El futuro es en blanco y negro y transcurre en cámara lenta, en una especie de espacio sin tiempo y sin palabras, mientras de fondo suenan canciones de los años 50 y 60.
El futuro es en blanco y negro y transcurre en cámara lenta, en una especie de espacio sin tiempo y sin palabras, mientras de fondo suenan canciones de los años 50 y 60.
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáEl futuro es la gran incógnita que mantiene la expectativa de esta serie. El escenario es un shopping, igual a cualquier otro shopping, pero este está ubicado en Omaha, Nebraska, y el blanco y negro lo vuelve un poco irreal. Allí trabaja un hombre de rostro reconocible, aunque avejentado, que se dejó crecer un grueso bigote y tiene la mirada perdida, a veces frente a una máquina de amasar. En ese mundo, el personaje se llama Gene Takavic y es el gerente de Cinnabon, un comercio de rosquillas impregnadas de crema. Pero en el pasado Gene tuvo otros nombres, otro poder, otras vidas.
Todo ese pasado se narra y se entrelaza en Better Call Saul, serie de Netflix protagonizada por un genial Bob Odenkirk, quien encarna la metamorfosis del protagonista desde sus orígenes en la desértica Albuquerque, donde fue primero Jimmy y después Saul, hasta la helada Nebraska, donde Gene lleva una monótona vida entre crema pastelera. La sexta y última temporada de la serie, que demoró más tiempo del habitual en aparecer porque Odenkirk tuvo un infarto en pleno rodaje, acaba de finalizar y las líneas temporales se terminaron uniendo en un perfecto engranaje narrativo y visual.
En todos esos vaivenes en el tiempo hay un mundo presente que es el de la exitosa serie Breaking Bad (cinco temporadas, 2008-2013, también en Netflix), en la que nació el personaje de Saul. Nadie que haya visto aquella serie puede olvidar al abogado del ya legendario Walter White (Bryan Cranston). De pelo teñido, trajes brillosos y corbatas escandalosas, Saul se robaba la pantalla cada vez que aparecía. Con su labia de vendedor de autos y su falta de escrúpulos, era el abogado ideal para White, un profesor de Química enfermo de cáncer que se convirtió en el temible Heisenberg, productor, con su joven socio Jesse (Aaron Paul), de la metanfetamina más pura de Nuevo México.
Tan magnético fue Saul Goodman que en 2015 los mismos productores de Breaking Bad, Vince Gilligan y Peter Gould, apostaron a él como protagonista de su propia serie. Una decisión peligrosa, porque no siempre un spin-off (serie que deriva de otra) puede competir con su predecesora, mucho menos si fue exitosa. Pero Gilligan y Gould tuvieron buen ojo para ver en Saul, y especialmente en Odenkirk, un atractivo suficiente para lanzarse a otra aventura. Y también decidieron incorporar a otros personajes memorables de Breaking Bad y recrear su atmósfera. No se equivocaron, porque Better Call Saul adquirió vuelo propio por su calidad interpretativa, la profundidad de su historia y personajes, el manejo del tiempo y su textura cinematográfica, que en algunos capítulos supera a su antecesora.
Esta es una serie a la que hay que tenerle paciencia porque crece a ritmo lento, con tono de comedia negra, cada vez más negra. El blanco y negro con el que se inicia cada capítulo apunta a dar señales de lo que sucedió con Saul después de la caída del reino White/Heisenberg. Pero para entender ese futuro, la serie va hacia el origen de Jimmy McGill antes de convertirse en Saul, cuando era un tipo bastante desgraciado que hacía trabajos de cadetería en el prestigioso bufete de abogados liderado por su hermano Chuck McGill (Michael McKean).
En ese momento, Jimmy vivía a la sombra de su hermano, quien solía humillarlo y recordarle su mediocridad, y ese es el centro del conflicto de las primeras temporadas que, a decir verdad, en algunos momentos se estancan. Pero lo interesante son las transformaciones. Chuck es un personaje extraño, con un especial miedo a la radiación que se agudiza con los capítulos y así termina trabajando en su casa, sin electricidad ni celulares, envuelto en una manta plateada. Jimmy lo cuida y ayuda, al mismo tiempo que siente un rencor creciente hacia él, porque Chuck, que es un ser tan prestigioso como malvado, le hace la vida personal y profesional imposible.
Cuando Jimmy logra su título de abogado, empieza a maquinar su venganza, pero, hasta que llega, tiene su oficina en el cuarto trasero de un salón de belleza atendido por coreanas y se traslada en un auto amarillo y desvencijado. Así va creciendo la figura de este pícaro de traje barato que se abrió paso en el sofisticado mundo de las leyes defendiendo, en general, a los culpables. Antes de cada juicio, pasaba por el baño del juzgado y frente al espejo practicaba su discurso y se decía “It’s showtime” y salía con paso firme hacia la sala de audiencias. Imposible no tenerle simpatía y un poco de piedad.
Hasta que de a poco se fue gestando su gran salto, que llegó con un nuevo nombre y personalidad: Saul Goodman. “Cuando la ley te tenga acorralado, ¡Better Call Saul!”, decía en su publicidad televisiva apuntando a la pantalla con su dedo índice. Una perfecta parodia a la elegancia y formalidad judicial.
Saul Goodman es el abogado que salva de los chanchullos, que busca al accidentado y le pone un collarín en las cervicales para que inicie una demanda, que tiene un cajón lleno de celulares. Es el abogado ideal para que los narcos le echen el ojo. Cuando ellos aparecen, la figura de Saul se consolida y la serie empieza a subir de temperatura y a tener sus mejores capítulos, porque el conflicto se desplaza de la guerra entre hermanos y del ámbito puramente judicial hacia otras batallas con figuras de peso del mundo Breaking Bad.
Una de esas figuras es Mike Ehrmantraut, interpretado en forma excepcional por Jonathan Banks, un tipo calmo, firme, de pocas palabras y de rostro sin sonrisa. En una vida anterior fue policía y aceptó sobornos y terminó como guardia o mediador entre narcotraficantes. Mike es un hombre de 70 años, de cuello tan grueso como su tronco, que aprendió a ser práctico. Él mira fijo con sus ojos pequeños, da indicaciones precisas y le pide a quien se las da que diga si entendió. Y es mejor que el otro conteste. Dentro de la lógica criminal es un hombre honesto, un abuelo amoroso y un padre que sabe lo que es perder un hijo. Eso le da humanidad, algo extraño en ese mundo despiadado. Por eso, nadie quiere que Mike desaparezca.
Gustavo Fring tampoco se ríe. Tiene aspecto de profesor de Harvard con lentes redondos, vestimenta elegante y trato amable. Pero no es un profesor, sino el propietario de Los Pollos Hermanos, una cadena de restaurantes de pollo frito que usa sus locales como fachada para el tráfico de drogas. Hay una historia trágica detrás de Gus, que fue un niño pobre en Chile y perdió a su pareja, Max, asesinado por la otra banda de narcos, Los Salamanca. Cuando Saul se cruza con Fring, se enfrenta a un hombre obsesionado con la perfección, con el dinero y mucho más con la venganza. Da miedo, pero es un placer cuando aparece. Una gran actuación de Giancarlo Esposito.
Pero el mayor psicópata surge por primera vez en Better Call Saul y se llama Lalo Salamanca (Tony Dalton), uno de esos personajes que le dan fuerza a cualquier trama. Lalo es seductor y simpático, él sí se ríe, pero cuando lo hace pone los pelos de punta. Es el mayor enemigo de Fring y ambos harán todo por destruirse. Y todo implica todo lo imaginable. En medio de su batalla queda atrapado Saul.
En la metamorfosis de Jimmy en Saul tiene mucho que ver la figura de Kim Wexler, interpretada con garra por Rhea Seehorn. Kim es el personaje de mayor crecimiento en la serie. Comenzó siendo secundario y llegó a la altura de una gran coprotagonista. Hay una Kim abogada de los más desprotegidos, que defiende con firmeza sus convicciones y se enfrenta a los más poderosos. Hay una Kim curiosamente enamorada de Jimmy, de quien fue primero compañera de trabajo, después amante y esposa. A él lo espera todas las noches para tomar juntos una cerveza en el balcón de su modesto apartamento que da al estacionamiento. Pero hay otra Kim con una mezcla de maldad y ansias de poder que la lleva a planear con Jimmy una venganza. Todo ese proceso le produce un placer bastante sádico. Y esa diversión le costará caro.
En la sexta temporada sucede algo que no conviene contar, pero que produce un corte abrupto en la pareja y en la historia. Ese hecho terrible marca el destino de Kim y también el de Saul. En las imágenes en blanco y negro, que cada vez ocupan más espacio en los capítulos finales, ella reaparece en una oficina en Florida. Ahora su mirada es triste y está hundida en el remordimiento. Porque finalmente de eso se trata esta serie: del remordimiento de los personajes que sobreviven, que han presenciado asesinatos y han cometido delitos, que se han aprovechado de la ingenuidad de algunos y han abusado de otros.
Hay una escena en el capítulo 12 de la última temporada que muestra a Kim en una explosión de llanto en un ómnibus. Es un llanto que viene del fondo de su historia, incontenible, realmente emociona. El episodio lo dirigió el propio Gilligan, quien condensó en esos minutos de cámara fija toda la peripecia de Kim, tal vez la de toda la serie. Al mismo tiempo que Kim larga su pasado en lágrimas, Saul en Nebraska actúa como un ser horrible con el nombre de Gene.
Seehorn compone una Kim llena de matices y de conflictos morales, de silencios y gestos mínimos, como el golpeteo en el piso con el talón cuando está ansiosa. Merece estar en el podio de los mejores personajes junto con Saul. Para los próximos premios Emmy, que se otorgan el 12 de setiembre, Sheehorn está nominada como Mejor actriz de reparto junto con Odenkirk como Mejor actor. A su vez la serie está nominada como Mejor drama y también su guion.
Con una estupenda fotografía que muestra perfiles originales de los personajes, grandes planos del desierto o de estacionamientos nevados, en esta serie hay que prestar especial atención a los acercamientos, a los detalles. Puede ser un cucurucho de helado que se le cae a Saul antes de ser capturado por los narcos y que permanece allí lleno de hormigas cuando regresa. Puede ser la manta plateada de Chuck colgada de un arbusto seco en medio del desierto. Puede ser un volumen de La máquina del tiempo de H.G. Wells que Jimmy le deja a su hermano en la cocina.
¿Qué harías si pudieras estar en una máquina del tiempo, qué momento de tu pasado cambiarías?, es la pregunta que Saul les hace en distintos momentos a Mike a Chuck y a White. Él sabe la respuesta pero la evade hasta el último capítulo en el que la trama de Better Call Saul cobra sentido y hace recordar de otra forma a Breaking Bad. En esta máquina del tiempo la historia empieza y termina con Jimmy. El viaje es circular y tiene un gran final, de esos para no olvidar.