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“¿Por qué les pegan a los blancos?”. La pregunta ya la venían escuchando con insistencia varios dirigentes del sector colorado Vamos Uruguay, pero se hizo mucho más recurrente y notoria a partir del jueves 11. Ese día Búsqueda publicó que el candidato colorado Pedro Bordaberry había acusado al presidenciable del Partido Nacional, Luis Lacalle Pou, de intentar “extorsionarlo” con un supuesto pedido de paz electoral a cambio de los votos necesarios para la aprobación de un fideicomiso para la Intendencia de Salto, administrada por el candidato a vicepresidente de la formula colorada, Germán Coutinho.
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La noticia detonó como una bomba en las primeras horas de la mañana del jueves. Marcar diferencias con Lacalle Pou era una de las claves de la estrategia de los colorados para alcanzar el segundo lugar y competir en un eventual balotaje con el Frente Amplio. Pero la escalada de críticas y la virulencia de la denuncia de Bordaberry no cayeron bien en el militante colorado de a pie, comentaron a Búsqueda varios dirigentes de Vamos Uruguay y Batllistas de Ley. Desde los dos sectores se le hizo llegar a la fórmula la necesidad de “aflojar” con los “golpes” a Lacalle Pou y les marcaron que la estrategia debía estar más orientada a criticar al Frente Amplio.
En el medio de la tormenta generada por la acusación de Bordaberry, hubo varios contactos entre dirigentes blancos y colorados. Los nacionalistas le insistían que no entendían el nivel de enfrentamiento al que se había llegado. “Quedamos todos sorprendidos, dividir a la oposición solo le sirve al Frente Amplio”, comentó a Búsqueda un dirigente blanco.
Pero sin embargo fueron los militantes colorados los que tuvieron más peso para torcer una estrategia que duró algunas semanas y alcanzó su clímax con la acusación de “extorsión”. Varios dirigentes trasladaron la inquietud de votantes anónimos e hicieron saber a Bordaberry y Coutinho que el enfrentamiento con Lacalle Pou no era el camino. En especial después de que el propio Bordaberry le bajara las revoluciones al enfrentamiento y en pocas horas pasara de hablar de “extorsión” a un “malentendido”.
El lunes 15, en una nota que concedió al diario “El Observador”, el candidato colorado ya dejó ver síntomas del cambio de rumbo. “No voy a entrar en más polémica con el Partido Nacional”, contestó cuando le preguntaron sobre las diferentes posturas respecto a la campaña para bajar la edad de imputabilidad. “Nosotros estamos haciendo campaña notoriamente. Después uno verá quién hace campaña y sacará sus conclusiones. Pero ya está. No quiero entrar en más polémica con el Partido Nacional porque cada vez que marco cosas, incluso cosas que son una realidad como esta, no se interpreta adecuadamente”, afirmó. Luego, al ser consultado respecto a si se terminaban las críticas a Lacalle, respondió: “No, no. Voy a seguir marcando diferencias con las propuestas de Lacalle Pou. Me parece que hay que hacerlo. Es normal que eso suceda; ¿si no, por qué votarlo a él o a mí, si no están claras las diferencias? Si hay una propuesta que no me parece acertada, con todo respeto lo voy a marcar”.
Ese lunes, Bordaberry cerró un acto de la lista 10 en Pocitos y allí centró sus críticas en el Frente Amplio. No habló del Partido Nacional. Coutinho, por su parte, dijo en una entrevista con “La República”, que se modificará la estrategia de campaña. “Vamos a intentar la participación en instancias de debate; mostrar mucho más el programa y buscar la forma para que se pueda visualizar más. Vamos mostrar que nuestro candidato está pronto para ser presidente. Nosotros vamos a dar nuestras ideas”, dijo. Los principales dirigentes de Vamos Uruguay recibieron en los últimos días insumos para sus discursos en los que se pide hacer centro en la figura de Bordaberry. Que es el “más solvente”, el “mejor preparado”, que “tiene las mejores propuestas”, la “personalidad requerida” para ser presidente y la “capacidad de decisión”, son algunos de los puntos que se pide destacar. También se indica que Bordaberry “no se esconde” y va a todos los debates necesarios y que es “reformista” porque busca el cambio en sus propuestas. En el último punto se indica que Bordaberry es el “único que asegura un cambio radical en la lucha contra la delincuencia”. En las líneas de estrategia planteada a los dirigentes, esta es la única parte en la que se hace referencia a Lacalle Pou. Se recuerda que el candidato nacionalista “no hace campaña a favor de la baja”, que no incluyó el tema en su propuesta y que “priorizó” hacer un acuerdo con Jorge Larrañaga que “considera a Bonomi como el mejor ministro del Interior de los últimos diez años”.
Desactivar la bomba.
Lacalle Pou empezó a recibir mensajes en su celular bien temprano en la mañana del jueves. Entró a su cuenta de Twitter y vio su nombre vinculado con la palabra “extorsión”. “Quedó atónito”, comentaron fuentes allegadas. Minutos antes de las nueve de la mañana resolvió hacer sus descargos en el programa radial “En perspectiva” de radio El Espectador. “No cambio paz por votos (…). Es grave acusar de extorsión. Yo entiendo que en campaña electoral algunas personas entiendan que hay que levantar un poco el tono, pero ahora extorsión, eso se dirime en un juzgado penal”, advirtió. Su versión de los hechos fue que llamó a Coutinho, a pedido de una persona amiga en común, y que sí se habló de “bajar el tono virulento” de las críticas, pero no a cambio de otorgarle los votos para la aprobación del fideicomiso. Fuentes cercanas a Lacalle Pou dijeron a Búsqueda que esa conversación se transformó en un “teléfono descompuesto” que terminó con la denuncia de “una extorsión que no fue tal”. Lacalle Pou no mantuvo contacto directo con Bordaberry hasta pasada la tarde de ese mismo jueves. “Sobre el pucho, la escupida”, comentó el candidato blanco a dirigentes cercanos, para graficar la intención de “cerrar el tema cuanto antes”. Lacalle Pou fue hasta la casa del líder colorado en Parque Miramar. El encuentro, un mano a mano sin más participantes, duró casi dos horas y se extendió hasta cerca de la medianoche.
El candidato blanco estaba convencido de que se trataba de una “estrategia para perjudicarlo” y que el ideólogo y autor había sido Bordaberry. Por eso el inicio de la reunión fue tenso y ambos mantuvieron duros cruces de palabras durante varios minutos, confiaron a Búsqueda dirigentes allegados a los candidatos. Luego coincidieron en que la situación solo beneficiaba al partido de gobierno y en especial al candidato frenteamplista Tabaré Vázquez. Los dos presidenciables entendieron que era importante buscar una buena salida al tema para evitar mayores repercusiones en los medios de comunicación y evitar que los dirigentes del Frente Amplio se hicieran eco de sus diferencias.
Más allá de los desacuerdos políticos, Lacalle Pou y Bordaberry no tienen una buena relación personal. Por eso el candidato blanco había transmitido a un par de amigos y confidentes de Bordaberry que lo ayudaran para limar las asperezas y mostrarse unidos en el balotaje para ganarle al Frente Amplio. Si bien los dos acordaron sellar un “pacto de silencio”, comentaron a su círculo más íntimo los lineamientos generales de la reunión y algunos de estos detalles. Los dirigentes y amigos de su entorno más cerrado prefirieron no darles grandes consejos y dejaron a los dos candidatos para que encuentren la salida al conflicto. La preocupación mayor pasaba por cómo se mostrarían al día siguiente en la Rural del Prado, donde se desarrollaría el debate entre los candidatos de los partidos con representación parlamentaria. “¿Qué vas a hacer el viernes?”, le preguntó uno de sus principales asesores a Lacalle Pou. El candidato se limitó a responder que iba a saludarlo “con afecto”. En la reunión del jueves en la casa de Bordaberry manejaron la posibilidad de llegar juntos a la Rural y declarar en una misma rueda de prensa. Eso no ocurrió. Ambos entendieron que se debían mostrar con naturalidad. A pesar de que sostienen una versión diferente sobre lo ocurrido, coincidieron en no hablar más del tema y bajarle el perfil. Bordaberry declaró a los medios que había que “dejar atrás el malentendido”. En la Rural se encontraron atrás del escenario, se saludaron y bromearon con los demás candidatos. Durante el debate, los dos casualmente sentados al lado, se mostraron cómplices, con risas y conversaciones por lo bajo. La bomba se había desactivado. Bordaberry dijo a Búsqueda que hay un “aspecto positivo” que se puede sacar del “episodio”: “Él y yo tenemos que conversar mucho en los cinco años que se vienen. Y ante este lío nos pudimos reunir, conversar y tuvimos la capacidad de superarlo. Eso es positivo”.
Sin embargo, el Frente Amplio aprovechó el episodio para criticar a los dos candidatos de la oposición. Incluso en conversaciones informales, dirigentes frenteamplistas coincidieron en que, pese al “desconcierto” que les generó la estrategia de Bordaberry, tenían que aprovechar el hecho. El lunes a la tarde, durante el cierre de una nueva legislatura, la presidenta en ejercicio de la Asamblea General, Lucía Topolansky, comentó a sus compañeros de sector que tenían la “oportunidad” para “salir a pegarles” por estos “últimos errores”. “Hay que hacer foco ahí. Hay que pegarles ahí”, opinó la senadora a menos de un metro de las cámaras de televisión, donde el senador blanco Carlos Moreira era consultado sobre el caso Pluna.