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Violencia en el fútbol: “Hay que ayudar a la Policía”, según exdirector de la Guardia Republicana
“Muchos de los escenarios tienen muchos años y otros, que son los más actualizados o nuevos, no adoptaron la perspectiva de seguridad para ser construidos”, afirmó Alfredo Clavijo
Incidentes entre hinchas y Policía en el Estadio Centenario. Foto: Nicolás Rodriguez / adhocFOTOS
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“Nos estamos agrupando. Vamos a entrar con escopetas, vamos a entrar con perros, vamos a entrar con todo”. Era el 27 de noviembre de 2016 y en la tribuna Ámsterdam del Estadio Centenario hinchas de Peñarol intentaban ingresar sin entradas, saqueaban puestos de comida y agredían a policías. El clásico correspondiente al Campeonato Uruguayo Especial estaba en ese momento postergado debido a los incidentes. Desde un ómnibus comando ubicado a pocos metros, autoridades policiales y ministeriales decidían cómo responder. Alfredo Clavijo, director de la Dirección Nacional Guardia Republicana, tomó la palabra y comunicó que la unidad de choque de la Policía Nacional estaba lista para la acción total con armas, animales y cualquier otro equipamiento que hiciera falta.
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La Guardia Republicana intervino. Quedaron oficiales heridos, más de 100 hinchas de Peñarol arrestados, el partido definitivamente suspendido y la icónica imagen de una garrafa de gas lanzada desde lo alto de la Ámsterdam hacia los policías que actuaban en la entrada a la tribuna. Clavijo, jefe del operativo en aquel domingo de primavera, recuerda bien todo lo que sucedió esa tarde. Forma parte de su avezado currículum policial en canchas de fútbol: como integrante y luego director de la Guardia Republicana participó en decenas de operativos de seguridad de clásicos y otros partidos catalogados de alto riesgo, por lo general con Nacional, Peñarol y Cerro como protagonistas.
Representante de la Policía Nacional liderada políticamente por Eduardo Bonomi y operativamente por Julio Guarteche y Mario Layera, con el actual gobierno quedó alejado de la fuerza y pasó en comisión a la Intendencia de Montevideo, donde trabaja en temas de seguridad y convivencia. Su experiencia en seguridad en el deporte lo transforma en una voz autorizada para hablar de la violencia en el fútbol uruguayo. “Las debilidades que yo veo es que la infraestructura que hay para montar los operativos no es la adecuada, la tecnología no es suficiente aún y los recursos humanos, sea de la guardia privada o de la fuerza pública, no están especializados para esa tarea ni cuentan con mecanismos motivacionales”, analizó a inicios de abril durante una charla en el Parlamento organizada por Siembra, un espacio de discusión política.
Junto con él estuvieron el fiscal letrado de Montevideo de la Fiscalía de Flagrancia y Turno de 9º turno, Fernando Romano, y la subdirectora del Servicio de Convivencia Departamental de la Intendencia de Montevideo, Betania Fajardo. Y al igual que los otros especialistas en la materia, Clavijo ofreció un panorama complejo sobre la situación. Se enfocó sobre todo en las fallas que tienen los estadios del fútbol uruguayo. “El lugar más importante es el escenario. Pero muchos de los escenarios tienen muchos años y otros, que son los más actualizados o nuevos, no adoptaron una perspectiva de seguridad para ser construidos”, argumentó.
Se refirió por ejemplo al Campeón del Siglo, la cancha de Peñarol inaugurada en 2016. Como director de la Guardia Republicana, en 2019 Clavijo pidió ser el jefe del operativo de seguridad del primer clásico que se iba a jugar allí, un puesto que suele quedar reservado a jerarquías de segundo orden. “Entendí que el desafío era tan grande que había que estar ahí, había que estar comandando esas situaciones y hacerse responsable”, explicó.
El mes pasado el Campeón del Siglo albergó el clásico por la sexta fecha del Torneo Apertura, solo con aficionados de Peñarol tras una larga discusión con el Ministerio del Interior y la directiva de Nacional, proclive a que no haya espectadores visitantes en los clásicos. Tras el partido, efectivos de la Guardia Republicana dispararon munición menos que letal a hinchas que querían salir de una de las tribunas. El protocolo establecía que el público local estaba autorizado a irse una vez que el plantel de Nacional abandonara el estadio. De acuerdo a Fabián Monzón, jefe del operativo de seguridad del partido, algunos hinchas intentaron salir antes “derribando” una puerta que no estaba habilitada, lo que generó la reacción policial.
Clavijo cree que, como en el resto de los estadios uruguayos, el fondo del problema es otro. “El tema no es que los hinchas ‘lograron vencer tal puerta’. No, no. El tema es que la infraestructura no es la adecuada”, insistió.
También aludió a “las muy débiles infraestructuras” del Estadio Centenario, que ha quedado desactualizado a casi un siglo de su construcción y al cual se le harán reformas para albergar el partido inaugural del Mundial 2030. “Si se van a seguir construyendo y se van a modernizar escenarios, debería de tenerse en cuenta un equipo técnico y profesional de la Policía Nacional que asesore y que adopte la perspectiva de seguridad”, pidió.
Una opinión similar dio Betania Fajardo, quien dijo que el año pasado la Intendencia de Montevideo emitió 202 sanciones a la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF) por incumplimientos de habilitaciones y permisos que abarcan características edilicias, instalaciones mecánicas y eléctricas y normas de bromatología en espectáculos deportivos. Algunas estuvieron relacionadas a la falta de visibilidad del campo de juego para los espectadores por la incorrecta colocación de estática publicitaria, a la ocupación de escaleras previstas para una posible evacuación por emergencia y a tiendas de venta callejera que bloquean vías de salida del público.
“La infraestructura de los estadios no es la más adecuada. Hay un estudio de finales de los años 80 en España donde se estableció como una de las causas de la violencia la infraestructura de los estadios y la masificación de los estadios”, sostuvo Fajardo, quien planteó que a futuro todas las localidades a vender estén individualizadas y numeradas y que las canchas tengan señalización adecuada “para que la persona no llegue a una puerta y no sea esa la puerta por donde tenía que ingresar”.
En Uruguay los estadios necesitan tanto una habilitación municipal como del Ministerio del Interior para recibir partidos por el Campeonato Uruguayo. Pero en ciertos casos suelen ser temporales. Tampoco existe una normativa concreta desde ningún organismo —incluida la AUF— respecto al diseño de los estadios y los requerimientos relacionados a su seguridad. En 2016, luego del clásico suspendido, el gobierno de Tabaré Vázquez elaboró un decreto sobre medidas de seguridad en el fútbol que obliga a los escenarios a disponer de un cerco perimetral para evitar incidentes y el ingreso de objetos prohibidos. “Para franquear dicho punto, la persona deberá presentar la entrada de ingreso y si fuera el caso el documento de identidad, siguiéndose luego el protocolo policial definido por la Policía”, indica el decreto, cuyas disposiciones en la mayoría de las ocasiones se vulneran.
En el plano internacional la FIFA actualiza aproximadamente cada dos años un documento con recomendaciones técnicas para orientar a clubes, asociaciones y gobiernos que quieran construir o renovar estadios. En materia de seguridad el documento aboga por un límite perimetral, exterior al escenario, al cual solo puedan ingresar quienes concurran al partido tras una previa inspección de personas y vehículos. “En primer lugar, garantiza que no ingresen personas no autorizadas al entorno del estadio. En segundo lugar, crea una distancia segura entre el estadio, como espacio concurrido, y cualquier amenaza o ataque potencial”, argumenta la FIFA.
Añade que el perímetro debe ser diseñado con base en modelos de flujo de multitudes creados por ingenieros: desde el punto de vista técnico la opción más adecuada es un muro o una valla con una altura mínima de 2,5 metros, que sea resistente a la presión y que no sea fácil de escalar, atravesar, derribar o quitar, y cuyas puertas de acceso puedan abrirse o cerrarse con rapidez sin causar ningún peligro y soporten la presión de grandes multitudes de personas. También recomienda el monitoreo del perímetro con cámaras de videovigilancia, puestos de seguridad o una combinación de ambos.
Más allá de la infraestructura, Clavijo apuntó que, a diferencia de otras tareas policiales, los propios efectivos buscan evitar los operativos de seguridad. Por lo general los policías “provienen desde diferentes lugares a cumplir un servicio que para nada es atractivo. Van designados, no voluntariamente, son obligados a ir a un partido un domingo, un sábado, un Viernes Santo, en días y horarios familiares. Hay algunos que llegan al escenario a las ocho de la mañana y se retiran a las 10 de la noche. A veces, no siempre, por parte del Ministerio del Interior se les trata de proveer agua y alimentación porque el organizador, el dueño del espectáculo, no atiende ese tipo de situaciones que son humanas y que desgastan de una manera impresionante. Y encima cuando sale todo bien nadie recuerda a la Policía y hablan simplemente de fútbol, pero cuando hay un problema lo primero que se hace es reclamarle a la Policía. Es algo bastante injusto. Hay que ayudar a la Policía a que brinde de una manera mejor el servicio”.