Tres tambores, cuatro cuerdas y medio siglo en partituras

escribe Javier Alfonso 

Piano, repique y chico. La paganísima trinidad montevideana de raíces africanas resuena fuerte en las calles de la ciudad desde mediados del siglo XIX. Desde los barrios Sur y Palermo se extendió a todo el país y luego a la región. Tras un largo período como manifestación callejera (percusión y danza, transformada en ícono plástico por Pedro Figari), desde los años 40 y 50, pioneros como Pedro Ferreira y Manolo Guardia iniciaron el camino de inserción del candombe como un género central en la música popular uruguaya. En ese proceso lento y paulatino de construcción de un repertorio fue decisiva su incorporación al mundo del folclore, a través de Alfredo Zitarrosa y Los Olimareños, entre otros, y la irrupción, a mediados de los 60, del candombe beat, con aportes clave de Eduardo Mateo, Rubén Rada, Eduardo Useta y los hermanos Fattoruso, en la tríada El Kinto, Tótem y Opa. Pocos años después artistas de vanguardia como Jaime Roos, Jorge Lazaroff, Jorge Galemire, Fernando Cabrera, Estela Magnone y Mariana Ingold se sumaron al torrente, cada vez más caudaloso de la canción en formato candombe.

Esta nota es exclusiva para suscriptores de BÚSQUEDA y GALERÍA
Elegí tu plan y suscribite

Suscribite

¿Ya sos suscriptor? Iniciá sesión

Probá nuestro servicio, registrate y accedé a una nota gratuita por semana.