Vecinos en discordia” de Juan Oddone, y relata, por ejemplo, una reunión del embajador uruguayo Roberto MacEachen con autoridades argentinas donde fue “tratado con descortesía”. “En una reunión de embajadores, Perón advirtió que ‘las provocaciones uruguayas se estaban volviendo intolerables’. En los mismos términos habló la Sra. de Perón, Eva Duarte. En otra ocasión, la Sra. de Perón se descontroló, siendo ofensiva hacia la Sra. de Mac Eachen”.

También relata los hechos ocurridos en junio de 1955, cuando parte de las Fuerzas Armadas quisieron derrocar a Perón.

Aguiar entrevistó al coronel (r) Atilio Bonelli, que estaba trabajando en el aeropuerto de Carrasco. “Época difícil, amenazante. Con los argentinos siempre vamos a tener problemas, tuvimos, tenemos y tendremos”, afirma Bonelli en el libro.

“Estaba de guardia en Carrasco y la torre me anuncia que venía una oleada de aviones. Parecía una locura, pasaban rozando encima de nuestras cabezas y todo se transformó en un caos, porque nadie sabía que se venían. Unos bajaban en alguna carretera, en el Campo de Mendoza, otros en Carrasco. Recuerdo que llegaban con una actitud prusiana, sacaban la espada y decían, ‘soy su prisionero’; o la pistola, ‘se la doy. Soy su prisionero. Nosotros, sorprendidos, les decíamos, ‘hermano, no me jodas’. Fueron trasladados al dormitorio del personal de tropa, un local grande que le decíamos la cuadra, pues eran más de 30 aviones, les compraron ropa, cepillos de dientes, etc. Los argentinos decían que habían fracasado, lloraban, que se entregaban y no sabían qué iban a hacer. El gobierno uruguayo puso los huevos y les dio asilo, Perón quería agarrarlos para fusilarlos. Ellos nos decían que Perón había implantado un régimen de terror, en forma dictatorial. El que era peronista andaba y el que no lo era no andaba”, relató Bonelli.

Aguiar recuerda que Perón salió de Argentina “y no va a ningún país democrático”. “Va primero al Paraguay de Stroessner, a Venezuela, a la República Dominicana y luego a la España de Franco. En realidad Franco no lo quería porque estaba renegociando su relación con los aliados tras la guerra”. También fue recibido por Fidel Castro y se reunió con Ernesto “Che” Guevara, a quien le dijo que no fuera a Bolivia a hacer la revolución porque allí “iba a fracasar”.

Política
2013-12-26T00:00:00